Por Luis Baez: ENTREVISTA CON VOLODIA TEITELBOIM

Valentín Teitelboim Volosky, más conocido como Volodia, nació en Chillán, en el centro de Chile, el 17 de marzo de 1916. Sus padres eran los inmigrantes judíos Moisés Teitelboim, ucraniano, y Sara Volosky, moldava.

De niño le decían cabeza de incendio por ser pelirrojo. A los 16 años, después de vivir un corto tiempo en las ciudades de Talca y Curicó, llegó a Santiago, donde empezó a estudiar derecho en la Universidad de Chile. Santiago era una ciudad lóbrega. La crisis se hacía más violenta y se desataron las enfermedades de la pobreza.

Durante la década de 1940 sufrió, al igual que todos los militantes del Partido Comunista de Chile (PC), la persecución y el exilio, una vez dictada por el entonces presidente Gabriel González Videla la Ley de Defensa de la Democracia, también conocida como Ley maldita en círculos comunistas.

Estuvo relegado y detenido en la localidad de Pisagua.

Entre 1961 y 1965 fue diputado por Valparaíso. En 1965 fue electo senador por Santiago, y permaneció en este cargo, con la más alta mayoría nacional hasta el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973.

Al terminar la carrera de derecho presentó su tesis de grado titulada «El amanecer del capitalismo. La conquista de América».

Periodista, crítico literario y fundador en 1954 la revista cultural «Aurora», y más tarde, durante su exilio, hizo lo mismo con «Araucaria de Chile».

Desde temprana edad manifestó inquietudes literarias. Leyó intensamente «El Peneca», a Emilio Salgaria, Julio Verne y la Biblia. Considerado miembro de la Generación Literaria de 1938, ejerció la crítica en diversas publicaciones. Su mirada crítica siempre estuvo atenta a las letras latinoamericanas y universales. Durante medio siglo, incluyendo sus quince años de exilio europeo, trabajó como analista del quehacer literario de otros autores y, también, como creador en diversos géneros.

Durante más de 60 añós ha descrito una extensa parábola literaria, caracterizada por su compromiso e intensidad. Testigo y actor de nuestro tiempo, analista y expositor del proceso cultural chileno del siglo XX, ha dejado una obra que sólo puede ser producto de un activo participante de nuestra Historia.

A sus exitosas biografías de Neruda (1984), Vicente Huidobro (1993), Gabriela Mistral (1991) y Juan Rulfo (2004) sumó en 1997 «Los dos Borges, vida, ensueños, enigmas». Luego vinieron los cuatro volúmenes de sus memorias: «Un muchacho del siglo veinte», «Un hombre de edad media», «La vida, una suma de historias» y «Un soñador del XXI», publicados entre 1998 y 2004.

En 1952 publicó «Hijo del salitre», que tiene como protagonista a Elías Lafferte, histórico líder comunista y pieza clave en el desarrollo del movimiento obrero chileno, novela que fue descrita por Pablo Neruda en su prologo como un «racimo asombroso de vida y de luchas cargadas de semillas». Tuvo numerosas ediciones en el país y fue traducido a varios idiomas.

Sus novelas, escribió Fernando Alegría, están impregnadas de las luchas sindicales y escritas en un bello lenguaje.

En agosto de 2002, recibió el Premio Nacional de Literatura y fue merecedor de la Medalla «Haydee Santamaría», otorgada por el Consejo de Estado de Cuba y en enero de 2005 inauguró el Premio Casa de las Américas, con un apasionado discurso sobre Pablo Neruda.

Volodia volcó su pasión por la palabra no sólo en volúmenes, sino también en la arena política, donde los más diversos sectores lo han reconocido como uno de los grandes oradores del Congreso Nacional.

Estuvo casado con Raquel Weitzmann, junto con la cual crió como hijo al científico Claudio Bunster, quien al descubrir, en abril de 2005, que el destacado intelectual no era su padre biológico, adoptó el apellido de su verdadero progenitor, el abogado Álvaro Bunster, luego de romper públicamente con Volodia.

Esto constituyó una gran tragedia porque él quería mucho a Claudio y a sus hijos quienes, hasta ese momento, no se habían comunicado con él. Él tenía la esperanza, cada vez más tenue, de que pudiera tener lugar una reconciliación.

Según reveló la prensa chilena, Claudio Bunster visitó a Volodia en su lecho de muerte. «Él me apretó la mano y fue un momento mágico de reencuentro», dijo Bunster.

Con Eliana Farías, su segunda esposa, tuvo una hija, Marina, funcionaria diplomática.

En enero de 2008 sufrió un quebrantamiento de su salud, por lo que debió ser ingresado en la Clínica de la Universidad Católica de Chile. El día 26 del mismo mes su equipo médico comunicó que en las últimas horas una neumonía lo mantenía en estado de suma gravedad, y en los días siguientes se agregó una falla renal, derivadas de la neumonía y el cáncer linfático que lo llevaron a la muerte.

El parte médico del 31 de enero señaló que se encontraba en «un estado agónico terminal». Ese mismo día, a las 19:05, falleció a los 91 años de edad. Sus restos fueron velados en el ex Congreso Nacional, donde asistió gran cantidad de público a rendirle homenaje póstumo, incluyendo a políticos e intelectuales de diverso signo, entre ellos la presidenta Michelle Bachelet, que en la ocasión entonó el Himno de la Internacional Socialista.

El 2 de febrero fueron sus funerales en el Cementerio General, a los que asistieron miles de personas.

Al conocer la noticia del fallecimiento de Volodia el Presidente cubano Fidel Castro, expresó: 

«No diré que ha muerto. Pasó a vivir en las ideas. Nutrió las filas de los que luchan y seguirán luchando por aquellos sueños», 

Viejo y leal amigo de la Revolución Cubana. En numerosas ocasiones converse con él. Nuestro último encuentro fue en el 2005. Participó en diversos simposios sobre el cumpleaños 80 de su amigo Fidel. Hablamos en la residencia número 10 de protocolo.

Se lamentaba de que no podía viajar como antes. Me dijo que se sentía muy débil, pero que quería seguir luchando. Personalmente, me será difícil olvidar su gran calidez humana y su preocupación, hasta los últimos días de su vida, por los demás.

¿Hábleme de su niñez? 

Mi padre era comerciante. Vinieron a América en época de los zares, y la economía era difícil en Europa. Mis padres eran espíritus laicos, agnósticos. Siempre me sentí un niño muy chileno, soy de origen judío, pero no ejerzo. Ellos tenían una tienda. Nací frente al mercado, que entonces era la plaza típica campesina, donde llegaban los huasos con sus productos, las loceras de Quinchamalí. Mis primeros recuerdos están vinculados con la Plaza del Mercado. En ese entonces, era un gran descampado con piedras de huevillo y nosotros jugábamos allí.

Nuestra familia se trasladó a Talca, luego a Curicó, donde realice mis estudios primarios y los secundarios en el Liceo. Igualmente comencé mis asiduas reuniones en El Ateneo.

¿A que edad ingresó en la Juventud Comunista? 

A los 16 años inicié mi militancia en la Juventudes Comunistas. Desde entonces, la actividad política marcó un nuevo rumbo para mi vida. A los 30 ya era miembro del Partido.

¿Qué fue lo primero que escribió? 

Poesía.

¿En que año? 

1935.

¿Qué edad tenia? 

19 años. ¿De que se trataba? 

Publiqué en colaboración con Eduardo Anguita la «Antología de poesía chilena nueva». Era una antología iconoclasta que se proponía derribar a todos los consagrados del momento para así dar nacimiento a una nueva época. Este libro señaló un punto de controversia, ya que no incluyó a Gabriela Mistral y contribuyó a la célebre polémica literaria entre Vicente Huidobro, Pablo de Rokha y Pablo Neruda.

¿Al paso de los años que ha pensado sobre esa decisión? 

Fue un error. Éramos unos insolentes que decidíamos la suerte de los poetas chilenos. Gente que luchaba por la corona mundial de la poesía. En fin, una cosa provinciana del último país del mapa. A esta pasión nuestra por levantar a los renovadores se unía la pasión por la revolución política. La utopía era completa.

La periodista Maria Esther Gilio, le preguntó; ¿Por qué excluyó a Gabriela Mistral? 

Es una historia que cuento en mi biografía sobre Gabriela como para explicar ahora esta cosa tan rara. Mistral fue la que me reveló que existía la poesía. Yo era un alumno en la escuela primaria y tenía 8 ó 9 años. Recién había aprendido a leer. Entonces, en la escuela primaria nos enseñaban las «Rondas Infantiles» de Gabriela, incluso las cantaban y bailaban. Todo lo hacíamos los niños. Ella fue la mamá nuestra en poesía quien nos enseñó que existía. Algo que hacía que la lengua no fuera simplemente la lengua de la conversación, sino algo que buscaba algo, que se parecía a la belleza y a la alegría de ese momento.

¿Gabriela fue destronada? 

Doña Gabriela fue destronada por la aparición de un joven que se preocupaba por cosas que a nosotros también nos estaba preocupando, que era Pablo Neruda: el sexo, la mujer, el amor. No sé, estaba Neruda muy fuertemente requisado y consideramos que ella no era suficientemente moderna ni ultramoderna, porque eran los mitos también de la época.

¿Cómo reaccionó Neruda? 

No participó directamente porque estaba desempeñándose como cónsul de Chile en España. Respondió con un poema muy subido de tono que se llamaba «Aquí estoy». El no solía atacar, pero cuando era agredido respondía con mucha violencia.

¿Ya Gabriela lo conocía? 

Se conocieron en Temuco, donde era directora del liceo de niñas. Había llegado de Magallanes. Neruda todavía no era Neruda sino Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, un muchachito esmirriado, de piel oscura, de provincia sureña, llovida y abandonada. Ella se había ya revelado como poeta en un concurso, en 1914, donde triunfó con sus «Sonetos de la Muerte», una gran poesía.

¿Supo como fue el encuentro inicial? 

Neruda llegó a su casa y quien lo atendió le dijo que Gabriela no podía verlo, pues estaba enferma. Fue tal la expresión de desconsuelo en el joven que quien lo recibió le pidió que le dijera qué deseaba. Él respondió que traía unos versos. Entonces, le dijo que, si se los dejaba, tal vez ella podría verlos. Que volviera en unas horas. Cuando Neruda, regresó Gabriela en persona lo atendió: «Me he mejorado, le dijo, al leer sus versos, porque tengo la seguridad de que aquí hay un poeta de verdad». Y luego: «Una afirmación de esta naturaleza no la he hecho nunca antes».

¿Le dio algún consejo a Neruda? 

Lea mucho. No a los franceses. La suya es una literatura de boudoir, de escándalos. ¿Cuántos años tenia el poeta? 

Era un joven de quince años.

¿Cómo era Gabriela? 

Ya era muy conocida en todo Chile por sus poesías para niños. Una persona contradictoria, enigmática. Creo que todavía no ha sido realmente descubierta. Tuvo muchas dificultades en su existencia. Nació en una aldea, en una familia definitivamente pobre. Su padre los abandonó cuando ella tenía cuatro o cinco años. Aprendió, de una hermanastra que tenía, y mucho de su madre, analfabeta, pero con gran sabiduría campesina. Si vemos las circunstancias de su vida, es fácil observar que estaba condenada a no salir de allí. Ella leía, leía, leía y soñaba que la lectura podría llevarla a otra parte. Era una rebelde. Tenía ideas en defensa de la mujer de aquel tiempo, principio del siglo XX, las incitaba a conquistar sus derechos. Quiso entrar a la escuela normal, pero la rechazaron. No podía ser profesora porque no tenía ideas congruentes con el medio.

¿Mantenía una actitud muy cerrada? 

Su encierro, su desconfianza del mundo que la rodeaba, y sobre todo su manera de amar. Sus amores imposibles, su rechazo a la relación sexual unida a enamoramientos sin límites. «Te besaré hasta fatigarte la boca.» Creo que sólo puede compararse con los místicos Santa Teresa, San Juan de la Cruz, que amaban a Jesús de manera tan carnal como imposible de realización.

¿Muy católica? 

Sí, pero decía que no necesitaba los curas porque tenía comunicación directa con Dios. Esas palabras también la acercaban a los místicos. Permiten entender mejor su conducta en la relación de amor. En su infancia vivió una experiencia tremendamente traumática, una violación que sin duda la marcó muy profundamente. Tal vez nunca más se relacionó sexualmente con nadie. Lo pienso porque siempre tuvo amores imposibles.

No creo que haya tenido nunca relaciones sexuales después de aquel episodio de la infancia. En fin, es un personaje dramático que pagó con tragedia. Y cuando la gente empezó a murmurar sobre ella, nunca olvidó y nunca perdonó. Se exilió de Chile en 1921.

Una gran poeta 

No sólo era poeta. Tomó, y habló, con muchísima profundidad y mucho coraje sobre los problemas concretos de América latina. Pero estaba silenciada. Muchos prefieren la Gabriela de las rondas para niños a la que se pronuncia sobre la reforma agraria, la penetración extranjera, el analfabetismo, la falta de democracia, la hipocresía. Aunque no están en la plaza, con una espada en la mano y montados a caballo Gabriela y Pablo son padres de la patria.

¿Dónde lo sorprendió el Golpe de Estado de Augusto Pinochet? 

El presidente Salvador Allende me había enviado a Europa a explicar la situación crítica que se vivía en el país y conseguir la solidaridad de esos gobiernos.

¿En que país se encontraba? 

La noche del 10 de septiembre de 1973, la víspera del golpe, estaba en Roma. Y hubo una gran asamblea de gente inquieta por las noticias que venían de Chile estaba preocupado. Yo tuve que exponer ahí y me hacían preguntas que tuve que contestar: «Si hay golpe, ese golpe será aplastado. Pero qué pasará con la bandera popular y con el proceso democrático que se estaba desarrollando en Chile.

Yo exponía lo que podría decir; pero no podía poner la mano al fuego de que no habría golpe o de que la democracia triunfaría. Y al día siguiente tenía que volver a Chile, eso fue lo convenido; pero las líneas aéreas no admitían pasajeros para Chile 

porque todos los aeropuertos estaban cerrados en virtud de que decían de un cambio de gobierno.

Al no poder viajar, ¿Qué hizo? 

Permanecí 15 años exiliado en la Unión Soviética, desde donde dirigí el programa «Escucha, Chile», de Radio Moscú. Noche tras noche, día tras día, año tras año. Lo hacia contra toda esperanza. Cuando imperaban la tristeza y el pesimismo, allí estaba mi voz.

Hice 1.500 programas radiales contra la Junta, porque había en Chile censura absoluta. Salvo los directamente afectados, nadie sabía de las muertes o de los desaparecidos. Y algunos trataban de negarlo. Entonces, la verdad tenía que oírse desde 15 mil kilómetros de distancia.

Después en Chile se han publicado dos libros que recogen algunos programas de los 1.500, una décima parte. Pero esos son documentos de la época, de la historia que la gente pueda analizar.

Incluso «El Mercurio», el diario oficial de la época, se quejó porque mis comentarios eran sarcásticos respecto a Pinochet. Nunca se los tomó en serio, porque hablaba de lo que no se hablaba en Chile. Pero la gente de Chile lo escuchaba, porque no tenía otra radio que oír porque las radios estaban prohibidas. Lo atendían clandestinamente, se metían dentro de la cama y se tapaban. Y todavía hasta hoy, cuando voy a provincias, a los pueblos de Chile, aparece una viejita muy veterana para decirme: «Yo lo escuchaba por Radio Moscú».

¿Conoció a Pinochet antes que diera el Golpe de Estado? 

Recuerdo que en una ocasión se me acercó y me dijo: «Señor Teitelboim, tengo algo que confesarle. Le tengo mucha envidia. Cada vez que mi esposa lo escucha hablando por televisión dice que yo debería hablar así».

¿Cuándo volvió a su país? En 1988 volví a Chile. Ingresé de manera clandestina y me presenté a las autoridades. Posteriormente, escribí un libro: «En el país prohibido».

¿Cómo ingresó? 

Caracterizado, disfrazado, con peluca, con barbas y anteojos muy gruesos. Bueno necesitaba volver. Yo estaba condenado a muerte por la dictadura y aparecía en la primera lista de los que había que ser asesinados; pero debía vivir por mucha gente y tratar de decir todo lo que tuviera y no en forma diplomática, sino en forma muy directa.

¿Quedan en Chile todavía huellas del pinochetismo? 

Desgraciadamente sí designados de por vida. El problema es que el sistema electoral no ha sido tocado porque la derecha jamás acepta que lo toquen. Y, para modificarlo, se necesitan unos quórum, puestos por ellos, que son inalcanzables.

¿Cómo se sintió cuando retuvieron en Londres a Pinochet? 

Ese fue para mí un período de gran felicidad. En ese momento no había, en Chile, ninguna posibilidad de que lo juzgaran. Fue el mundo que lo juzgó. El no esperaba que los ingleses lo retuvieran. Había sido su aliado durante la guerra de las Malvinas. Los aviones ingleses aterrizaban en tierras chilenas, en Magallanes.

¿En que momento fue elegido secretario general del Partido Comunista chileno? 

En 1989. Ejercí hasta 1994, cuando Gladys Marín asumió el relevo.

¿Cuál fue su relación con Pablo Neruda? 

Fuimos muy amigos.

Manuel Toledo, de la BBC de Londres le preguntó: ¿Cómo escribir la biografía de un amigo? Ahora hay un editor inglés que acaba de escribir una biografía de Neruda donde dice: «La biografía de Teitelboim es extraordinaria; pero tiene un defecto, es la biografía de un amigo.» El problema es que cuando escribí la biografía de Neruda ya no era un nene. Sé los riesgos que supone escribir la biografía de un amigo, porque uno se acerca demasiado y entonces hace un poco como la persona que escribe su biografía. La persona que escribe su biografía cuenta muchas cosas; pero no cuenta otras que lo afean, que lo considera desagradable.

¿Cuándo comenzó su amistad con Neruda? 

Desde el año 1937 fuimos amigos. Al volver él de España fue que nos conocimos. En 1945 con 41 años entró al Partido Comunista. Fui su compañero político y también literario. Con toda la distancia que, en este sentido, había entre él y yo, que por otra parte era un principiante. Fieles amigos hasta que él murió. ¿Cómo surgió la idea de la biografía? 

Fue un libro de encargo. No pensaba escribir biografía, pero estaba en el exilio. Hacía mi programa de radio y viajaba aquí y allá tratando de molestar al máximo a Pinochet. En España me pidieron que la escribiera. No tenía material, salvo las obras completas de Neruda que había adquirido en Europa. «¿Cuánto tiempo me dan?», pregunté. «Cuatro meses.» «Están locos, imposible Insistieron, insistieron. Yo había convivido con él durante 35 años. Además, fui su compañero y hablamos de muchas cosas con mucha sinceridad.

Tenía un secretario en Moscú al cual le dictaba los programas de radio y el me hace una proposición escandalosa: «Díctemelos no lo escriba. Díctemelos porque así podemos hacerla». Reaccioné indignado. Sólo un tipo que no sabe nada de literatura puede hacer una proposición tan indecente, eso sería el más horrendo sacrilegio.

El era un escribiente y dactilógrafo y una excelente persona, sin ninguna formación literaria.

Y siguieron los telefonazos que después se atendieron. Y él insiste: Por qué no hacemos la prueba, tal vez nos resulte, díctemelos. Entonces, me puse a dictarle a mi secretario de Moscú.

¿Cuál fue el método? 

Durante cuatro meses relaté la historia que estaba en mi cabeza como en medio de una alucinación. Cambié mi método de trabajo. Escribía alguna página, la dejaba madurando y al día siguiente en la mañana la corregía. Yo había abierto la llave del agua de la memoria y ésta fluía, fluía y fluía. Durante cuatro meses casi no comíamos ni dormíamos. No tenía plan tampoco; pero para no perderme en el camino tan complejo, necesitaba leer con cierta rigurosidad cronológica. Y el libro empieza por el nacimiento; pero no empieza por decir Pablo Neruda nació el 2 de julio de 1904, sino de una visita que hace Neruda 50 años después de haber nacido con Matilde y conmigo, a Parral, a la casa natal.

Acepté. Para empezar vi que debía dar completamente la espalda a «Confieso que he vivido», sus memorias, porque corría el riesgo de hacer un refrito. Debía cerrar los ojos a cualquier libro y recurrir sólo a mis recuerdos. Así empiezo a contar el cuento.

Así se ha desarrolla todo el libro a base de experiencias convividas, directas. Y también agrego, cosas que para mí son indispensables, se trata de dictar una vida, las mujeres, los dramas, todo lo que hay de por medio. De manera que respondiéndole al amigo inglés al cual no logré responder, de que no se puede escribir la biografía de un amigo, depende también de quién la escriba, porque si se toma los recaudos y las precauciones para no dejar nada a la mitad y suprimir o falsear episodios, él tiene la gran ventaja de que estuvo más cerca del que lo vivió, sobre aquel que no lo vivió. Estuvo siempre lejos.

Al final tomé el mamotreto, que era grande y me puse a corregir. Durante un mes estuve en eso. En el fondo, el libro, no miraba sólo a Neruda sino también el mundo de Neruda. América Latina, el panorama internacional. Voy a Neruda, no sólo porque es poeta, sino porque pensó en la sociedad, el mundo. Y también porque en Chile se había impuesto una programada desmemoria.

Sin olvidar el socialismo.

No sólo el socialismo. Había que olvidar todo y volver a la colonia. La democracia cristiana. Todo, hasta la independencia. Olvidar todo para luego establecer la lógica y la filosofía del cuartel. Hablar, entonces, de un poeta que representaba los valores del pueblo, de la Nación. Era combatir la situación amnésica que venía trabajada desde arriba.

¿Qué piensa del poema la «Oda a Stalin» 

La oda está bien y existe en las obras completas. Neruda nunca quiso que se excluyera «La Oda a Stalin» es el sentimiento de un momento. La gente tiene que haber vivido aquello para comprenderlo, porque sino resultaría una estupidez sin sentido.

¿Por qué lo escribió? 

Eran los años de la Segunda Guerra Mundial. Hasta ese momento Hitler aparecía vencedor, había ocupado toda Europa occidental. Incluso se hablaba de ciertas pretensiones ulteriores, respecto de colonias en América Latina. Ellos iban a derrotar a Estados Unidos, a Inglaterra y Francia. Entonces se levanta en el mundo una idea de que todos los espíritus antihitlerianos deberían unirse para salvar la humanidad. Y eso así, porque también en la historia actual se tiende a desconocer el papel de la Unión Soviética que estaba dirigida por Stalin.

¿Cuál fue el papel? 

La Unión Soviética fue la que derrotó sustancialmente a Hitler y, sobre todo, en una batalla, en la de Stalingrado que para Hitler era definitiva, porque de ahí iba a derrotar a Stalin, o sea al comunismo. Y también para los comunistas era muy importante y muy fuerte. La batalla duró casi un año, donde se peleó cuarto por cuarto y donde se vio la derrota definitiva de Hitler y donde se desvaneció la idea de que podía triunfar. En ese momento y dentro de la emoción de ese momento, Neruda escribe ese poema.

¿Es la divinación de un hombre? 

En ese poema no es tanto la divinización de un hombre, sino celebrar la epopeya de un pueblo, de la gente que murió. Ahora la gente saca la «Oda a Stalin» de contexto.

¿Cuál fue la reacción de Neruda después de conocer el informe de Jrushov? 

Neruda después lo supo como lo supimos nosotros cómo hablaba la gente, de los horrores que había detrás de esta figura victoriosa, de las persecuciones, los gulah, la muerte de mucha gente, de escritores y no escritores. Él rechazó absolutamente estos métodos y toda su obra siguiente está llena de absolutas críticas y autocríticas a todo lo que era Stalin. Lo sintió como una traición y como un abuso de confianza, porque habían depositado en él la esperanza que era hermosa y sencillamente la habían desnaturalizado con persecuciones injustas. Para Neruda fue un programa, para mí fue espantoso. Pero a veces eso en «La Oda a Stalin» no se ve, se desconecta de la realidad que existió y aparece como una tontería.

¿Lo vio después de la muerte de Salvador Allende? En esos momentos me encontraba exiliado en la Unión Soviética. Yo lo vi en su residencia en Isla Negra en su último cumpleaños, el 14 de julio. Fui a verlo con un amigo, que era diputado mapuche. El estaba acostado. Su sueño, su preocupación, era que se creara una universidad de la Araucanía que fuera dirigida por mapuches. A fin de que se restableciera una cultura que había sido borrada por la conquista. Esa era una de sus preocupaciones.

Escribió sus memorias. El no alcanzó a terminarla. «Confieso que he vivido», por lo tanto es un libro con muchas lagunas, que hubieran sido completadas por él, de haber vivido. A posteriori, Matilde, su viuda, a pesar de haber sido una luchadora directa contra la dictadura, creo que buscó olvidar los temas conflictivos.

Ella fue respetuosa de la voluntad de Pablo, e incluyó, en las tres páginas finales, lo que Neruda le dictó en trance de muerte, condenando de manera terminante y categórica a los generales traidores que habían traicionado a la patria y a los políticos que habían creado el clima para el golpe, e incluso, empujado a las fuerzas armadas para actuar.

Realmente, ¿Cómo era Neruda? 

Un gran realizador que organizaba a sus amigos, los movía, telefoneaba, molestaba a la gente para que hiciera cosas, y sólo así, creo yo, se explica la nombradía y la extensión de su poesía. Primero conquista su país, después América latina, luego España. En España pone el pie y salta a Europa y a los distintos idiomas. Y finalmente al mundo oriental que también hoy lo acepta. El era un estratega. Nunca se alababa a sí mismo, pero agradecía a quienes lo alababan. Era un hombre condicionado por el siglo XX que pudo ver, antes de morir, que no se cumplirían en él los grandes sueños.

El era un hombre muy sensato. Un poeta con los pies sobre la tierra, que no se proponía la locura como finalidad política y estaba en contra de los extremismos delirantes.

¿Cómo recibió usted el fin de la Unión Soviética? 

Fue un golpe que me dolió muchísimo, que me doliera no tanto por la Unión Soviética, porque viví 15 años en Rusia, sino por el pueblo ruso, que yo sabía que era víctima de un espejismo y que tendría que pagarlo, que habría mucho más injusticia.

Ese régimen era un régimen antidemocrático, sin participación real, que fue lo que lo desplomó porque la población era indiferente.

Pero perdió mucho: perdió la educación gratuita, la salud gratuita, el derecho al trabajo y ganó todas las lacras de Occidente. Entonces, yo lo siento, pero eso es un hecho.

Tengo simpatía por el pueblo ruso, no quiero generalizarlo tampoco porque en algún sentido es un pueblo dostoyevskiano, con todas sus contradicciones, con sus grandezas, con sus crueldades.

Pero es un pueblo con el cual habrá que contar en la historia futura, así como habrá que contar con los chinos, que van a hacer del siglo XXI, e indudablemente del tercer milenio, una historia muy distinta de lo que hemos vivido antes.

En su ensayo por «Ahí, anda Rulfo» compara al mexicano con el colombiano Gabriel García Márquez.

A García Márquez, lo veo como un gran victorioso de la vida y de la literatura. A través de un libro sorprendente, como es «Cien años de soledad», llega a la cumbre. Hombre de origen humilde, pero sin mayores desventuras. En cambio, la vida de Rulfo fue una tragedia que no podía evitar un niño, desde el primer momento, la muerte del padre, la muerte de la madre, el orfelinato, ese México convulsionado que parecía no tener sitio para él. Eso es todo lo contrario de García Márquez y revela que estas dos vidas que en el fondo piensan que hay que cambiar el mundo, la sociedad, tuvieron experiencias muy diferentes que influyeron en la formación de su carácter.

Usted que es comunista, ¿Por qué escribió una biografía de Jorge Luis Borges? 

Por eso mismo, digo yo, porque quiero conocer cómo un escritor tan esclarecido puede ser tan analfabeto desde el punto de vista civil.

Borges, aspiraba al Nóbel.

Un día visité en su casa, en Suecia, a un gran amigo de Neruda, miembro del jurado que le dio el Premio Nóbel y gran escritor. Me dijo: «Quiero explicarle por qué no le dimos el premio a Borges, por su visita y su abrazo a Pinochet. Si a pesar de esto que le digo se lo hubiéramos dado, tenga la seguridad de que ni un solo sueco lo habría entendido».

Usted ha hecho varias biografías y ficción. ¿Cómo se siente en cada caso? 

Allí hay vasos comunicantes. La invención, que puede llegar muy lejos, elevarse hasta el cielo, siempre debe partir de los pies que están sobre la tierra.

¿Qué es para usted escribir? 

Escribir para mí es una manera de ser feliz.

¿Y la cultura? 

La cultura es la gran abre puertas para entenderse con el mundo entero y hacer que este país -que parece ya caerse del mapa porque está demasiado cerca de los hielos y lejos de los países centrales- no sólo resuene por la tristeza de un dictador que tiene que pretextarse para escapar a la justicia, sino por los grandes valores del espíritu representados por la cultura chilena».

¿Cómo valora la política? 

La política era mi mujer legítima y la literatura, mi amante. La amante me rondaba por las noches, pidiéndome cuentas.

A su edad, ¿Cómo se siente? 

Una vez me consultaron sobre la fuente de su juventud con mis más de ochenta años, no vacilé en contestar que «me siento joven para realizar mis tarea y que ésta es tener proyectos y trabajar. Gozo de la amada literatura recuperada por fin eternamente. Es como bañarse en la fuente de la juventud y sentir que en cada día, la vida está comenzando. Eso puede parecer muy literario. Pero Âíqué le vamos a hacer! Yo lo siento así».

¿Cuál es su valoración de Fidel Castro? 

Fidel se ha esforzado por organizar oportunamente los relevos de la Revolución cubana. Su presencia y balance encabezan el máximo acontecimiento en los anales de una justicia para una América Latina contemporánea, que comienza a despertar. La Historia sigue su curso y el siglo XXI tendrá sin duda presente y vivo el gran aporte, la contribución fundamental de Fidel Castro a la civilización humana. Se palpa en todos los espacios. El futuro lo tiene como uno de sus más inspirados, ardorosos y nobles constructores de una nueva etapa que ya asoma en el horizonte latinoamericano. Fidel Castro es el más lúcido político del siglo XX. He estado siempre con su noble causa y nos ilumina su ejemplo.

La Habana, 2005.

Falleció en Santiago de Chile, el 31 de enero de 2008, a la edad de 91 años.

Luis Baez es un prestigioso periodista cubano

La Habana, 17 de mayo 2014
Crónica Digital / PL

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Next Post

AFIRMAN QUE EL HOSPITAL REGIONAL DE RANCAGUA SERÁ PRIORIZADO POR PARTE DE LA COMISIÓN INVESTIGADORA DE LA CAMARA DE DIPUTRADOS

Sáb May 17 , 2014
“He venido en calidad de presidente de la comisión investigadora, representando a los 13 parlamentarios, de oposición y de gobierno que desde el día martes empezamos a investigar los 14 hospitales que quedaron atrasados o abandonados en su construcción durante sus últimos años”, sostuvo el diputado Socialista Juan Luis Castro al finalizar la reunión con el director del Servicio de Salud O´Higgins, Fernando Troncoso. El presidente de la Comisión de la cámara que investigará los retrasos en la construcción de hospitales y las concesiones hospitalarias, recalcó que “En esta tarea, he pedido al director la colaboración para el momento en que a él le corresponda ir a declarar junto a su equipo, a objeto de que precisemos muy bien cuales son los nudos de incertidumbres, las áreas que está judicializadas, los aspectos que son financieros y administrativos, donde al momento de instalarse el nuevo director de salud, ha ido encontrando en estos dos meses los problemas centrales de la construcción del hospital y las soluciones que se han ido abordando para terminarlo”. “Así mismo, le he planteado que probablemente en la segunda mitad de junio venga la comisión investigadora a instalarse en las dependencias del nuevo Hospital Regional para tener allí una sesión con una visita inspectiva, en donde le he pedido que él pueda acogernos y poder explicar en detalle, en terreno cuál es la situación actual de la construcción del nuevo hospital”, sostuvo el diputado de la Nueva Mayoría. Juan Luis Castro añadió que “esperamos que esto coincida también con la primera fecha planteada por la empresa constructora que es en torno a la segunda mitad de junio, en que se supone que tendría ya eventualmente terminada la construcción del hospital, eso es lo que vamos a evaluar y ver”. “Hemos comprometido, después de Antofagasta, que va a ser el primer hospital que se va a visitar, que tiene un atraso muy significativo, más de un 80%. El hospital Regional de Rancagua será priorizado por parte de la comisión”, recalcó el parlamentario PS. “Hemos tratado este aspecto y manteniendo una línea de colaboración permanente para aclarar con los ex funcionarios, funcionarios actuales, directivos de salud que en la época estuvieron presentes, incluso en la etapa de diseño del nuevo hospital, porque esta comisión investiga desde el año 2006 en adelante”, puntualizó el médico. El diputado de la Nueva Mayoría enfatizó que “Se investiga el gobierno de la Presidenta Bachelet, número uno y el gobierno del presidente Piñera, en cuanto a la inversión pública, adjudicaciones, licitaciones, retrasos, etc”. “Ese es el compromiso y yo espero que se concrete en las próximas semanas, tal cual lo hemos planteado para que esto tenga éxito y le propongamos al país soluciones concretas para los 14 hospitales que están en estado de atraso en la inversión pública”, concluyó Juan Luis Castro. Santiago de Chile, 17 de mayo 2014 Crónica Digital

Te puede interesar:

Las opiniones vertidas en este medio de comunicación no necesariamente representan el sentir de Crónica Digital y son de responsabilidad de quienes las emiten.

Crónica Digital, es un medio de comunicación social, republicano y comunitario. Fue fundado el 19 de abril del año 2005. Su objetivo periodístico es informar sobre los principales noticias de Chile, América Latina y el mundo.

El director de Crónica Digital es el periodista Marcel Garcés Muñoz.

Su representante legal y editor general es el periodista Iván Antonio Gutiérrez Lozano.

El editor nacional es el periodista Ramón Vargas Vega.

El editor cultura es el periodista Miguel Alvarado.

Corresponsal en La Habana, Cuba, Florencia Lagos N.

El asesor legal es el académico y abogado Sr. Pablo Méndez Soto.

Los principales asociados informativos de Crónica Digital son la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina , la agencia de noticias China, Xinhua y TV Brics.

En Chile, el medio electrónico El Maipo

Correo: cronicadigital@gmail.com
Dirección: Maturana 302 local 2
Santiago de Chile.

Desde el año 2005 Crónica Digital es parte de la Asamblea Nacional por los Derechos Humanos.

Crónica Digital es una marca registrada. Todos los derechos reservados.

Redacción Diario Crónica Digital
Fono: 950142601

Un café en una plaza con historia....

Maturana con Huérfanos
plaza Brasil,
Santiago de Chile.

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es cafe-con-torta-900x675.jpeg