Hace 40 años, cuando las recetas neoliberales hicieron su entrada en Suramérica como la supuesta solución a todos los problemas económicos, se dinamitaba también la esperanza de alcanzar pactos democráticos en la región.   La explosión que esas políticas acarrearían no la imaginaron muchos en aquel entonces, pero la pandemia que ahora azota al mundo la pone de relieve de manera descarnada. Ante la vulnerabilidad y la indefensión de millones de habitantes en esta parte continental, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) redobla los llamados a la construcción de un nuevo orden que asegure las necesidades ciudadanas indispensables y resuelva los problemas estructurales del mundo del trabajo. Con la expansión del coronavirus actuando como catalizador, la Cepal prevé que el número de personas en situación de pobreza se incrementará en 45,4 millones en 2020, con lo que el total de individuos en esa condición pasaría de 185,5 millones en 2019 a 230,9 millones en 2020, cifra que representa el 37,3 por ciento de toda la población latinoamericana. El organismo considera imperiosa, para luchar contra la inequidad imperante, la implementación de un modelo de desarrollo mejorado, y un pacto social y político donde exista una nueva ecuación entre estado, mercado y sociedad, para lograr un régimen universal de protección y acceso a bienes públicos básicos. Para Latinoamérica se trata de una tarea titánica porque el neoliberalismo no solo volvió obesas las arcas de los ya ricos, también buscó la manera de perpetuar el sistema por diversas vías. La desigualdad no surge de las fuerzas abstractas del mercado, sino que nace de la manera en la que se distribuye el poder político en una sociedad, alerta el investigador mexicano Jaime Cárdenas en su libro Las características jurídicas del neoliberalismo. Considera que idénticos patrones se reproducen gracias a las manipulaciones de los grandes conglomerados de poder, lo mismo al poner a su servicio el sistema electoral que al controlar los medios de comunicación o al ejercer cabildeo en los Congresos Nacionales u otras instancias de gobierno. La democracia es incompatible con la concentración extrema de ingresos, y el modelo neoliberal promueve esa concentración de la riqueza en pocas manos, concluye. Dice Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía (2001), que las grandes empresas también, a través de los altos costos de acceso al sistema judicial, desestimulan que los débiles accedan a él en igualdad de condiciones que los ricos. La advertencia del economista solo intenta llamar la atención sobre el hecho de que cuando algún estado intenta aprobar leyes en beneficio de los débiles, principalmente en el ámbito financiero, fiscal o presupuestal, las reacciones de los mercados financieros mundiales son desproporcionadamente opuestas. Por ejemplo, las agencias de calificación que evalúan la deuda soberana condenan ese tipo de decisiones estableciendo calificaciones muy bajas o se presiona a los estados con la amenaza de sacar las divisas invertidas en el país respectivo o, en el mejor de los casos, se les niega préstamos internacionales o se les sitúa en la lista negra […]

Carlos Guajardo Académico Facultad de Educación, UCEN Estos días se conocieron las apreciaciones del Ministro de Educación ante la comisión del Senado junto a los comentarios realizados por el presidente del Colegio de Profesores, en esta suerte de obligatoriedad por retornar a las clases presenciales en una pandemia que aún continúa. Más aún, observando otros países de la región y de Europa, que han decidido dar un paso atrás y dar por cerrado definitivamente el año académico 2020. En Chile, con el denominado “Paso a Paso”, tenemos comunas que continúan en cuarentena y otras que se encuentran en transición. Frente a ello, es complejo entender que algunos establecimientos efectivamente puedan abrir sus puertas (con una cantidad mínima de alumnos por aula) y, por otra parte, con alcaldes que simplemente decidieron cerrar sus establecimientos. Entonces, cuál es la verdadera preocupación, ¿quién toma en cuenta las modificaciones curriculares que los profesores tendrán que hacer a partir de los conocimientos previos que supuestamente han desarrollado los niños? Quienes nos dedicamos a la educación, las cosas no funcionan así. Un profesor sabe que antes de comenzar una nueva unidad, debe hacer un diagnóstico de sus estudiantes, con tal de no partir a ciegas con los objetivos de aprendizaje que se proyectan en una determinada asignatura. Concluido este hito evaluativo, se podrá planificar la unidad siguiente sin dar por sabido que ya lo sabe todo. Esta acción, para los que no se dedican a la educación puede sonar simple, sin embargo, conlleva un análisis multidisciplinar que involucra a educadores diferenciales, psicólogos, fonoaudiólogos, etc. No es justo decir que los docentes estamos cómodos desde nuestros hogares en esta modalidad virtual de clases. Muchos se encuentran con licencia médica por agotamiento laboral, ya que además de estar en pantalla con los estudiantes, debemos: revisar informes, trabajos, pruebas, los que se deben hacer hasta altas horas de la noche e incluyendo los fines de semana, el desgaste provoca problemas cervicales y oculares que muchos hemos padecido. Ser profesor en Chile, implica vocación y ética profesional. Ninguno puede sentirse conforme con que nuestros estudiantes no estén aprendiendo el currículo nacional, y menos, bajo una modalidad que se nos ha impuesto. Hay que estar ‘con los pies en el barro’ para opinar sobre el esfuerzo que hacemos los docentes, incluso a nivel universitario, para que ningún estudiante quede ajeno a recibir una educación equitativa y de calidad. Pensemos en los profesores antes de tomar decisiones que puedan ser perjudiciales para su propia salud, los docentes también hemos sido parte de la ‘primera línea’ cuando de educación se trata. Santiago de Chile, 18 de agosto 2020 Crónica Digital

A mis 30 años, yo estaba haciendo trabajo posdoctoral en la Facultad de Ciencias de la Chile, pero pasaba buena parte de mi tiempo en las cercanías de Plaza Italia, y en particular, en calle Lastarria. Resulta que en mi deambular por lugares alternativos de Santiago, había conocido a una joven dama, muy hermosa e inteligente, que estaba haciendo un doctorado en filosofía en la Universidad Católica. Para mi sorpresa, los padres de esta niña eran acaudalados y le habían regalado un departamento en el décimo piso de un edificio residencial, casi frente a “La Cato”. Constaba de un dormitorio amplio con baño en suite, un living comedor compacto, una pequeña cocina bien equipada, un clóset grande, un balcón y una loggia. Como no había estudio, Bernardita había puesto su escritorio, con computador e impresora, en el espacio que quedaba a los pies de su cama king size, frente a un ventanal. Debo aclarar que yo no andaba tratando de conquistar a esta damisela (26 años), sino que teníamos una relación ya ejecutoriada. ¿Okey? Bueno, era, aparte de hermosa, algo más alta que yo (la historia de mi vida), de modo que cuando nos paseábamos por calle Lastarria buscando un lugar donde comer, adoptábamos una postura que trataré de describir: ella, parada a mi derecha, me rodeaba los hombros con su bracito izquierdo dejando caer su bella manito sobre mi clavícula izquierda. Yo se la tomaba con mi mano izquierda. Por mi parte, yo la abrazaba por la cintura con mi brazo derecho y ella me tomaba la mano con su manito derecha. ¿Simpático, inofensivo, dirán ustedes? Nada de eso. Esta postura era (y sigue siendo) una llave de jiu-jitsu filipino potencialmente mortal, llamada magsaysay. ¿Cómo así? Resulta que, si yo me dejaba caer sobre ella hacia mi derecha, o si ella se dejaba caer sobre mí hacia su izquierda, el golpe en el suelo podía quebrar huesos esenciales que perforaran órganos vitales y la muerte sobrevenía en pocos minutos debido a una severa hemorragia interna. Por cierto, estábamos muy conscientes del riesgo y jamás nos dejamos caer sobre el otro desde esa posición. Un día, Bernardita me reveló que su tesis doctoral tenía por título “Estudio comparativo de las filosofías de Demócrito y Epicuro”. A mí en filosofía no me pillan, así es que salté de inmediato: “¿Cómo? ¡Pero ese es muy parecido al título de la tesis de Marx! ¿No podría pensarse en una suerte de plagio?”. Mi dama tenía esto muy bien digerido y respondió: “La verdad que no. Han transcurrido casi 150 años desde que Marx presentó su tesis, de modo que la perspectiva sobre el tema ha cambiado por completo. Imagínate todo lo que ha ocurrido en términos históricos, culturales y filosóficos. Ya que te gusta Borges, piensa un poquito en ‘Pierre Menard, autor del Quijote’ ”. Mi polola se las traía. Bueno, después de nuestras sesiones amatorias, Bernardita solía trabajar en su tesis desnudita, exhibiendo su preciosa espalda ante mis ojos. En esos momentos […]

Por Manuel Cabieses Donoso * Si para construir una alternativa de Izquierda sólo se necesitara fundar un partido, ya se sabría. Pero llevamos años insistiendo con ese método, sin resultados. En Chile hay más de 41 partidos (25 legales, ocho en formación y ocho en trámites), y decenas de grupos que producen abundante propaganda en las redes sociales. La mayoría son de franca Izquierda. Se trata de respetables esfuerzos que diluye la tempestad tecnológica, científica y cultural de la nueva época que vive la Humanidad. Entonces, ¿qué? ¿Rendirnos? ÂíJamás! Pero tengamos claro que mientras las aspiraciones de cambio social se entrampen en las reglas y esquemas orgánicos que impone el sistema, estaremos frustrados. Debemos construir nuevas formas de organización en Chile. Una de tipo horizontal que oriente a millones de hombres y mujeres, cada uno un mundo de hechuras ideológicas y filosóficas que, sin embargo, coinciden en sus anhelos de justicia social. En esta búsqueda hay que estimular las opiniones y propuestas que ayuden a enderezar el rumbo de la Izquierda. Una muy seria formuló Raúl Pellegrin Arias**, de larga militancia en el PC, que dejó por considerarlo «erosionado por su calcificación y pérdida de credibilidad». Más o menos el mismo motivo que ha llevado a varios miles a abandonar los partidos de Izquierda. La propuesta de Raúl Pellegrin Arias, en lo fundamental plantea: «En mi opinión se debe trabajar en múltiples sentidos: seamos como los girasoles. Son organismos que se nutren de la vida, de sus raíces, del agua, de la tierra y del sol: se mueven constantemente para asimilar mejor la energía y la alegría. «Los girasoles son generosos, lanzan al viento sus semillas para fecundar más vida. Y lo más importante, los girasoles no pierden nunca el Norte. Saben hacia dónde camina la vida. Aunque nos sintamos solos, aunque nos asalte la desesperanza, aunque los plazos nos parezcan muy largos, seamos cada uno un girasol activo. Tenemos mucho que entregar. «En este mundo hay muchos girasoles, acerquémonos a otros y formemos ramilletes de girasoles. Cuando estos ramilletes se desarrollen, echarán a andar, formando un torrente que abrirá a una vida nueva, y nacerá el necesario hilo de la unidad». Puntualizando su propuesta propone: «1. Ser como los girasoles. Uno, dos ramilletes, miles, estudiando la conducta humana, haciendo conciencia, sembrando la comprensión de la realidad social, defendiéndose de la explotación, luchando por las reivindicaciones como una forma de hacer conciencia. 2. Organización. Me parece que no es el momento por desvivirse por la unidad formal, que hoy adquiere formas infestadas con viejos vicios de poder, hegemonía, ambición. El hilo conductor aparecerá entre los girasoles como una forma orgánica y natural. 3. En lo personal, asumir esta vida sin tormentos. No es excusa decir: «este problema sólo lo pueden asumir los jóvenes». Es ignorar las raíces y la experiencia de los pueblos. 4. Romper con la inercia. «No estoy ni ahí», «Me fui para la casa», son frases de desaliento, explicables en gran medida, pero que pueden ser superadas por la comprensión […]

Como es costumbre, cada año los chilenos y chilenas celebran la primera Junta de Gobierno ocurrida un 18 de septiembre de 1810. Entre feriados, fondas y fiestas masivas, la población chilena festeja las Fiestas Patrias.  Ese era el contexto en el que se encontraba Antonia Barra Parra. Era septiembre de 2019, previo a una rebelión social que estalló un mes después en Chile y mucho antes de la pandemia por la Covid–19.  Así, viajó a Pucón junto a su amiga Consuelo Uribe y la pareja de ésta, Tomás Monje. Asistieron a la discoteca Ex Sala Murano de la comuna para pasar una noche de 18 de septiembre que iba a ser, supuestamente, una de tantas.  Sin embargo, nada hacía presagiar que esa madrugada sería decisiva para la decisión que llevó a Antonia Barra a terminar con su vida tres semanas más tarde, a partir de la cual se abriría una investigación penal con consecuencias impensadas. ¿Qué pasó? Antonia hubiera cumplido 21 años el 3 de diciembre de 2019. Vivía en Temuco y era una estudiante de Ingeniería Comercial en la Universidad Mayor. Ya en la madrugada del 18 de septiembre, en la discoteca Antonia se encontró con Martín Pradenas quien, según los relatos de la misma víctima, le insistía para que se fueran juntos. Consecutivamente, Barra fue llevada por Pradenas. Así lo declaró un joven amigo de Consuelo Uribe, Emilio Gobich, quien estuvo esa misma noche en la disco, conversó con Antonia y vio lo que estaba sucediendo. En ese sentido, prestó declaraciones al Ministerio Público y dijo: “Martín la llevaba del brazo y Antonia iba apoyada en éste, mirando hacia arriba. No sabe si estaban conversando o si estaba desorientada”. Posterior a eso y una vez fuera del local, una guardia de seguridad de un supermercado de la ciudad, grabó cómo Martín conducía a la víctima hacia un rincón en el estacionamiento del recinto. En las imágenes se evidencia la dificultad para caminar en la que se encontraba Antonia. La mujer que custodiaba el lugar y que grabó los hechos prestó declaraciones para los medios y señaló: “El chico quería intimar con la niña, ella estaba muy bebida y se notaba que no quería tener relaciones”. Finalmente, Pradenas logró llegar con Antonia a una cabaña que había arrendado junto a otros amigos en Pucón. Uno de ellos atestiguó que la vieron llegar.  Mensaje de WhatsApp: Aproximadamente a las 7 de la mañana, Antonia ya estaba en esa cabaña a la que fue llevada y en la que vivió la violación por la que se le acusa al único imputado del caso, Martín Pradenas. La víctima relató que fueron hechos confusos y que de un momento a otro despertó, o más bien recobró la consciencia. Así, queda plasmado en una conversación que tuvo Barra con su ex pololo, Rodrigo Canario: “Lo único que me acuerdo fue haber despertado o como estar más consciente y, el hueón estaba arriba mío y le dije ‘sale mierda’, y me salí y llamé a […]

El historiador Luis Vitale Cometa fue reconocido en el mundo académico por la originalidad de su obra “Interpretación Marxista de la Historia de Chile”, pero su producción intelectual fue enorme y más amplia. Su actividad en Chile, al cual llegó desde su Argentina natal en 1955 con 28 años, fue más allá de la academia: integró el primer Consejo Directivo Nacional de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), fue un gran colaborador de Clotario Blest y participó en la fundación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) el 15 de agosto de 1965. Aún conservamos un original de un pequeño trabajo que publicó en el año 1999 y que tituló “Contribución a la Historia del MIR”, que firmó como “investigador y testigo de época”. Contaba en sus primeras páginas que el escrito “tiene como base un borrador que comencé a elaborar cuando el padre de Miguel Enríquez, don Edgardo, me solicitó en 1978 en Caracas –en un descanso del Encuentro de Solidaridad Internacional– que redactara un ensayo de Miguel como político”. Vitale comentó que “mi ensayo podría comenzar desde el día en que lo conocí. Sí, porque vi un joven en pos de una utopía y con decisión de conquistarla ‘jusq’au bout’ (hasta el final), como diría Moustakis”. Y comentó que, a medida que avanzaba en el plan de su trabajo, “me fui dando cuenta que la vida política de Miguel sólo podría ser comprendida cabalmente analizando el proceso de génesis y desarrollo del MIR”. Cuenta que en el proceso de formación político de Miguel Enríquez y el MIR tuvieron un papel clave la revuelta social del 2 de abril de 1957, una “cuasi insurrección popular urbana” de estudiantes, obreros y pobladores de Santiago, Valparaíso, Concepción y otras ciudades que “ocuparon durante dos días las calles, haciendo retroceder los carabineros y obligando al gobierno a sacar algunas unidades del Ejército”. En segundo lugar, la derrota inesperada de Salvador Allende en las elecciones presidenciales del año siguientes, cuando el candidato de la izquierda perdió por apenas 40.000 frente al abanderado de la derecha, el empresario Jorge Alessandri. Poco más tarde, “se produjo el principal impacto político experimentado por la generación de Miguel: el triunfo de la Revolución Cubana, la entrada de los barbudos de Fidel, Camilo y el Che a La Habana el día del Año Nuevo de 1959”. Según consigna Vitale, desde 1961, se comenzó a desarrollar lo que denomina “el proceso de unidad revolucionaria”. Dice que “el primer paso hacia la unidad de las fuerzas revolucionarias lo dio el presidente de la CUT, Clotario Blest, al formar el M3N –sigla surgida a raíz del gran Paro general y la Concentración del 3 de noviembre de 1960 de unas 50.000 personas en Plaza Artesanos”. El manifiesto–saludo del grupo a los trabajadores señalaba: «El M3N es un movimiento revolucionario que tiene por finalidad orientar las luchas hacia la transformación sustancial del sistema capitalista por un régimen revolucionario dirigido por los trabajadores (…) El M3N sólo confía en la movilización del pueblo para […]

Por Rafael Calcines La prolongada huelga de hambre de 27 presos mapuches en cárceles de la Araucanía chilena parece ser solo un capítulo más del secular conflicto de ese pueblo originario que se remonta a sus luchas contra la colonización extranjera. Entre los huelguistas está el respetado machi (líder espiritual) Celestino Córdova, quien se encuentra en grave estado de salud, lo que mantiene expectante al país, tras la negativa de la Corte Suprema de Justicia de atender a sus demandas. En las últimas semanas la violencia ha arreciado en puntos de las regiones de la Araucanía y Bío Bío, donde comunidades mapuches ocuparon seis alcaldías como forma de presión para que el Ejecutivo acceda a la demanda de los huelguistas de poder cumplir al menos una parte de las condenas en sus territorios de origen. Ello está previsto en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales, del cual el Estado austral es signatario, pero hasta ahora no lo ha cumplido. La falta de una respuesta a las reivindicaciones de los huelguistas no es un fenómeno atribuible únicamente al Gobierno de Sebastián Piñera. Es la misma actitud que a lo largo de la historia mantuvieron sucesivas administraciones ante las demandas de ese pueblo por sus territorios ※de los que se apoderaron grandes empresas agrícolas y madereras※, por el respeto a su cultura, idioma, religión y cosmovisión. Por ello el problema va mucho más allá de permitir que Córdova y sus compañeros puedan volver a las respectivas comunidades, sino que tiene un fuerte basamento histórico que, a juicio de muchos, solo se comenzaría a zanjar con un cambio profundo dentro del conjunto de la sociedad. Analistas políticos e historiadores advierten que un paso fundamental en ese sentido será el plebiscito para una nueva Constitución, el 25 de octubre próximo, en el cual se asegura que ganará la opción por el sí. Esto abriría el camino a la redacción de una Carta Magna en la cual podría quedar plasmado el carácter plurinacional del Estado chileno, y ofrecería un verdadero espacio de participación a los pueblos ancestrales, no solo mapuches. Obviamente, en ese camino habrá muchos obstáculos, desde la oposición de las grandes empresas nacionales y extranjeras, que controlan las riquezas de las tierras originarias, hasta un arraigado racismo que emergió con inusitada fuerza durante los hechos violentos más recientes. Lo anterior contrasta con la posición de la aplastante mayoría de ciudadanos que, según una encuesta realizada, consideran que ese pueblo indígena debe ser reconocido en la Constitución. Estiman además que se les reintegren sus territorios ancestrales, que el mapudungún (lengua nativa) sea contemplado como idioma oficial, y que la solución del conflicto sea encarada por la vía política, no con la militarización de la Araucanía. Un respaldo que ya se expresó en las calles con banderas y símbolos mapuches encabezando el gran movimiento social iniciado con el estallido popular del 18 de octubre de 2019. Santiago de Chile, 15 de agosto 2020 Crónica Digital/PL/ Tomado de […]

La Izquierda chilena –y también la de más allá- necesita poner al día su programa, métodos de acción y referentes ideológicos para convertirse en alternativa de poder. El plumero revolucionario debería ser implacable con las telarañas del dogmatismo y con el polvo del oportunismo. La lucha revolucionaria de nuestros días tiene un sesgo marcadamente cultural.  Debe derribar la contracultura del capitalismo y su ariete, el consumismo, que es hegemónica. Los golpes recibidos en ese terreno han sido muy duros. Son los caminos que nunca más se deben recorrer. Un traspiés mayúsculo fue asimilar conceptos antagónicos: socialismo con estatismo. Socialismo es sinónimo de poder popular, de libertad y democracia; estatismo, en cambio, es la concentración del poder y  la dictadura de una oligarquía burocrática. Socialismo es libertad y estímulo de capacidades e iniciativas que concurran al bien común. El estatismo, en su forma extrema, levanta muros de contención a las aptitudes individuales e ignora –cuando no persigue- las diferencias filosóficas, religiosas y de género. El propósito socialista de nuestra época es crear condiciones sociales, económicas y políticas que permitan a las masas conquistar posiciones más sólidas para avanzar hacia objetivos superiores. La molicie intelectual provocó la muerte de muchos partidos de Izquierda. El cambio de época obligaba a estrujar las neuronas y someterse a dura autocrítica para reestructurar el ideario socialista. La ideología revolucionaria requiere de nuevos programas y consignas, otros discursos e instrumentos de propaganda, distintos métodos de acción, formas orgánicas y tácticas de lucha. Vivimos la época de la inteligencia artificial, no la del ferrocarril y el telégrafo de los precursores ni de las cúpulas dirigentes del pasado más reciente. Se necesitan nuevas ideas para reactivar las turbinas revolucionarias. El mundo asiste a la agonía del  capitalismo pero no necesariamente a su desaparición. El capitalismo -lo ha demostrado- puede tener muchas muertes y otras tantas resurrecciones. Incluso mutar en  versiones mafiosas en sociedades que vivieron décadas de “socialismo real”. Los proyectos socialistas deben incluir líneas de construcción que no se tuvieron en cuenta o subvaloraron en el pasado. El de hoy debe ser un proyecto de amplia mayoría y no solo de vanguardias. En Chile aprendimos al costo de miles de vidas que no basta una victoria electoral del 37%, que obliga aceptar tutorías políticas para acceder al gobierno. Hoy la absoluta mayoría es determinante. En 1970 éramos un país de 9 millones. Hoy somos casi 19 millones. En el plebiscito de octubre por una nueva Constitución tendrán derecho a voto casi 15 millones. En la dimensión de esa realidad -y del mundo que cambió de época- hay que trabajar el proyecto socialista. Lo fundamental siempre será la acumulación de conciencia y organización. Pero los reveses sufridos indican que de manera simultánea hay que construir las defensas de la sociedad socialista que nace. La soberanía alimentaria y el aseguramiento de insumos médicos, por ejemplo, son vitales. Como también lo es un ejército identificado con el proceso de cambios. Postergar la actualización ideológica y orgánica del socialismo, es regalar tiempo al capitalismo para que […]

Jaime Bravo Campos Convengamos que en Chile no existe una derecha liberal, salvo en algunos nichos académicos. El intento de la “patrulla juvenil” de renovar la derecha terminó en la peor de las versiones autoritarias, con Mathei, Espina, Piñera y Allamand tributando a la defensa de un orden sin orientación más que defender lo existente. Los arrebatos de Bellolio constituyeron uno más de los cantos de sirena que terminan subordinándose a la misma y atávica derecha autoritaria. Como es evidente, la derecha chilena se ha alejado de los modelos más europeos tradicionales a los que algún día miró para transformarse progresivamente a las versiones “tea party”, “la familia” u otras que expresan una baja convicción democrática. Revisemos esto último. De un tiempo a esta parte la derecha nos quiere hacer creer que la denuncia de la existencia de violaciones a derechos humanos es un arma política y no el control que se ejerce sobre el respeto de derechos que subyacen a la convivencia y, particularmente a la democrática. Pareciera haber dos respuestas inadecuadas. La que sostiene que “hay violaciones a los derechos humanos en democracia” o la que niega las mismas frente a toda evidencia. La primera, que vale la pena comentar, reduce la condición democrática a aspectos solo procedimentales (de alta importancia pero insuficientes) y no al carácter sustantivo de cómo se organiza la vida en un marco de derechos. Por ello, se tratan las violaciones a los derechos humanos, como lo ocurrido a partir del 18 de octubre o las situaciones observadas en el territorio histórico mapuche, como rupturas acotadas en un contexto de normalidad. Esta táctica es altamente preocupante y peligrosa. Pudiera obedecer, por transferencia directa, a la transmisión de prácticas observadas en Colombia en el marco del “uribismo” de una combinación insana de uso de la fuerza, rompiendo todo estado de derecho y la mantención de las formalidades democráticas. Lejos de eso, las transgresiones al marco de derechos humanos no corresponden a un dominio sectorial, sino afectan al carácter mismo del estado democrático. Si no se preserva la vida y la integridad de quienes se manifiestan o expresan ideas diversas, si en la contención de aquello que “rompe el estado de derecho” se violan todas las normas que “se busca proteger” y es el Estado quien impulsa o protege dichas transgresiones, es algo más que una mera fractura lo que huele mal. Contraponerse al “uribismo” de nuestra derecha, es no aceptar la naturalización de la violencia que el estado promueva, desarrolle y/o proteja. La situación en la Araucanía, lejos de constituir hechos aislados, antecede a la violencia contra manifestantes en el marco de las movilizaciones del 18-O y las ha acompañado y sucedido. Es la violencia que ha terminado en muertes no explicadas. Es la misma que terminó con la vida de un trabajador del cobre en Salvador hace unos años. Detenerla es imperativo, para que no sea violar los derechos humanos sino la dignidad lo que se haga costumbre. El autor es economista y experto […]

En las últimas tres décadas de democracia neoliberal, el Estado chileno y sus gobiernos de turno, han profundizado sistemáticamente la violencia y represión en contra nuestra nación mapuche, la militarización del territorio, la indolencia política, el descaro del saqueo, siembra el terror por los campos y ciudades, los elementos de coacción, control y vigilancia de los aparatos de seguridad, operan cual dictadura sanguinaria estuviese gobernando. Resultado de esta doctrina colonial de Estado, se han asesinado hace solo unos días cruelmente a jóvenes mapuche, se han allanado a comunidades, se han torturado, encarcelado y detenido a una centena de dirigentes que incluye a mujeres, ancianos y niños. Violadas históricamente todas las garantías jurídicas, procesal e investigativa, tenemos como respuesta en julio de este año 2020 una desesperada huelga de hambre de un conjunto de miembros de la nación mapuche que ya superan más de 90 días en distintas cárceles construidas en nuestro propio Wallmapu. En este contexto, y bajo una declarada crisis sanitaria mundial, se vulneran los derechos que les asisten a los mapuche. En esa perspectiva, en ciudad de Nueva Imperial, el machi Celestino Córdova es internado en el hospital trasladado desde cárcel de Temuco, debido a su inminente deterioro de su salud en el que se encuentra, privados de sus derechos como autoridad espiritual y de salud, cumple una condena a todas luces injusta, en una cárcel construida para encerrar la protesta mapuche, profecía auto-cumplida del colonizador. El colonialismo iniciado en el continente a finales del 1400 significa pandemia en todos sus términos, murieron a causa de esta invasión más de setenta millones de indígenas efecto de enfermedades, desnutriciones, torturas, etc. Por lo tanto, este delito de lesa humanidad tiene responsables materiales que la emancipación futura debe reparar, sería sin embargo ingenuo imaginar que habrá justicia efectiva de parte de los tribunales chilenos, manchados de sangre durante toda su historia y ministerio de colonia y guardianes de cuarteles de violaciones de derechos humanos. Hasta el día de hoy, no existen indicios concretos del cese de violaciones a los derechos humanos colectivos indígenas, ni creemos que los vaya a haber, como han establecido en convenciones y declaraciones de los organismos de la comunidad internacional, lo que hace pensar, que el camino diplomático termina entrampado en una burocracia tecnocrática que no garantizará ni obligará a ningún estado ni tribunal a hacer justicia efectiva. Para el caso Mapuche, desde la ocupación militar de 1881 a la actualidad, los mecanismos de coerción se han instalado mediante diversos métodos y tácticas para desmovilizar las legítimas luchas nuestras. De este modo, se instalan las mentiras del presente como verdades y se niegan las verdades del pasado para sepultar las del presente y el futuro. Se utiliza e invoca crisis sanitaria de occidente para profundizar  el crimen en contra de nuestra nación, si no es de salud pública, es financiera, recesiones truchas, inestabilidad política, o necesario cuidado de la democracia la paz y el orden o, por último, el “estado de derecho”, esa figura que nadie […]

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Un café en una plaza con historia....

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