El anuncio de la decisión de la Casa Blanca y de La Habana de restablecer relaciones diplomáticas, tras medio siglo de confrontación en el arco de la Guerra Fría, y de acciones conspirativas y hostiles de Estados Unidos, sin duda fue una sorpresa periodística.
Sin embargo, fue la culminación lógica de un proceso político y diplomático iniciado hace meses, tanto las discretas negociaciones reservadas entre ambos gobiernos. con el patrocinio y acompañamiento de El Vaticano y de Canadá, como por las reformas, e iniciativas desarrolladas por el gobierno del presidente Raúl Castro y las señales enviadas por la Administración Obama.
Se puede decir, y así se ha estimado en círculos políticos y académicos, internacionales que las condiciones para la normalización de las relaciones entre ambos países, hace tiempo que estaban maduras y la cuestión era la oportunidad y la determinación política de hacer pública la determinación, que era además. inevitable.
En definitiva se puede hablar del triunfo del realismo político en Estados Unidos y de la dignidad y el patriotismo de Cuba, tanto como de una fuerte dosis de valentía política, coherencia y responsabilidad histórica. de Raúl Castro y Barack Obama.
También se puede, con justicia, hablar de un triunfo de la solidaridad internacional con Cuba
Ambos gobiernos y ambos líderes han puesto en la balanza su estatura política, su liderazgo, poniendo en la balanza su imagen y su legado histórico, en una apuesta de política internacional que ya estaba madura, pero que requería de una fuerte dosis de valentía, y de un sentido de responsabilidad política ante sus pueblos y ante el mundo.
Cuba en los últimos años se ha ganado su lugar en la comunidad internacional, y uno de sus mayores logros fue presidir en 2013 la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac, la máxima instancia regional ( 33 países), sin Estados Unidos y Canadá.
Cuba mantiene relaciones diplomáticas con prácticamente todos los países de la región, y a escala global, y Estados Unidos ha seguido perdiendo en la ONU su recalcitrante posición de mantener el embargo contra la Isla.
Mientras tanto, cada vez mayores sectores empresariales, académicos y políticos de Estados Unidos, reclaman una relación formal, y activa con Cuba, en busca de negocios, vínculos culturales, relaciones políticas y hasta por un imperativo moral.
La anunciada normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos- un proceso que seguramente tendrá un camino no sin dificultades para su materialización definitiva, pone fin a más de medio siglo de confrontación, entre el bloqueo y hasta la conspiración para asesinar a Fidel Castro y una consiguiente épica insurgente y plantea una tarea política a ideológica ingente, en un escenario pleno de interrogantes políticas prácticas, intereses económicos, estrategias de integración y escenarios de seguridad complejos.
Es por ello que el anuncio ha sido recibido con optimismo en las esferas de gobierno de la región, que esperan con expectación nuevos pasos prácticos y simbólicos en el proceso de la normalización Cuba-Estados Unidos. Una oportunidad puede ser la Cumbre de las Américas, en abril próximo en Panamá donde se sentarán en la misma mesa, Raúl Castro y Barack Obama.
La presidenta chilena, Michelle Bachelet subrayó que “estamos viviendo un momento extraordinariamente importante e histórico para nuestra región”, y el gobierno emitió una declaración planteando la necesidad de “llegar al anhelado fin del bloqueo económico que ha afectado a Cuba y a su pueblo por tantas décadas”.
Sin duda quedan tareas por delante, tanto para Cuba como para Estados Unidos, Y bien hacen los gobiernos y sectores democráticos de la región en acompañar el proceso, facilitar, propiciar los avances políticos, diplomáticos, culturales , sociales, que serán impulsados en el marco del proceso de normalización,
Pero no hay que confundirse. Algunos, en Chile como en otros lugares del mundo, se apresuran en pretender, ponerle “condiciones” a Cuba, como si La Habana tuviera que rendir pruebas de “blancura”, prometer “buen comportamiento”.
El senador democratacristiano chileno,^Patricio Walker mantiene su agresivo discurso, señalando que “es la hora de la democracia y del respeto a los derechos humanos. Por eso hacemos un llamado a la dictadura castrista a transitar hacia la democracia, a respetar los derechos humanos. No les queda ninguna seudo excusa para mantener el régimen totalitario”.
Por su parte el Partido Comunista de Chile, enfatizó que el anuncio de la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, “es un triunfo de la consecuencia, de una política exterior coherente con principios fundamentales que deben regir la coexistencia pacífica de los Estados”.
Lo fundamental en el proceso de negociación vivido, ha sido el respeto mutuo, entre las partes, la comprensión de que la historia tiene su papel, pero no puede determinar o condicionar el porvenir.
Si alguien quiere dictar normas para un eventual escenario político futuro de Cuba, debe partir del respeto al derecho democrático, soberano, de los cubanos, de decidir sobre su futuro.
Lo cierto es que los pasos dados constituyen un triunfo de Cuba, del patriotismo que ha movido a sus gobernantes y a su pueblo, de mantener su independencia, y soberanía durante mas de 50 años de confrontación desigual, de la dignidad para enfrentar las carencias privaciones y sacrificios, y de su valentía cuando hubo que encarar la conspiración, el sabotaje, el terrorismo, la agresión.
Los tiempos que vienen serán complejos. Cuba hará, como siempre lo que deba, pero no hay que bajar la guardia. La solidaridad, el apoyo, deben seguir siendo la consigna internacional de nuestros pueblos, en defensa de la soberanía, la independencia, la autodeterminación de Cuba.
Por Marcel Garcés, periodista miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital
Santiago de Chile, 18 de diciembre 2014
Crónica Digital
Muy bueno tu artículo Marcel. Justo cada punto abordado con elegancia, inteligencia y profesionalidad. Para los cubanos, es el mejor regalo del año y posiblemente de nuestras vidas.