En los viejos tiempos de este autor, el siglo pasado, se usaba un lenguaje claro. Tanto que lo prohibieron, pero parece tiempo de recordarlo. Un concepto importante era “superexplotación” y hasta un alumno de secundaria sabía que no significaba sólo explotación grand sino algo preciso: el comportamiento de una élite que, no contenta con apropiar el excedente del producto social, como legítimamente hace cualquier élite que se respete, le mete mano además a los salarios. La superexplotación, cuyas principales manifestaciones son las AFP, educación pagada y créditos usurarios, es uno de los dos grandes abusos que hay que terminar en Chile, ahora. El otro es el rentismo, originado en la apropiación privada de los recursos naturales que nos pertenecen a todos, y la colusión en casi todos los demás mercados. Esos son los dos puntos esenciales del programa que requiere Chile hoy y que la indignación del pueblo hace posible e imprescindible enfrentar ahora. Para nuestra sociedad en su conjunto, resolverlos significa ni más ni menos que convertir a Chile en un país desarrollado, es decir, franquear definitivamente las puertas de la auténtica modernidad… capitalista. Como es bien sabido, la civilización y la historia nacieron cuando los seres humanos fueron capaces de generar un excedente, es decir, cuando la productividad de los trabajadores permitió reducir a sólo una parte de su jornada el tiempo necesario para sostenerse ellos y sus familias, incluidos sus viejos. Pudieron así destinar el resto de la jornada a producir el excedente que permitió construir las maravillas, materiales y espirituales, que nos han legado las civilizaciones que nos precedieron y especialmente la civilización urbana moderna, la más grandiosa de todas. Bastante menos recordado es el hecho que junto con al excedente aparecieron las élites que se apropiaron del mismo, es decir, las clases sociales y la lucha de clases. Estos conceptos no son inventos de Marx, por cierto, sino una evidentes en todas las civilizaciones anteriores. Nadie confundía a un esclavo con su amo o un siervo con su señor, y los segundos menos que cualquiera. El trabajo necesario para el sustento de los primeros se ejecutaba asimismo separado en el tiempo y en el espacio, en meses y tierras diferentes, del que brindaban gratis a los segundos y los productos de uno y otro alimentaban y abrigaban de inmediato a unos y otros. En la sociedad moderna el asunto no es evidente porque tanto el trabajo necesario como el excedente toman la forma de valor, salarios y ganancias, y se ejecutan a lo largo de cada jornada.  Debemos a la economía clásica haber identificado con precisión las principales clases sociales modernas: obreros, capitalistas y… rentistas, quienes viven principalmente de salarios, ganancias y… renta de los recursos naturales, respectivamente. Las élites surgieron siempre de modo legítimo, a partir de quienes en cada época han sido responsables de organizar y dirigir la producción social, fuera como dueños de esclavos y tierras en las sociedades premodernas, o dueños del capital en la sociedad contemporánea. Sin embargo, dicha legitimidad […]

Los Niños Primero era una frase que George W. Bush repetía en el ámbito doméstico. Sin embargo no vaciló en invadir Irak en 2003 siendo los niños las primeras víctimas, las de siempre, en fin de cuentas, y causando un caos del cual la región del oriente medio no se libra hasta hoy. Hay una demagogia perniciosa en eso de Los Niños Primero  enunciado por políticos y jefes de estado en particular. En este sentido con la Convención de los Derechos del Niño se produce un contrasentido: la excesiva  politización obstruye más que facilita a proteger el interés del niño. La cifra que expone el Hogar de Cristo en Chile, de que se necesitan casi 2 millones de pesos al mes para atender óptimamente a un niño en el sistema del SENAME, bordea otro tipo de demagogia: aquella de que con el gasto adecuado supuestamente se soluciona el problema. Esa demagogia del político y del trabajador social, se tropieza con el panorama técnico y cultural que debe enfrentar esa Convención, instrumento genial en principio, aunque con un recorrido lleno de dificultades. Nadie esperaba que fuera a ser fácil. El nacimiento de la crisis que se destapa en el Servicio Nacional de Menores (SENAME) en Chile, proviene de la década de 1990. Tiene una arista internacional vinculada al modelo económico instaurado en la década de 1980, que propende a tensionar en forma permanente el gasto social fiscal por el mecanismo del ajuste que impacta regresivamente al gasto (o inversión) en infancia y en niñez. En 1992, MIDEPLAN, hoy Ministerio de Desarrollo Social, informaba que el gasto público en niños hasta los 18 años, representaba el 14 % del total del gasto público; una cifra alta que no se mantuvo.   Los datos duros del gasto público en este grupo etario, mientras se multiplican los programas de protección social,  cada vez más son más difíciles de obtener. En todo caso no han superado el 2.5 y 3% del PIB desde décadas, lo que ubica  a Chile en el cuadro medio. (BID.2016). La crisis del SENAME y sus elementos centrales, en el fondo es una falla no corregida en las políticas sociales. Desde esta perspectiva, la falla Menor proviene del SENAME mismo y su gestión, que no es diferente a la de muchos países de escasos recursos. En el intenso y desvirtuado debate político, la búsqueda de culpables individuales sobrepasa el diagnóstico de las causas sistémicas. Es una falla de estado advertida en un trabajo – entre otros- de UNICEF-Santiago para el SENAME de agosto 1995:  Informe de conocimiento de los Centros de Tránsito y Diagnóstico Ambulatorios(CTDS) de Osorno, Valdivia, Los Ángeles, Chillán, Copiapó, La Serena y Antofagasta. (UNICEF-Santiago. 1995). El documento señala la fragilidad conceptual en las políticas sociales  producto de la constante presión del sector económico para limitar el gasto en infancia. En la revisión, se constató: Primero, en Chile había un déficit conceptual y práctico para alcanzar en tiempo prudente una política pública integral enfocada en la infancia. Segundo, el aspecto ético. En la […]

Años atrás, visitando la tumba de Marx en Highgate, recuerdo haber escuchado a un grupo entonando La Internacional a diez metros del pedestal. Ansioso, me acerqué y les pregunté si militaban en algún partido de izquierda británico. Eran cinco jubilados, un par de ellos franceses, y dos jóvenes, que frente a mi pregunta se extrañaron visiblemente. “Ya ninguno de nosotros milita en este país”, dijo una mujer. “Blair quebró la relación del laborismo con los sindicatos y del viejo Partido Comunista sólo queda su periódico (The Morning Star)”. Busqué en otros lugares pero no hallé indicios. Tuve la impresión de que la izquierda británica no existía. Cuando volví de esas vacaciones universitarias, decidí militar. No quería perder la oportunidad de participar de una izquierda con partidos que aún mantenían una base popular, una herencia simbólica y una apuesta programática que defender. Cinco lecciones del laborismo Fue el verano de 2012-2013, años en que Ed Miliband trataba de romper con el Nuevo Laborismo en una especie de antesala de lo que vivirían los británicos con Jeremy Corbyn. Hoy, tras las últimas elecciones generales, nadie creería que no hay izquierda en Reino Unido, sino al contrario: desde el surgimiento de la izquierda laborista, hay una referencia de cómo recuperar un partido tradicional para que impulse las transformaciones que una sociedad necesita. Creo que los militantes de partidos tradicionales, pero particularmente del ala crítica del Partido Socialista de Chile, podemos sacar importantes lecciones del proceso británico. Estas lecciones son al menos cinco: las nuevas generaciones pueden recuperar la identidad de los partidos de izquierda; combatir la ambigüedad y elaborar propuestas con identidad programática; entender que las elecciones se ganan con votos, y para ello, partir por organizar una amplia campaña de inscripción de nuevos militantes; aprovechar nuestras campañas de crecimiento y electorales para devolver la política de izquierda al territorio; y finalmente, liberarse de las encuestas y entender las elecciones como espacios de apuesta programática. Antes de explicar estas ideas, quisiera hacer un paréntesis. Hoy en Europa hay al menos dos modelos distintos de hacer política de izquierda, a saber, el modelo de PODEMOS y el del Partido Laborista. Lamentablemente, PODEMOS es lo más parecido a lo realizado por el Frente Amplio en Chile, con una positiva salvedad: que las fuerzas populistas del conglomerado chileno no han logrado hegemonía internamente; y otra lamentable: una insoportable levedad programática. Los emparenta el hecho de que su principal base está en las universidades y crecen entre profesionales a costa de promover la desconfianza hacia la política y el descrédito de los partidos tradicionales, compitiendo con ellos en sus espacios comunes simbólica y electoralmente. No creo que los partidos de izquierda emergentes puedan sacar alguna lección del proceso británico, porque el modelo del que están más cerca ha sido, al menos hasta hoy, incompatible con el crecimiento y la radicalización del partido de cuyo descredito depende su rendimiento electoral. Un camino intermedio entre los modelos mencionados que pudiéramos recorrer aquí, implicaría entablar puentes de colaboración y diálogo […]

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La acción se desarrolla en el año 1983, tiempos duros de la dictadura, en la ya legendaria población La Victoria, Santiago, y relata la vida de una bella y valiente joven, Gladys, apodada “ la francesita”, su madre y su pequeña hija, ambas también “Gladys”, obviamente y que acogen en su modesto hogar a un joven misionero norteamericano llamado Samuel Thompson, ingenuo, puro, casto, que con apoyo de su cámara fotográfica registra el diario combate de esa familia y de toda la población para salir adelante en tan difíciles condiciones económicas y de brutal represión. Es llegado el tiempo de las heroicas protestas en las poblaciones populares. La resistencia está en marcha y la muerte acecha. Pero es también el tiempo de un pueblo está decidido a recuperar la democracia y poner fin al dominio del grupo de poderosos que cuentan con el entusiasta apoyo de las fuerzas armadas chilenas que renegaron por tantos años de su juramento de “servir a la patria”. Es una obra que no elude nada, apunta directo, su mayor belleza es su realismo y una escena final que jamás se olvidará. Los protagonistas del filme son Nathalia Aragonese, Daniel Contesse, Elías Collado, Corina Posada y Luis Dubó. La música es de Sol y Lluvia y del Inti Illimani histórico y la fotografía de Miguel Littin Menz. El guión y la dirección son de Gonzalo Justiniano quien además es productor junto a Jorge Infante. Recordemos que por esos años el director y guionista estuvo aquí y trabajó en lo suyo en ese Chile torturado pero valiente , conoció a personajes que hicieron historia y retrató ese pasaje tan doloroso de nuestra historia. Tal vez es lo que explica el impresionante realismo de esta obra. Una revisión de las obras cinematográficas relativas al golpe de Estado del 73 y los duros años de la dictadura nos muestran una abundante y emotiva producción de muy buena calidad tanto de los creadores nacionales como extranjeros. Cada cual con su lenguaje propio, a veces del más crudo realismo, otras con la belleza de un poema triste. Pero todas defendiendo y fortaleciendo una memoria que muchos sectores poderosos de nuestro país se esmeran en borrar para siempre. Evoco, por ejemplo, cuando a pocos meses de salir al exilio pude ver  en 1974 ese increíble documental de los cineastas de la entonces República Democrática Alemana, la RDA, Heynowski y Scheumann, cuando entrevistan a pocos días del 11 de septiembre a un Pinochet estúpido e inculto mirándose al espejo sin saber que ya lo están filmando ; mucho se ha polemizado sobre estos creadores pero esa entrevista así como la visita que hicieran al campo de concentración de Chacabuco y sus entrevistas a prisioneros son sin duda alguna documentos históricos magistrales. Burlaron a los militares asumiendo otra nacionalidad. Años más tarde, allá por los 80 en Lima, Perú, asistí a un céntrico cine a ver Missing aquella cinta sobre la detención y muerte de los jóvenes norteamericanos Charles Horman y Frank Teruggi ; al terminar la […]

El diagnóstico de depresión es uno de los grandes males de las últimas décadas; ha sido considerada una epidemia que afecta a millones de personas. Según la Organización Mundial de la Salud, en el año 2020 será la segunda enfermedad más frecuente en el planeta. Lo complejo es que nuestra civilización se caracteriza por ciertas exigencias que son un caldo de cultivo para que la depresión prolifere. Vivimos de una manera distorsionada una dimensión del ser humano que consiste en competir consigo mismo y con los demás. El filósofo coreano Byung Chul-Han habla de la “sociedad del cansancio”, caracterizada como una era del rendimiento, y de la auto-explotación. Esta nueva cultura según Han emergió después de finalizada la guerra fría e instala un sistema de auto-explotación favorecido por el neoliberalismo en que el ser humano se transforma en emprendedor de sí mismo, auto-explotado, volcados al imperativo del rendimiento y del consumo. Ello, lejos de jugar a favor del individuo, opera en su contra, manteniéndolo en una extrema tensión, que a la larga se hace insoportable. La persona auto-exigida se derrumba, cae en una sensación de falta de ganas, de letanía, de dificultad para levantarse, irritabilidad, de problemas de sueño, y otros síntomas más, que los especialistas diagnostican como depresión. Pero, a ojos del cuerpo, no es otra cosa que una transitoria tregua para seguir sobrellevando las exigencias exorbitantes que nos autoimponemos. Si bien la competencia pareciera ser favorable para el proceso productivo, ello no es tan claro, en tanto ese proceso no es bien logrado si quienes deben producir se deprimen. El vivir compitiendo con nosotros mismos y con los otros rompe nuestros ritmos vitales, ignorando por completo antiguos saberes que inducen a encontrar el propio ritmo, el del prójimo y el de la naturaleza, estando los tres en equilibrio. La exigencia no para ahí; necesitamos rendir más y obtener más bienes, tanto para nosotros mismos como para nuestro grupo social. Ello hasta que colapsamos. Y eso es lo que con frecuencia sucede. En la búsqueda frenética por el mayor rendimiento, nos exigimos y exigimos hasta que llega el momento en que se cae de manera abrupta en la depresión o en alguna enfermedad psicosomática. Ni siquiera nos damos cuenta de que vamos a desembocar ahí. Obsesionados por cumplir las metas que nos han y hemos fijado, no tenemos clara consciencia de lo que le ocurre a nuestro cuerpo. De pronto y sin saber bien cómo, sentimos que ya no podemos seguir en la alocada carrera autoimpuesta. Entonces, como dice Sartre: “el universo se torna mortecino, su estructura se hace indiferenciada; el mundo se convierte en algo espantoso e ilimitadamente monótono, en una inmensidad mortecina; se impone en nosotros el cero afectivo”. ¿Será posible tomar alguna medida que nos alerte para escuchar a tiempo nuestro cuerpo y parar antes de que nos veamos invadidos por la depresión? PorAna María Zlachevsky Psicóloga y decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Central Santiago de Chile, 20 de julio 2017 Crónica Digital 

Aunque se percibe una mayor incorporación de la mujer al mercado laboral, no se han logrado avances significativos en materia de igualdad. La participación de la mujer en este ámbito en Chile, es una de la más bajas de los países miembros de la OCDE; las diferencias salariales entre hombres y mujeres, según la encuesta CASEN, siguen siendo enormes y las mujeres aún son minoría en los cargos de responsabilidad. Avanzar en igualdad requiere de cambios más significativos en esas materias. Específicamente, en lo que se refiere a la brecha salarial no se lograr comprender por qué a medida que la mujer tiene más capacitación, las diferencias persisten. ¿Por qué la mujer que ocupa un alto cargo dentro de una organización gana menos que un hombre en similar labor? Al respecto se alude múltiples factores y la maternidad parece ser, en parte, responsable de esta situación. Sin embargo, en general, los cargos directivos se alcanzan luego de años de experiencia y a edades más maduras, por lo mismo, estas diferencias salariales debieran disminuir, pero no es así. ¿Cuál es el motivo de esta brecha? ¿Son los hombres más productivos? ¿Logran mejores resultados que las mujeres en la alta dirección de las empresas? Ciertamente no es fácil identificar qué lleva a las organizaciones a manejar políticas de recursos humanos con esa mirada diferenciadora, si al final del día lo importante es valorar las capacidades y medir por resultados, no por género. Catalina Maluk Decana Facultad de Economía y Negocios, Universidad Central Santiago de Chile, 20 de julio 2017 Crónica Digital 

Concluyó el proceso de consulta de propuestas de solución a problemáticas en torno a la Ley de Pesca, en el contexto de las modificaciones que presentará el gobierno. Para los Embarcados – Capitanes, Motoristas y Tripulantes de la Flota Pesquera Industrial- uno de los varios puntos que se debe considerar es que nos reconozcan como pescadores industriales y de ese modo seamos incluidos como titulares en los Comités de Manejo. Hemos señalado que las modificaciones a la actual ley deben ir en la senda que marcaron las recomendaciones de la FAO y, precisamente, la organización señala que los Planes de Manejo tienen que ser elaborados con la presencia de todos los actores presentes en la actividad: laborales y operadores.  Lamentablemente en  Chile los Comités de Manejo cuando fue articulada la actual ley se basó en la sustentabilidad y la presencia de operadores y hubo una atención sesgada, de parte de la autoridad, a conceptos internacionales de lo que es una ley de pesca. Los Comités de Manejo son un planteamiento FAO a todos los países pesqueros, en el sentido que conformen grupos de trabajo con todos los actores involucrados; acá le dieron la connotación de que solamente tenían que ser los operadores, pero en el resto del mundo pesquero participa la totalidad de los actores. Esa construcción de los Comités de Manejo «a la chilena» es lo que nosotros creemos que debe ser rectificada e incluir a quienes faltamos para completar lo que señala FAO Actualmente los pescadores industriales participamos en los Comités de Manejo, pero como suplentes, en circunstancias que somos quienes llevamos la voz social al grupo, además de preocuparnos en forma prioritaria de la sustentabilidad de los recursos pues sabemos perfectamente que sin ellos no tenemos trabajo. Los Planes de Manejo nos impactan, parece extraño entonces que no participemos en las decisiones, en su elaboración: tenemos que estar ahí y con un número de representantes adecuado al recurso. Por Eric Riffo Santiago de Chile, 19 de julio 2017 Crónica Digital

A fines de junio del presente año, la Policía de Investigaciones (PDI) desclasificó los archivos de su Departamento 50, unidad especial encargada de investigar las actividades del espionaje nazi en Chile, durante la Segunda Guerra Mundial. Estos materiales fueron entregados para su conservación al Archivo Nacional. A partir de esta desclasificación surgen algunas reflexiones que son importantes de considerar sobre los archivos relativos a las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura cívico-militar. La primera de ellas tiene que ver con la inexistencia en el país de una normativa específica sobre este tipo de archivos, en los que se presenta información sobre vulneración de derechos de personas, y que resultan ser muy diferentes a los que normalmente acopia el Archivo Nacional. En el marco de las exigencias por la estipulación de una nueva Ley de Archivos en nuestro país, ha estado relativamente ausente la necesidad de normar colectivamente los archivos de derechos humanos elaborados por organismos privados. En este sentido, la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi, el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, y otros organismos de derechos humanos que actualmente conforman la Red Nacional de Historia Oral y Archivos Orales, tenemos experiencia en el manejo de este tipo de archivos. Además del deber de garantizar la apertura y el acceso a todos los archivos de memoria que disponemos, estamos conscientes de tomar precauciones porque se trata de archivos complejos que dan cuenta de emociones derivadas de vivir situaciones límite, como la tortura, la muerte, la violación, entre otros. Parte importante de estos archivos (como los pertenecientes a FASIC y a la Vicaría de la Solidaridad, por ejemplo), contienen testimonios de víctimas y familiares, recogidos al poco tiempo de ocurridos los hechos, en plena dictadura, en el marco del secreto profesional o eclesiástico. Esto implica que su eventual traspaso o apertura representa una enorme complejidad, siendo necesarias condiciones adecuadas de acceso y uso, garantizando, en cualquier contexto, su utilización en investigaciones judiciales. Lo segundo, en relación con lo anterior, es que estos archivos deben ser de acceso público, pero en el uso de sus contenidos deben operar criterios propios de sitios de memoria, como, por ejemplo, la protección de la identidad de las personas que aparecen referenciadas. En el caso del Archivo Oral de Villa Grimaldi, un acervo audiovisual de testimonios de ex detenidos de este recinto, originado en 2006, siempre se debe consultar a los testimoniantes respecto al uso de sus relatos, para saber en qué contexto lo autorizan, en situaciones que puedan exceder lo estipulado en los consentimientos que firmaron al momento de ser entrevistados. Y, como tercer aspecto, algo que resulta muy relevante para la comprensión de nuestra historia reciente, es que se debe propiciar que se desclasifiquen otros archivos que en la actualidad permanecen en manos de organismos e instituciones del Estado. Sitios de memoria, entre ellos Villa Grimaldi, han demandado públicamente la desclasificación de todos los archivos de la dictadura cívico-militar, con el objetivo de enfrentar los intentos deliberados […]

No es posible explicarse el presente ni planificar el futuro si no se tiene en cuenta el pasado, bien sabemos que la vida es un continuo. Y cuando el pasado reciente tiene el enorme peso que  tiene para la sociedad chilena en su conjunto, su contenido y sus consecuencias estarán siempre presentes.       Así pues mientras escribo estas líneas, a comienzos de julio, el  procesado ex comandante en jefe del ejército chileno, Juan Emilio del Sagrado Corazón de Jesús Cheyre, se somete en el  cuartel de la PDI de La Serena a careos judiciales con 10 acusadores ante el ministro de la Corte de Apelaciones de esa ciudad, Vicente Hormazábal. Se trata de los casos de torturas cometidas en 1973 en los cuarteles del regimiento 21 de Coquimbo, del regimiento Arica de La Serena y en la Comisaría de Ovalle. Cheyre es acusado de participar en  esos delitos cuando era ayudante del Comandante Ariosto Lapostol Orrego.   El querellante Nicolás Barrantes destacó la importancia de las diligencias y agregó que Cheyre no sólo le torturó a él sino a diversos otros prisioneros. Se refirió también a la reacción que habría tenido el ex comandante en jefe y afirmó que el uniformado “miente en forma sistemática y descarada”.   Sucede por otra parte que por estos mismos días Sebastián Piñera fue elegido candidato único de la derecha chilena a la presidencia de la república. No pude evitar volver al expediente sobre la estafa al Banco de Talca y  leerlo de nuevo.  Es una copia que está guardada en lugar seguro pues sé que otras copias de este legajo “han desaparecido” incluso de los archivos judiciales (¿?)   A fojas 531 de fecha 27 de agosto de 1982 de esa causa rol n° 99.971 – 6 está la resolución del ministro en visita que investigó el delito, señor Luis Correa Bulo, quien dicta ese día la orden de detención en contra del reo Miguel Juan Sebastián Piñera Echeñique por los delitos de Defraudación ( estafa) al Banco de Talca e infracción a la ley general de Bancos. La orden incluye el allanamiento de su domicilio de calle Otoñal 1015, Las Condes y de sus oficinas en calle Moneda 970.   Más adelante y con fecha 20 de septiembre del mismo año se puede leer el informe 2467 de la PDI, Prefectura de Unidades Especializadas, Brigada de Investigación de Delitos Económicos, que devuelve la orden de detención al ministro Correa Bulo en el que detalla pormenorizadamente la fuga del reo Piñera y el allanamiento de su morada. Resulta curiosa la declaración de la ex primera dama, doña María Cecilia Morel Montes quien confiesa que  el perseguido por la justicia, enterado de lo que se le venía, abandonó su domicilio en el mes de agosto “ y ni siquiera se despidió de mí, ni tampoco me dio explicaciones de su determinación. Ignoro en qué lugar se encuentra… ” La PDI agrega en su informe haber allanado además las oficinas de Piñera de calle […]

Pareciera que los partidos de la Nueva Mayoría no se acostumbran a tener como candidato presidencial a un independiente, aquello puede ser determinante para la ciudadanía en un momento donde los políticos están más desprestigiados que nunca y sólo un independiente puede recuperar la confianza del electorado de la ex Concertación. Lo cierto es que si bien Alejandro Guillier ha sido Senador los últimos cuatro años, no podríamos decir que es un conocedor de las dinámicas políticas tradicionales y de las prácticas de poder que habitan en los partidos, mucho menos, en las campañas electorales. Años atrás hubo varios intentos por tratar de reclutar al actual Senador como militante, sin embargo, él siempre se negó. Incluso en su campaña por Antofagasta trabajó sobre sus atributos como rostro de televisión e independiente y con un equipo desvinculado de los partidos. Guillier no estaba en los cálculos de los dirigentes de la Nueva Mayoría. Emergió como en su momento lo hizo Bachelet. Nunca fue del establishment de los partidos ni de las conversaciones de los domingos en la casa de algún caudillo. A los partidos de la Nueva Mayoría les incomoda un candidato desprendido, que su adhesión ciudadana viene de la televisión, que su discurso es simple y directo, que no trae consigo la historia de la Concertación, que declara relacionarse de manera horizontal y que, seguramente por su formación profesional, tiende a sentirse más cómodo trabajando con varios equipos a la vez que concentrar en una sola persona todo el poder. Tal vez lo que esconden las declaraciones de algunos dirigentes de la ex Concertación que han golpeado el estilo de trabajo de campaña del Senador, es la desconfianza de no tener a uno de los suyos corriendo a La Moneda, es la incertidumbre de no poder ‘leer’ esta nueva forma de entender y practicar la política. Es la sensación, como ocurrió con Bachelet, que la fuerza electoral no está puesta en la “máquina”, sino en la credibilidad y en la cercanía. Quizás los desafíos que tienen los partidos de la NM, así como en algún momento tuvieron que acostumbrarse a la idea de relacionarse con una mujer como candidata y luego como Presidenta, es aprender a relacionarse con un candidato independiente que ve y siente la política de una manera distinta, que no tiene la trayectoria tradicional de un militante, que tiene una profesión que marca su manera de pensar y actuar, que su historia no está vinculada a la política, que viene de región y que su liderazgo está fundado en la credibilidad como comunicador y nula relación con la política tradicional. Hay que reconocer que por ahora un número importante de chilenos no quieren a un político tradicional en La Moneda, pero sí están dispuestos a volver a creer, ya que saben que son los partidos quienes están detrás del candidato y con ellos hará gobierno los próximos cuatro años. Por Sergio Escobar Jofré Académico Facultad de Comunicaciones, U.Central Santiago de Chile, 14 de julio 2017 Crónica Digital

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