Columna de Pablo Salvat: Indiferencia y barbarie

Hemos tenido una de las navidades más trágicas y agridulces. Lo de dulzura que puede aportar celebrar el nacimiento pobre y sencillo de Jesús el Cristo, se ha visto totalmente opacado por la situación de los niños y el pueblo palestino en la Franja de Gaza. Nos sentimos afectados en la distancia por el dolor y tragedia de ese pueblo; un dolor que no comenzó el 7 de octubre del año pasado, como la prensa interesada o ignorante quiere hacernos creer. Usted sabe, lector/lectora, el sufrimiento de ese pueblo viene desde antes del año 48 del siglo pasado.  Pero, déjeme decirle, lo peor, lo más vergonzoso e hipócrita es la actitud de la así autollamada “comunidad internacional”.  Usted sabe. Se autodenominan así los EEUU, la Unión Europea, y algunos otros países más. Débil la reacción de la ONU. Es el Occidente, especialmente los EEUU, dicho a sí mismo además “cristiano”. ¡Qué herejía Señor mío!  Ellos, que suman una buena cuenta de millones de habitantes, apenas hacen algo así como el 25% de la población mundial.  El asedio y matanza en Gaza lleva ya unos 100 días, y la obsesión por Hamas se convierte en realidad, en el expediente justificatorio de lo injustificable. Aquí hay una guerra contra el pueblo palestino, una de cuyas expresiones de resistencia es ese movimiento político-ideológico-religioso (como lo es también el Estado de Israel y el sionismo).

¿Qué dice la “comunidad internacional” de los más de 20 mil asesinados hasta ahora, de los cuales, unos 10 mil son niños y unas 7.200 mujeres?  Según el vicepresidente de la DAIA argentina “No hay inocentes civiles en Gaza, tal vez los niños de cuatro años”.

El polaco David Gruen, mejor conocido como David Ben-Gurión afirmaba: “Debemos utilizar el terror, el asesinato, la intimidación, la confiscación y el corte de todos los servicios sociales para deshacernos de la población palestina”.  Las acciones y las palabras del Estado de Israel dejan en claro que el objetivo no es Hamas, sino el conjunto del pueblo palestino. Y frente a ello, hasta hoy, la “comunidad internacional” guarda cómplice silencio. Salvo algunos gobiernos valientes como el sudafricano, porque allá también han sabido del Apartheid.

¿Usted se imagina el griterío de los líderes de esa comunidad si estos asesinatos los hubiera cometido un país o gobierno sindicado por ellos como miembro del “eje del mal”?  Pero, no solo eso. Tenemos hasta el momento más de 100 funcionarios de NNUU asesinados, junto a más de 100 periodistas.  De seguro eran todos ellos miembros de la resistencia ¡. ¿Con qué moral podrán erigirse las elites de poder occidentales en guardianes de los derechos humanos a nivel mundial? Todo esto sin contar el desplazamiento forzado de unos 2 millones de palestinos que huyen en condiciones extremadamente complicadas, con el riesgo de hambrunas, epidemias y enfermedades. Para no hablar de la destrucción deliberada de la infraestructura de salud, ataques a escuelas, iglesias y universidades. ¿Cómo tiene que denominarse todo esto cree usted, lector/lectora? ¿Cuál sería la finalidad con este tipo de violencia, discriminación y/racismo ejercido por el gobierno israelí desde el año 48?

¿Cómo explicarse entonces la indiferencia o el silencio generalizado de tantas personas, medios, instituciones y líderes de la llamada “civilización occidental”?  El profesor Z.Bauman,   refiriéndose a lo sucedido en la Alemania nazi sostuvo que lo que allí paso no fue obra de la excepcionalidad, de la personalidad de uno u otro liderazgo ni una mera casualidad. Tras ese acontecimiento estuvo el proceso de modernidad/modernización en clave de individuo-centrismo y capitalismo expansivo. Dos guerras dichas “mundiales”, procesos de descolonización, golpes de Estado y otras lindezas (pobreza, desigualdades, explotación de la mujer y la naturaleza), revelarían, según él, la otra cara de la promesa de una civilización supuestamente superior (supremacismo).  Es la cara de la barbarie en medio de la supuesta identificación entre progreso técnico, económico y moral. Esta indiferencia está ligada a una creciente ceguera moral, que va de la mano   con lo que llama adiaforización.

Hoy, con ayuda del manejo concentrado de los medios de comunicación, enfrentamos la indiferencia hacia la otredad que viene envuelta en un halo de aparente neutralidad y objetividad. Nos han taponeado los poros de la sensibilidad. ¿Con qué, puede saberse?  Con mucha posverdad, manipulación, con demagogia, mentiras repetidas una y otra vez, frivolidades, distracciones, con no-reflexividad (¿oiga, por casualidad, se enteró usted de la muerte del periodista Gonzalo Lira, chileno-estadounidense, preso en las cárceles del “demócrata “ Zelenski ?).  Bien lo expresaba Einstein: es más fácil conseguir la destrucción del átomo que la superación del pre-juicio o del atontamiento inducido.

Por mientras, allá, en la aparente lejanía, la muerte es un ángel negro que nos visita –particularmente- en la voz desgarrada de tantos niños y niñas con sus almas flotando sobre nuestras cabezas. Lo que se ha llamado “civilización” no puede reducirse a un conjunto de buenas ideas. Hay que incluir los efectos históricos de esas supuestas “buenas ideas”. Se sabe muy bien, nos dice R. Osborne, geólogo e investigador de historia científica inglés, que la historia del mundo occidental contiene una cantidad insoportable de sufrimientos y desdichas, de injusticias y crueldades que hemos padecido, nosotros dice, pero también los otros.

¿Incluimos también, se pregunta, la guerra, la tortura, la esclavitud y el genocidio en nuestra idea de civilización?  Parafraseando a Z.Bauman, se puede decir que  siempre que la racionalidad (económica, tecnológica, política)  y la ética  apuntan en direcciones opuestas la humanidad es la que resulta derrotada. Estamos viviendo ahora mismo, experimentando un clima muy enrarecido a nivel global de incierto pronóstico. Bien lo expresa la comunicóloga Rosa Miriam Elizalde cuando sostiene que “Mientras corremos el riesgo de un estallido atómico y en Gaza muere un niño asesinado cada diez minutos, el marketing intenta convencernos de que el 2023 es la puerta de entrada a una civilización en que los androides soñaran con ovejas eléctricas. Pero el anterior sólo ha sido un año más del siglo XXI y de la era de las cavernas. Todo al mismo tiempo”. Por eso, no hay que dormirse, estimados lectores y lectoras¡¡

*Pablo Salvat es Licenciado en Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Doctor en Filosofía Política de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Es profesor jornada del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Alberto Hurtado.

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Nicaragua. ¿Quiénes son los traidores a la Patria?

Sáb Ene 20 , 2024
Por: Sergio Rodríguez Gelfenstein* Al general Augusto C. Sandino cuando nos acercamos al 90 aniversario de su partida a la inmortalidad. Nicaragua ha debido luchar en defensa de su soberanía casi desde el mismo momento en que se constituyó como república independiente. Desde la invasión británica de 1847 a su costa Caribe, y al año siguiente a San Juan y la isla del Tigre en el Golfo de Fonseca como expresión de la pugna con Estados Unidos para apoderarse de la estratégica región, pasando por las tres expediciones del filibustero estadounidense William Walker entre 1855 y 1860 para establecer una dictadura personal en el territorio nacional hasta el intento de golpe de Estado de 2018, Nicaragua ha debido encarar una larga lista de invasiones y amenazas a su soberanía. Al comenzar el siglo XX, en 1909, en el marco de la política del “Gran Garrote” y la “Diplomacia del Dólar”, el presidente estadounidense William Taft propició un golpe de Estado contra el mandatario nacionalista José Santos Zelaya. En ese contexto, Estados Unidos ocupó Nicaragua en 1912 imponiéndole cuatro años después el tratado Bryan-Chamorro que era expresión de un virtual protectorado sobre la nación centroamericana. Las tropas yankis permanecieron en el territorio nacional por 21 años hasta que el pueblo nicaragüense liderado por el general Augusto C. Sandino los derrotó militarmente y los expulsó del país. Sandino fue traicionado y asesinado en 1934, tras lo cual Washington instaló en Managua una brutal dictadura dinástica encabezada por Anastasio Somoza y sus hijos que fue defenestrada por la lucha del pueblo nicaragüense conducido por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) el 19 de julio de 1979. Antes, durante los primeros días de julio de ese año, el “democrático” presidente de Estados Unidos Jimmy Carter intentó escamotearle el triunfo al FSLN, primero al desembarcar tropas en la ciudad de Liberia al norte de Costa Rica a solo 75 km. de la zona de combate, para después propiciar el apoyo de la OEA a una intervención militar en el país y finalmente, tras la huida de Somoza el 17 de julio, pretender instalar un régimen “somocista sin Somoza” a cargo de Francisco Urcuyo. Ya en el poder, la revolución sandinista se vio obligada a enfrentar una guerra que le valió perder más de 50.000 ciudadanos como resultado de acciones directas e indirectas de Estados Unidos durante el período que transcurrió entre 1979 y 1990. El daño económico causado por la guerra de Estados Unidos contra Nicaragua se estimó en 17 mil millones de dólares. Vale repetir entonces que la historia de Nicaragua es una historia de lucha por su sobrevivencia como nación independiente. Y en esa larga epopeya han aprendido a conocer al enemigo – tanto al interno como al externo- generando un sentimiento, un honor y orgullo del ser nicaragüense que le ha permitido en los últimos años enfrentar exitosamente las nuevas modalidades de intervención imperialista. En el pasado reciente, nuevamente Washington intentó derrocar al gobierno democrático del país. ¿O es que acaso […]

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