Si la prensa en general puede llegar a desempeñar un rol relevante en el flujo informativo, el papel que cabe a los medios de expresión vinculados a los centro académicos es estratégico respecto de la promoción del debate que genere condiciones tanto para la creación de conocimiento como para el necesario ejercicio de la crítica social. Es en ese espíritu, igualmente, que Academia Libre presenta ahora la edición número 100 de su tradicional Boletín, a través de cuyas columnas esta universidad elabora, recoge y divulga, permanentemente, actualizados antecedentes sobre educación, así como también novedades del quehacer científico, pasajes históricos del ámbito cultural y reflexiones de grandes pensadores en las más distintas áreas.
En el pasado, la vida académica del país contó con órganos de comunicación notables, como la emblemática revista Atenea, con la que, desde 1924, la Universidad de Concepción promovió la creación literaria y el ensayo en general; el Boletín de la Universidad de Chile, que, bajo la dirección de Jorge Teillier, escribió entre 1959 y 1971 señeras páginas de peso autoral en la enseñanza superior; y, entre otras, la revista Aisthesis, creada en 1966 por el Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica.
Hoy por hoy, sin embargo, esas mismas corporaciones han convertido los medios editoriales con los que cuentan en meros instrumentos de relaciones públicas, ajenos a la discusión del campus, pero también a considerable distancia de los fenómenos sociales, de las organizaciones y de las necesidades de la ciudadanía.
Esa mezquina mirada, que mantiene a las universidades en condición de burbujas, es completamente extraña a la asimilación del conocimiento como proceso social. Al contrario, ese enfoque mediático ha de ser urgentemente transformado, para dar paso a páginas periódicas, y no en el sentido mecánico de evacuar información, porque esa perspectiva unilateral es heredera de modelos paternalistas y colonialistas respecto del saber.
Lo que se requiere, en cambio, es hacer de la prensa universitaria, al tiempo que una herramienta de análisis al servicio del conjunto de la población, una plataforma desde la cual ampliar el cometido pedagógico más allá de las aulas y hacer de su elaboración misma un conducto eficaz de aprendizaje, porque Universidad y Comunicación tienen hasta en su etimología igual objetivo: la unidad.
Por Academia libre.
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Santiago de Chile, 25 de junio 2013
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