Por Luis Cifuentes Seves: La Komintern y mi logro más dudoso

Origen de una ponencia

En mis años de la Universidad Técnica del Estado alguien me hizo la fama de que “me gustaba la historia”. Era cierto, pero había muchos otros que compartían mi afición. Para empezar, supongo, todos los estudiantes de Historia.

En mi propio departamento había un profesor de Química General que enfatizaba mucho la historia de la Química, relacionando la progresión del conocimiento científico con eventos de la Edad Media, la Revolución Francesa, la segunda guerra mundial, etc.

La cosa es que un día me llegó una invitación misteriosa a una reunión al local de la Jota. Después de explicar que se trataba de preparar un seminario acerca de la Historia del Movimiento Comunista Internacional, el encargado de la Comisión de Educación repartió pegas entre los ocho asistentes. Habíamos sido elegidos a dedo y cada uno de nosotros debía redactar una intervención de no más de 20 minutos acerca del tema asignado.

Cada presentación sería seguida de preguntas y discusión y se contaría con la presencia de un historiador del partido para aclarar las dudas. Era, ni más ni menos, una actividad de formación política para dirigentes juveniles. De esto había mucho en aquellos tiempos. ¿Lo hay ahora?

Mi tema fue “La Tercera Internacional”. El encargado me preguntó cómo pensaba proceder con la tarea y yo le propuse basarme en el libro “Historia del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS)”, el famoso y voluminoso libro azul, que yo había leído, luego sabía que incluía mucha información acerca de la también llamada “Komintern”.

Este y otros libros de la temática marxismo-socialismo podían conseguirse muy baratos y siempre tuve la idea (no confirmada) de que los soviéticos regalaban a sus partidos amigos toneladas de literatura que estos, luego, vendían a precios módicos.

El responsable estuvo de acuerdo con mi propuesta y le eché para adelante.

Cabe señalar que la edición de la Historia del PCUS disponible en esos días había sido publicada después del XX Congreso del PCUS (1956), donde Jrushov había leído su famoso “Informe Secreto”, de modo que incluía una visión crítica del “culto a la personalidad” de Stalin y de los crímenes cometidos entre 1924 y 1953, especialmente contra dirigentes y miembros del PCUS.

https://www.marxists.org/espanol/khrushchev/1956/febrero25.htm

Una crítica más completa de los genocidios de Stalin sólo fue revelada en años posteriores y especialmente en el periodo de Gorbachov.

La Tercera Internacional

Aprovecharé esta ocasión para referirme a la historia de la Tercera Internacional o Komintern. Un par de palabras acerca de sus predecesoras:

La Primera Internacional, agrupación de partidos que adherían a los principios del socialismo en diversos países, fue animada por Karl Marx, Friedrich Engels y Mijail Bakunin. Fue fundada en 1864 y disuelta en 1876.

La Segunda Internacional, promovida por Engels, vio la luz en 1889, seis años después del fallecimiento de Marx. En ella participaron los rusos Lenin y Plejánov, los alemanes Liebknecht y Rosa Luxemburgo y muchos otros dirigentes socialistas. Sufrió una importante fractura a comienzos de la primera guerra mundial (1914-1918) cuando los bolcheviques y otros se pronunciaron contra la guerra y a favor de la derrota del gobierno propio, mientras que otros partidos socialistas apoyaron a sus gobiernos.

Después de un proceso complejo, la Segunda Internacional llegó a identificarse con el ideario de Karl Kautsky, Eduard Bernstein y Rudolf Hilferding. Lenin acusó a los dos primeros de “renegado” y “revisionista” y el término “social demócrata” se convirtió en un insulto para los miembros y aliados del bolchevismo. Empero, la organización existe hasta hoy bajo el nombre de Internacional Socialista. En Chile, los partidos Socialista, por la Democracia y Radical son miembros de ella.

La Tercera Internacional (o Komintern) fue fundada en 1919 en Moscú. Su primera sede estuvo en Petrogrado (posteriormente conocida como Leningrado, hoy San Petersburgo). Sus dirigentes iniciales fueron Grigori Zinoviev, Nikolái Bujarin y el dirigente búlgaro Georgi Dimitrov.

La Komintern celebró siete congresos mundiales. Al primero asistieron representantes de países europeos y, además, de los EE. UU., Australia y Japón.

El PC de Chile asistió por primera vez al Cuarto Congreso (Moscú, 1922) representado por Luis Emilio Recabarren, quien, durante el mismo viaje, participó también en el Segundo Congreso de la Internacional Sindical Roja (Profintern). Existe evidencia de que Recabarren presidió algunas sesiones del congreso de la Komintern junto a Clara Zetkin y Giorgi Dimitrov. A su regreso a Chile, publicó un libro con sus impresiones.

https://www.marxists.org/espanol/recabarren/1923/rusia-obrera.htm

En el Sexto Congreso de la Komintern (Moscú, 1928) se acordó una política de ruptura total con la social democracia (Segunda Internacional), acusándoselos de “social fascistas”.

En el Séptimo Congreso (Moscú, 1935) ante el arrollador ascenso del fascismo, especialmente en Alemania e Italia, se decidió impulsar la política de los Frentes Populares, que implicaba buscar alianzas con todas las fuerzas antifascistas. Llegaron a formarse Frentes Populares en Francia, España y Chile.

http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3427.html

En el mismo congreso se impuso la dominación total del PCUS y se hizo imposible realizar cualquier crítica a las políticas de Stalin. Aquellos dirigentes que se opusieron, fueron asesinados, como fue el caso de León Trotski, el suizo Fritz Platten, el húngaro Bela Kun y otros.

En 1943, en medio de la segunda guerra mundial y ante la necesidad de la URSS de aliarse con los EE. UU. y Gran Bretaña para enfrentar al eje Alemania-Italia-Japón, se decidió disolver la Tercera Internacional.

A instancias de Stalin, en 1947 se la reemplazó por la Kominform (Oficina de Información Comunista) que debía coordinar acuerdos entre los principales partidos comunistas del mundo. Sin embargo, todos estos partidos prefirieron comunicarse directamente con Stalin, lo que hizo inútil a la Kominform, que fue disuelta por Jrushov en 1956.

Conclusión dudosa

Después de este breve paseo por un fragmento de la historia, vuelvo a mis memorias:

Llegó el día del seminario de la Jota acerca de Historia del Movimiento Comunista Internacional. Asistieron unos 40 militantes designados por sus comités regionales. Hubo cuatro ponencias en la mañana y cuatro en la tarde y todo transcurrió sin problemas, con entusiasta participación.

La cosa fue que un par de semanas después, estando yo en el local de la Jota, la entrañable Gladys me llamó a su oficina. Me dijo que había leído mi trabajo sobre la Komintern y le había parecido muy bueno. Me contó que había decidido enviarlo a un concurso del Komsomol (Juventud Comunista Soviética) que tenía el mismo tema del seminario al que yo había asistido.

Protesté. “Gladys, mi trabajo es un simple extracto de varios capítulos del libro azul. No tiene nada de original, no contiene investigación, no es un nuevo aporte al conocimiento”. “Pero es bueno y estoy segura de que les va a gustar”, me dijo.

Donde manda capitana, no manda marinero, así es que no insistí con mis objeciones.

Me olvidé del tema hasta que, meses después, me encontré con Gladys en una actividad y de pronto hizo un gesto como que se hubiera acordado de algo y se me acercó. “Lucho”, me dijo, “¡felicitaciones!”.

“¿Por qué?”, le dije. “Tu articulo obtuvo una mención honrosa en el concurso del Komsomol. Lo van a publicar en varios idiomas junto a otros trabajos destacados”. Me quedé con cara de pregunta y en ese momento alguien vino a buscar a Gladys y todo quedó en eso.

Confieso que estoy en la duda con el final de esta historia. Nunca se volvió a hablar del tema ni tuve conocimiento de la publicación de mi modesto artículo. Claro, en los años 60 había millones de cosas más importantes de qué preocuparse. No me quejo. El episodio no le hizo mal a nadie y jamás lo conté hasta ahora.

_________________

Por (Dr.) Luis Cifuentes Seves
Profesor Titular
Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas
Universidad de Chile

Santiago de Chile, 3 de mayo 2021
Crónica Digital

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