Cuando MEO se quiso burlar del candidato Frei lo llamó el candidato del 27%. Cuando la Bachelet tenía 30% la derecha exigía plebiscito. El actual presidente con su 6% no renunciará ni llamará a plebiscito pues para eso se necesita pudor que él no tiene y sus intereses económicos personales en el gobierno son demasiados. El parlamento que podría destituirlo  está cooptado a punta de prebendas, que son suficientes para sirvientes de precios módicos. Políticamente hablando Piñera es un muerto caminando, como dijo Mussolini de sí mismo, pero lo que le importa a la casta política es el sistema, los cortesanos pueden servir a cualquier rey lo importante es que la chusma no incendie Versalles y no ponga a funcionar la maquinita del médico ese. Que pensamos los patipelaos chilenos ?, pues lo mismo que los alienígenas franceses camino a La Bastilla un 14 de Julio. Lo saben y por ello salen en busca de caras nuevas, sirvientillos, historiadores de tercera, viejas que han mamado durante 30 años y ahora se las dan de independientes. No tenemos organización todavía, la reunión en el club de los Jacobinos no ha ocurrido aún. Eso es bueno y es malo. El sistema asesinó a sangre fría a la dirección del MIR en 1974, del Partido Socialista en 1975 y del Partido Comunista en 1976, pueden matarnos a muchos, ya van 40, pero seguimos ahí, como estamos poco articulados no pueden desarticularnos. Lo malo es que vamos en tropel, por ahora. De momento somos montoneros. La casta militar se apresta a nuevas represiones, la marina y la aviación compran armas antimotines y preparan a su tropa para disparar contra su propio pueblo. Pero ellos saben que ahí está Punta Peuco, que será destino final, tarde o temprano, del que apriete el gatillo.  Cada hombre escribe la novela de su vida decía Ortega y Gasset. La casta política es más inteligente que él presidente, especialmente la que  funge como centro izquierda,no se enfrenta a la ola y pretende capearla con engaños. Después del 18 de Octubre bastaba que algunas organizaciones sociales con un poquito de representación hubieren creado una Asamblea Nacional y el poder dual se habría instalado, la CUT transformada en un león vegetariano con los proyectos gubernamentales y la FECH preocupada de la transexualidad que le impidió siquiera tener quorum en sus propias elecciones, no podían hacerlo y no lo hicieron. El acuerdo parlamentario de Noviembre es la red de la celada. Se evitaba la caída del gobierno, se mantenía el sistema y se chuteaba el problema. El 25 de Octubre dio un 78% de ciudadanos por una nueva constitución y varios puntos más el que no participaran los parlamentarios en la redacción de la nueva constitución. Los parlamentarios hicieron una faramalla y siguieron cobrando sus rentas millonarias, pagaron una parte de la cuenta con la no reelección. Una propina de tacaño. La fiesta puede seguir, una avivada de adscripción reciente a la teta fiscal nos propone su pareja y a su hijastra. […]

Las contradicciones y las agudas desigualdades sociales generadas por el capitalismo-neoliberalismo impuesto en Chile no serán resueltas  con la multiplicidad de candidaturas presidenciales, ni con la variedad de listas a constituyentes, ni con puntuales demandas reivindicativas. Si bien el octubre de 2019 constituyó un un momento importante desde el punto de vista popular, también lo es el continuar la lucha,  pero con objetivos dirigidos a lo medular, esto es, al ataque frontal a las bases del modelo neoliberal. La AFP por ejemplo, no deben ser reformadas, deben ser erradicadas porque no son un sistema de previsión, son un sistema de capitalización individual que no cubre las necesidades de los pensionados; por el contrario es un llamado abierto a la pobreza. También se deben orientar las movilizaciones a la nacionalización de los servicios básicos como el agua, electricidad, gas, litio, etc. La salud pública debe ser de calidad al mismo nivel que la privada. La educación debe ser gratuita y acorde con políticas democráticas, no discriminatorias por razones económicas. Es  urgente terminar con la sobreexplotación del trabajo, que ha sido una característica del modelo impuesto desde septiembre de 1973. El gran empresariado y los más ricos deben pagar más impuestos y se debe terminar con la evasión y la elusión de los tributos, de lo contrario continuaremos con el atraso histórico de nuestro país. Sin recursos para las políticas públicas solo se agudizan las necesidades de los más necesitados. La corrupción a gran escala detectada en el Ejército y en altos mandos de Carabineros, sumado a los espacios ganados por el narcotráfico son un fiel reflejo de la compleja situación que enfrenta la sociedad chilena. Por ello no bastan las reivindicaciones puntuales, es urgente avanzar y orientar la mirada hacia objetivos claros y consensuados. La lucha debe permitir la unidad entorno de un programa de cambios políticos, sociales, económicos y culturales. Un programa básico, esperanzador y que dé garantías no para tranquilizar a la derecha ni a los neoliberales enquistados en la ex Nueva Mayoría. Se trata de establecer una plataforma en la que el pueblo, los trabajadores, los sectores medios y todos los marginados del actual modelo se sientan identificados. Por el momento, el control de los medios de comunicación continuará sin obstáculos, también seremos testigos de las grotescas campañas publicitarias del gobierno y de su showman mayor, pero todo eso es un mero detalle en una administración con tintes bananeros. También veremos campañas derechistas para crear temor e incertidumbre, otros propondrán alternativas pseudo democráticas que no modifican el actual sistema dominante…El asunto está en no quedarse en lo anecdótico y reorientar la mirada hacia lo importante…debilitar hasta derrotar al neoliberalismo, por lo mismo, la lucha continúa. Por Osvaldo Zamorano Periodista Doctor en Ciencias Políticas Santiago de Chile, 28 de diciembre 2020 Crónica Digital

Resumen biográfico Lev Davidovich Bronstein (1879-1940), conocido como León Trotski, fue un líder fundamental de la revolución rusa. Durante su juventud estudió matemáticas en la Universidad de Odesa, pero en 1897 decidió dedicarse a la actividad política, integrando la Liga Obrera del Sur de Rusia. En 1899, después un periodo de prisión se le relegó a Siberia y al año siguiente se casó con la revolucionaria marxista Aleksandra Sokolóvskaya, con quien tendría dos hijas y de quien se separaría en 1903. El mismo año contrajo matrimonio con Natalia Sedova, que lo acompañaría hasta el fin de su vida y con quien tuvo dos hijos. En 1902 se fugó de Siberia y salió de Rusia. En Londres conoció a los dirigentes social demócratas rusos Vladímir Ilich Uliánov (Lenin), Nadezhda Krúpskaia, Yuli Mártov y Georgi Plejánov. A los 25 años de edad exhibió una cualidad profética al señalar que un partido con las características definidas por Lenin conduciría a una situación en que su militancia sería sustituida por la estructura orgánica, luego la estructura sería sustituida por el comité central y, finalmente, el comité central sería sustituido por el líder máximo, un dictador. Visto de otra manera, la intelectualidad marxista reemplazaría a la clase obrera en lugar de facilitar su participación en su propia liberación. En 1907 se trasladó a Viena, donde conoció a Kautsky, Hilferding y Jaurès. A partir de 1908 dirigió el periódico menchevique Pravda. En los años que siguieron, Trotski se esforzó por unir a mencheviques y bolcheviques, con escaso éxito.  Al estallar la primera guerra mundial (1914), criticó a los socialdemócratas alemanes por apoyar a su propio gobierno y se acercó a los bolcheviques. Vivió en Francia, España y los EE. UU. y colaboró con el periódico Novy Mir, dirigido por Bujarin. Se mantuvo en el exilio hasta marzo de 1917, cuando retornó a Rusia un mes antes que Lenin. Participó en la Revolución de Octubre, fue el más destacado dirigente del Sóviet de Petrogrado, ingresó formalmente al partido bolchevique y se le designó miembro del comité central. Junto a Lenin, Svérdlov y Stalin constituyó el grupo bolchevique del nuevo gobierno revolucionario y rechazó varios cargos de importancia. Más tarde llegó a ocupar el rol clave de Comisario de Asuntos Militares. Negoció la onerosa retirada de Rusia de la primera guerra mundial (paz de Brest-Litovsk) y creó el Ejército Rojo, llevándolo a ser un cuerpo disciplinado y bien equipado de cinco millones de hombres y mujeres. Durante la guerra contra los “rusos blancos” y la intervención militar de 14 países en el territorio del imperio ruso (1918-21), debió enfrentarse a las ambiciones del líder bolchevique Kliment Voroshílov. La historia de esta guerra rebasa los alcances del presente artículo, pero Bronstein se impuso con su demostrada capacidad como jefe militar. Después de su ruptura con Trotski (1925), Stalin atribuiría falsamente a Voroshílov la creación del Ejército Rojo. Entre 1921 y 1924, Trotski era indiscutiblemente la figura más reconocida y admirada de la orgánica bolchevique después de Lenin. Por ello, […]

En el año del COVID ¡vaya que se ha movido el cobre! En enero se sumergió debajo de su “precio verdadero” de 2,65 dólares de hoy por libra, su promedio a lo largo de un siglo, y en abril se encontraba un 17 por ciento más abajo. A partir de ese momento experimentó una recuperación espectacular, que en diciembre lo ha elevado un tercio por encima de donde empezó el año, más arriba que en su recuperación del 2018, y un 50 por ciento por encima de su promedio de largo plazo. Bueno, en el año del COVID todo ha subido, después de derrumbarse hasta abril. Materias primas, bolsas desarrolladas, emergentes y, desde noviembre, hasta la bolsa y el peso chilenos. Todo anda por las nubes. Comparado con lo que han subido los mercados desarrollados, el cobre en realidad ha seguido corrigiendo la gigantesca burbuja, que durante la primera década del siglo lo había elevado seis veces por encima de éstos. En el año del COVID ha subido todo menos la economía. Ésta ha sufrido su peor caída desde los años 1930, como comprueban todos los organismos especializados. Pero también se ha derrumbado el dólar. Llegó a perder un tercio de su valor relativo al oro y termina el año un quinto por debajo de éste. Está en sus mínimos históricos. Su emisión sin precedentes ha inundado los mercados financieros, provocando una “inflación de activos” que no registra el índice de precios a consumidor. La devaluación del dólar y otras monedas “fuertes” es un fenómeno económico principal, en el año del COVID. O sea, medido en oro, en realidad todo ha bajado en el año del COVID. Más o menos a la par con la economía. La bolsa y el peso chileno mucho más. El cobre expresado en oro vale lo mismo que hace un año y está cerca de sus mínimos históricos, los que igualó en mayo. Parece razonable.  ¿Como sigue la cosa? Hay dos posibilidades, que dependen de la sima del ciclo secular iniciado con el siglo. ¿Tocaron fondo las economías desarrolladas al finalizar la primera década? ¿Puede el COVID precipitar una nueva caída general, aún más abajo que la presuntiva sima de entonces?. Vamos a ver.  En ambos casos, sin embargo, la perspectiva del precio del cobre es muy obscura para las décadas que vienen. Así ha evolucionado en los ciclos seculares anteriores, a lo largo de un siglo. Después de cada cima secular, las economías desarrolladas y sus mercados financieros caen a tumbos hasta tocar el fondo de su fase de crisis. Ésta se extiende no menos de década y media, y en ocasiones poco más de dos. Superada la sima, inician su larga recuperación secular hasta que sobrepasan la cima precedente. Luego se elevan exuberantes hasta alcanzar su siguiente cima. El período completo de cada ciclo secular dura tres décadas y media, poco más, poco menos. El “superciclo” del cobre y el resto de las materias primas se mueve en sincronía con el ciclo secular […]

Son muchos los hombres y mujeres que se caracterizan por su sólida integridad moral y la consecuencia de sus actos. Sin embargo, entre los políticos de esta época neoliberal es muy difícil encontrar algunos de estos ejemplos. Una notable excepción fue el venezolano José Vicente Rangel, fallecido a los 91 años en Caracas. Fue tres veces candidato presidencial de la Izquierda. Lo comparaban con Salvador Allende de quien fue muy amigo. El “Allende venezolano” le decían. En realidad ambos tenían un perfil político y humano parecido. José Vicente también emprendió la lucha política muy joven. Eran los tiempos revueltos que se desencadenaron a la muerte de Juan Vicente Gómez, el general andino –o gocho como dicen los venezolanos- que durante 27 años administró Venezuela desde su hacienda en Maracay. Gómez fue reemplazado por otro general, Eleazar López Contreras, y este a su vez por otro, Isaías Medina Angarita, también gochos. Este último resultó un militar progresista. Sin embargo fue derrocado en 1945 por una conjura de militares jóvenes aliados con el partido Acción Democrática (AD), que lideraba Rómulo Betancourt, social demócrata y ex comunista. El veranito democrático duró poco. En 1947 el pueblo eligió presidente al escritor Rómulo Gallegos, militante de AD, pero al año siguiente fue derrocado. El general Marcos Pérez Jiménez –también gocho– se abrió paso a balazos y codazos entre sus pares e inició una dictadura represiva de seis años. La corrupción floreció junto con las autopistas, millones de automóviles y el paraíso del dólar barato. El 23 de enero de 1958 Pérez Jiménez fue derrocado por una insurrección cívico-militar. La encabezó la clandestina Junta Patriótica que presidía un joven reportero del diario El Nacional, Fabricio Ojeda, que cubría las informaciones del Palacio de Miraflores. José Vicente Rangel es fruto de esa época turbulenta. Llegó a Chile exiliado y aquí se enamoró de Anita Avalos, su compañera de toda la vida y madre de sus dos hijos. Siguió su tránsito a España donde se graduó de abogado. Pero JVR fue, sobre todo, político y periodista. Militante de Unión Republicana Democrática (URD), el partido –hoy desaparecido- que fundó Jóvito Villalba, uno de los dirigentes estudiantiles en la lucha contra la dictadura de Gómez. URD tuvo un paso breve por el gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1964). La cartera de Relaciones Exteriores la desempeñó un militante de URD: Ignacio Luis Arcaya, jurista excepcional, que junto al cubano Raúl Roa García desafiaron al imperio en la Conferencia de San José de Costa Rica (1960) que pretendía expulsar a Cuba de la OEA. JVR, entretanto, fue elegido diputado y reelegido varias veces. Se convirtió en un implacable y valiente fiscalizador de las violaciones de los derechos humanos y de la corrupción en instituciones temibles, como las FF.AA. y la policía. Pronunció discursos, escribió libros, redactó editoriales y acompañó a los familiares de las víctimas en el peregrinaje por cuarteles y tribunales sordos al dolor y ciegos ante las evidencias de los crímenes del Estado. En ese tiempo lo conocí. JVR dirigía el diario Clarín, opositor al […]

Sí. Los derechos humanos, tenemos que entenderlo, no son cosas; tampoco son abstracciones o decretos y leyes.  Los derechos humanos refieren a sujetos, a personas, a  los vivientes, sean también naturaleza o animales. Se refieren a la vida y sus posibilidades de vida y han sido obtenidos siempre gracias a la lucha social y política. No son una dádiva de las elites de poder. Al mismo tiempo son un campo de batalla.  Con la imposición del globalismo y su ideología del neoliberalismo y de la mercantilización   ampliada,   pues se produce -como también lo dicen importantes pensadores- una inversión de los derechos humanos. Y esto, que podría parecer una mera discusión teórica, tiene importantísimo impacto en las sociedades y su gente en el día de hoy y, quizá mañana también, si no hacemos algo. Esa inversión lleva a considerar que hay entidades, cosas, instituciones, o prescripciones, que tienen que ser considerados como prioritarios en  “sus”  derechos,  en  relación al propio sujeto, a las personas, a sus vidas, o a la vida de la naturaleza. Parece extraño a primera vista, pero es lo que ha venido sucediendo desde la imposición de la ideología neoliberal y la sacralización tanto de las leyes del mercado como de una idea de democracia dicha liberal o representativa.  Usted fetichiza el mercado y sus dioses; la propiedad privada de lo que sea, del dinero, de las cosas mismas. O, usted fetichiza la idea de democracia procedimental, su ley, su orden público, su expresión represiva, y tiene entonces un conjunto de ídolos y fetiches que pasan a encubrir la importancia central que tiene para la Carta Internacional de los Derechos humanos y otros documentos similares, el sujeto vivo, las personas, las comunidades, y también, la propia naturaleza. ¿Se  fija mi estimado lector y lectora? Ahí está la inversión funcionando.  Es decir, estamos convirtiendo en sujetos de derecho a cosas y bienes que no son ni sujetos ni personas, ni  tampoco  entidades vivientes. Cuidado. El término “inversión” alude a distintas realidades. Por cierto, no estamos hablando de la inversión en sentido económico-financiero; de “invertir” en determinado negocio o empresa.  Sino en el sentido de poner de cabeza las cosas;   ponerlas del  revés. Claro no solo eso. Porque ese acto o gesto de invertir el sentido y significado de algo, tiene consecuencias. El fetichizar, o convertir algo en ídolo o fetiche es o representa el culto hacia algo que nosotros mismos hemos creado que, después, se convierte en algo que nos somete; en vez de reconocernos a nosotros mismos en ese acto creador y ponerlo en el lugar que le corresponde y modificarlo si es necesario. Por eso es tan importante el fenómeno de la inversión en el uso del lenguaje, en este caso referido a los derechos humanos. Las instituciones son mediaciones creadas por nosotros mismos;  el derecho, las leyes, el mercado, el dinero, el trabajo como mercancía, todas son creaciones nuestras, y no dioses bajados ex machina naturales y  destinados a someternos. No tenemos que confundir la vida […]

Ante el negativo balance histórico de la vigencia de la Constitución de 1980, las pautas de legitimidad de una nueva ley fundamental deben buscar en dar prioridad a las políticas sociales, la igualdad de género, la agenda medioambiental, el tratamiento a los pueblos originarios y la vigencia central de los DDHH. No tiene sentido ni legitimidad elegir como constituyentes a personas que en su momento rechazaron la necesidad de establecer una nueva Constitución. ¿Qué aporte positivo podrían hacer en un trabajo de construcción institucional, quienes en su momento rechazaron la conveniencia de realizar ese ejercicio? El amplio campo del “Apruebo” tiene hasta la primera quincena de enero para lograr un acuerdo que permita alcanzar una clara mayoría que responda a las grandes demandas manifestadas desde el 18 de octubre de 2019. Para ello es necesario que en cada uno de los 28 distritos electorales del país se avance lo más rápido posible hacia una formación de las listas únicas de candidatas y candidatos. Esta meta se puede lograr bajo el criterio de que debe ser claramente mayor el número de candidaturas provenientes de la sociedad civil. El método de la lista única es el único que garantice el logro de los 2/3 de los constituyentes, generando una legitimidad que acompañe a los representantes del apruebo. Al contrario, si la oposición concurre dispersa en cuatro listas, frente a una derecha unida, es posible que los partidarios de la actual constitución obtengan un 51% de los constituyentes. Carlos Larraín, ex presidente de RN, lo ha expresado abiertamente al recordar que en 2017 “con la izquierda dividida, con 38%  de votos obtuvimos el 48% de los escaños”. Frente a este objetivo vale la pena aportar a los mínimos que todos las candidaturas constituyentes deberían defender. Lo hago retomando un importante documento, de junio de 2014, titulado “12 puntos para una Nueva Constitución”, que firmaron Jorge Arrate, Tomás Hirsch, Juan Guzmán, Francisco Figueroa, Salvador Muñoz, Alfredo Castro, Carlos Ruiz, Diamela Eltit, Efrén Osorio, Fabiola Letelier, Faride Zerán, Fernando García Nadaff, Francisco Carreras, Jaime Huenún, José Aylwin, Manuel Jacques, Pía Figueroa, Roberto Celedón, Sara Larraín y yo. Este texto mantiene plena vigencia y lo recuerdo porque resume los elementos esenciales que deberían ser vinculantes en nuestro contexto:  1. El soberano es el pueblo y la Asamblea Constituyente, democráticamente electa y aprobada por plebiscito ciudadano, es el mecanismo necesario e irrenunciable para elaborar una Nueva Constitución. 2. Chile debe reconocer constitucionalmente a los pueblos originarios y construir un Estado plurinacional integral que defienda sus derechos como tales. 3. La regionalización y descentralización son fundamentales para un desarrollo equilibrado con recursos financieros y grados de autonomía para las regiones. 4. El país requiere un modelo económico y social participativo, con un Estado protagónico y no subsidiario, que impulse una creciente igualdad económico-social, una cultura solidaria y el respeto por el medio ambiente natural. 5. La legislación laboral debe reconocer la dignidad del trabajo, el rol de los sindicatos, el derecho a huelga efectivo y el de todos […]

El difunto ex presidente de Sudáfrica, el abogado Nelson Mandela sostuvo en alguna de sus intervenciones en Naciones Unidas:  “Suele decirse que nadie conoce realmente cómo es una nación hasta haber estado en una de sus cárceles. Una nación no debe juzgarse por como trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por como trata a los que tienen poco o nada.” Fue uno de los primeros en promover la conciencia acerca de que la venganza no es suficiente, y que el estado al tener la tutela de las personas privadas de libertad, debe asegurar y promover que se encuentren en condiciones de encarcelamiento dignas. En este sentido, la obra del abogado Nelson Mandela, debiera ser uno de los caminos a seguir en la promoción de los Derechos Humanos, los cuales, por cierto, no discriminan en razas, colores, ni antecedentes criminales. Sensibilizar acerca del hecho de que los reclusos son parte integrante de la sociedad y valorar la labor del personal penitenciario como servicio social de particular importancia fue uno de los lineamientos para que la Asamblea General de Naciones Unidas adoptase en diciembre del 2015 las Reglas Mínima de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los reclusos. Esto por cuanto, filosóficamente hablando, nadie se encuentra libre de cometer un delito, toda vez que solo se requiere la voluntad de cometerlo y que la conducta prohibida esté expresamente señalada por la Ley. https://www.un.org/es/events/mandeladay/mandela_rules.shtml El legado del difunto presidente de Sudáfrica, Nelson Rolihlahla Mandela, fue estremecedor para el continente, por cuanto se le considera un preso político en su lucha contra el apartheid, lo cual le costó 27 años de su vida en prisión. Y es singular que un activismo de ese nivel haya tenido tanta repercusión, que hoy en día en Santiago de Chile, esas Reglas podrían significar un mejor trato para las personas que se encuentran en privación de libertad como consecuencia jurídica de la infracción de la Ley Penal y que, no obstante, siguen siendo merecedoras de un trato digno. Por lo menos esa es la interpretación corriente a la que podríamos llegar si leemos el primer artículo de la actual constitución Política: “Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos.” Y por otro lado: “El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución establece.” Uno podría aventurarse a pensar que las Reglas de Mandela no deberían ser aplicadas en una sociedad como la Chilena, en donde la persecución moral y social en contra del delincuente ha llegado a tales puntos, en los cuales se han podido verificar registros audiovisuales sobre el famoso linchamiento y ajusticiamiento mediante la nunca bien ponderara “detención ciudadana”, a mayor abundamiento, todavía suenan ecos en la sociedad civil en […]

El mes de diciembre alberga diversas celebraciones que buscan unir a las personas, siendo la Navidad la más significativa, especialmente para los niños de Chile y América Latina, y porqué no decirlo, para el mundo entero. Otro ejemplo igual de trascendental es el que se conmemora este 20 de diciembre: el Día Internacional de la Solidaridad Humana. Tal como reza la Declaración del Milenio efectuada por la Organización de las Naciones Unidas, “la solidaridad es uno de los valores fundamentales y universales en que deberían basarse las relaciones entre los pueblos en el siglo 21” y, en base a esto, la ONU decide proclamar el 20 de diciembre de cada año como el Día Internacional de la Solidaridad Humana. ¿Cuál es su objetivo? Erradicar la pobreza y promover el desarrollo humano y social en los países menos industrializados. Frente a esta declaración, no me cabe duda que el crecimiento del ser humano debe ser integral. Es decir, trabajemos por dejar atrás las carencias materiales y alimentarias de millones de personas, pero al mismo tiempo hagamos un esfuerzo mayúsculo para la entrega de herramientas socioemocionales que nos lleven a entender de mejor forma lo que es la solidaridad, la empatía, la compasión amorosa. Busquemos que cada uno de nosotros y la sociedad entera pueda manejar sus competencias emocionales. Éstas son un conjunto de conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes, muy necesario y relevante para la toma de conciencia, en este caso para discernir sobre la importancia de la solidaridad en el desarrollo de la sociedad. Hoy, en que la solidaridad es un valor tan necesario para sobrellevar crisis tan grandes como la que significa la pandemia generada por el Covid-19, hagamos de esta conmemoración una oportunidad para empezar a celebrar nuestra unidad en la diversidad; para promover el manejo de nuestras emociones y comprender, de mejor forma, el valor que tienen la solidaridad para lograr objetivos en común. En tiempos en que la globalización y la creciente desigualdad parecen avasallarnos, fortalecer la solidaridad es un desafío indispensable. Arnaldo Canales Director ejecutivo Fundación Liderazgo Chile Santiago de Chile, 21 de diciembre 2020 Crónica Digital

La definición teórica de preso político resulta relativamente fácil de explicar, aunque en la práctica es mucho más difícil de interpretar. Según la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, son cinco las características que definen un preso político, y basta con que se dé una de ellas para que esta condición sea considerada. En resumen se considera que una persona es un preso político en los siguientes casos: 1) Cuando en la detención se ha violado alguna de las garantías fundamentales de los derechos humanos, y en particular cuando estas afectan a la libertad de pensamiento, conciencia, religión, expresión o información y reunión o asociación. 2) Cuando la detención se ha hecho por razones políticas y no se corresponde con un delito tipificado como tal. 3) Si por motivos políticos se da una desproporción importante en la duración de la detención. 4) Si por motivos políticos el sujeto es detenido de forma discriminatoria en comparación con otras personas. 5) Cuando el procedimiento ha sido claramente injusto y se puede relacionar con motivos políticos de las autoridades. No es evidente y fácil  la aplicación de esta resolución, ya que se debe determinar si se dan estas circunstancias. Pero lo que es evidente es que a cualquier Estado se le hace muy difícil aceptar que en su territorio pueda haber presos políticos, por lo que tienden a negar sistemáticamente esta realidad. En este ámbito influye la fuerza y calidad de la tradición democrática de los países, elemento que marca claramente el grado de respeto de las libertades y los derechos fundamentales. En Chile la historia nos muestra que el derecho penal, y muy particularmente la cárcel, ha sido utilizada para combatir la disidencia política en muchísimos casos en el pasado, lo que es una de las causas que ha contribuido a la pérdida de la legitimidad democrática del Estado. Un preso político puede haber actuado con violencia o sin violencia; de ahí que a menudo los gobiernos hayan alegado que si se da esta primera condición se trata más bien de un miembro de un grupo terrorista, subversivo o rebelde. En cualquier caso, tal y como recuerda siempre Amnistía Internacional, un preso político tiene derecho a exigir un juicio justo y con todas las garantías. Del mismo modo, la frontera entre la denominada desobediencia civil y la legítima presión ciudadana para exigir cambios democráticos necesarios ni es nítida ni ha sido igual a lo largo de la historia. Sólo hay que recordar el movimiento feminista o el de los derechos civiles de la población negra. Ahora bien, lo determinante en la prisión política es que conlleva situaciones mucho más injustas y una aplicación de las leyes mucho más dura que en otras situaciones.  En este sentido, hay que empezar reconociendo una serie de cosas: por un lado, que una buena parte de los juristas interpreta que los presos en el contexto de las movilizaciones del Estallido social son presos políticos, mientras que otra parte no los considera de esa manera. Un tercer sector, más silencioso, intenta obviar […]

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