He visto una fotografía digital en Internet del presidenciable UDI Pablo Longueira, y veo que lleva un cigarrillo en la mano, tal vez sea un trucaje más, una foto chanta, al igual que los políticos que están acusados de corruptos.
Y si no es así, tal vez ese cigarrillo le sirve al histórico regente de la derecha para zafar el dolor que tiene al “ver a la mayor parte de los dirigentes políticos tratados como delincuentes, atacados y escarnecidos», según él mismo confesó en El Mercurio, pero eso sí, él en esa carta ni se inmuta ante sus responsabilidades en la recepción de dineros obtenidos en forma fraudulenta de SQM.
Asegura que las filtraciones de los correos electrónicos de él y el Gerente General de SQM Patricio Contesse, y que devela la sumisión a la empresa a cambio de favores políticos por dinero, destruye la reputación de los afectados.
En síntesis, y para no repetir la mentada carta, en primer lugar Longueira busca meter a todos los políticos en el mismo saco lleno de heces de SQM. Pero, ¿para qué Longueira escribe tal carta, con qué otras finalidades?
Uno de sus intereses es tener bajo su control la singular preferencia colectiva.
Longueira busca definir su situación, es decir, definir el escenario comunicacional en donde él se moverá y por tanto, deberán moverse los demás.
Longueira también buscará poner en práctica mecanismos persuasivos, antes que la opinión pública vuelva en marzo y caiga sobre él.
Lo hemos visto en los últimos meses con los distintos casos de corrupción y los principales actores políticos. Quien pretenda el poder y esté tanto o más embarrado que Longueira, ha tratado de morigerar el carácter estratégico que tiene la agenda política, tanto para filtrar problemas, o para tratar en lo referido a su propia definición. Recordemos que mostrar es también ocultar, y Longueira muestra lo que a él le interesa para ocultar lo que la opinión pública no debe ver.
Hoy la opinión pública, esa atención colectiva está cautiva, pendiente, sólo de lo que se ha dicho en esa carta, y no de lo que se ha ocultado, (otros correos) y esto sucede simplemente por la continua renovación perpetua de la información.
Por tanto, una parte del control comunicacional lo tiene hoy Pablo Longueira, aunque, eso sí, los resultados aún están por verse.
Tal vez Enrique Correa, de Imaginaccion Consultores, junto a Andrés Chadwick, buscarán denodadamente manejar aquellos resultados y la influencia sobre la atención y la opinión pública.
Como asegura Gertlé (2005) el que determina sobre qué recae la actividad política tiene el poder de dirigir, y ese es el primer escalón que ha transitado Longueira, el segundo será dominar para que la extensión del conflicto sea breve, porque de lo contrario, podría condicionar la movilización en contra, cuando se produzca su posible imputación y acusación.
Ya está dicho por definición, la información que entregó el llamado coronel de la UDI Pablo Longueira en aquel diario ha suprimido o reducido la incertidumbre del lector, y esa información, quiérase o no, ha generado efectos de opinión, y a pesar que todos los días aparecen más y más correos de SQM y Longueira, algunos le quitan la gravedad. La cancha comunicacional ya fue rayada hace algunos días por el dirigente.
La incertidumbre fue detenida. El tercer paso es hacer ver a la gente la supuesta legitimidad de la acción emprendida por Longueira con esa carta, y esa apreciación ya lo trató de hacer ver el mismo diario el día viernes 5 de febrero, que en su editorial, buscó algunos recovecos argumentativos para la mantención de la estructura de ese poder, y por ende, la mantención simbólica del sistema corrupto.
Y como si fuera poco, al finalizar aquel viernes 5 de febrero, el ministro de interior, Jorge Burgos junto al ministro Eyzaguirre señalaban que Longueira no era senador cuando se discutió la Reforma Tributaria: El escenario comunicacional propuesto por Longueira triunfa en su primera fase, y tal vez siga avanzando.
Por Sergio Reyes, periodista, colaborador de Crónica Digital
Santiago de Chile, 9 de febrero 2016
Crónica Digital