La presidenta de la República, Michelle Bachelet ha sostenido que sus recientes anuncios sobre el ritmo de aplicación de las reformas estructurales contempladas en su programa de gobierno no sería muestra de realismo político “sin renuncia”.
Y lógicamente los voceros de Palacio hablan de un “sinceramiento”, de un golpe de timón “oportuno, realista y maduro”, una sincera autocritica y que el rumbo no cambiará.
Hay quienes como el diputado Marco Antonio Nuñez aseguraron que “ esta hoja de ruta nos confirma que la derrota de la desigualdad, la agenda de probidad y el crecimiento siguen siendo las prioridades del gobierno”.
Pero la sabiduría popular ha aprendido de una larga y a veces dramática experiencia histórica esto de, “ver para creer”,
Y lo concreto es que lectura de los anuncios, la oportunidad y el tono de la alocución presidencial de trece minutos, ante sus ministros y el país, este viernes 10 de julio, en el Estadio San Jorge, en Las Condes, deja muchas interrogantes más que certezas Y sobre todo, genera incertidumbres.
Y una sensación amarga en los ciudadanos de que las decisiones políticas, que le atañen y le afectan, se adoptan sin su conocimiento, sin su participación ni consulta. En definitiva sin que se le tome en cuenta, autocráticamente , sin el menor miramiento democrático..
Y ello se agrava cuando la clase política sufre en el país un deterioro en su imagen, su autoridad y credibilidad.
Importan las formas, pero lo más serio es el fondo de la situación.
Con preocupación muchos leen en las palabras de Bachelet, en su determinación y en lo que discutió- o en realidad se anunció a los ministros en el encuentro de estadio San Jorge- un freno y una reversa en la velocidad de la marcha de las reformas por las cuales la ciudadanía votó por la presidenta y la Nueva Mayoría, le entregó su confianza y le delegó su representatividad en el poder.
En la baja experimentada por la Presidenta y su gobierno en las encuestas de opinión pública (27 y 23 por ciento de aprobación en junio de 2015, según Adimark y Cadem, y una desaprobación de 68 por ciento en el mismo mes, mientras el gobierno recibe aprobación de 22 por ciento y desaprobación de 73 por ciento), se refleja un claro malestar y desencanto ciudadano, que es mucho más que consecuencia de la evidente campaña de desprestigio y erosión inspirada desde la Derecha (incluyendo cacerolazos, rumores sobre su renuncia o y montajes a través de las redes sociales).
Lo que importa es qué debe entenderse cuando la Presidenta Bachelet habla de un “nuevo impulso”, de “rectificar lo que sea necesario”, de “considerar las condiciones”, del “nuevo contexto económico, social, político y de gestión que enfrentamos”, y el argumento de que “debemos ser realistas y sinceros de cara al país” y lo que “debemos reconocer que la administración estatal no está totalmente preparada para procesar cambios estructurales simultáneamente”.
La mandataria habló de “ordenar y jerarquizar las tareas”, de que “sin crecimiento no hay reformas sustentables”.
Una pregunta de cajón, más allá de las obviedades es ¿acaso cuando se proyectaron las reformas, cuando se habló de que las condiciones para este “nuevo ciclo” de reformas estructurales estaban maduras se desconocía la realidad, el contexto del país?. O ¿no se tomó en consideración el carácter de la oposición que iba a presentar la Derecha económica y sus aliados, no se aprecio el boicot, la conspiración empresarial y el sabotaje en el campo político y económico?.
El análisis de La Tercera es lapidario, y necesariamente estremece a quienes han confiado hasta ahora en la presidenta, el gobierno, su coalición, en sus partidos y en primer lugar, su Programa.
Los anuncios de este viernes 10 de julio hablan, según la publicación, de “una nueva fase” de su administración, de “un antes y un después”-
Se anuncia una suerte de “tercer gobierno”, “redefiniendo las prioridades, y sobre todo, dejando de
lado promesas de campaña y del programa”-
Para decirlo en palabras del analista Max Colodro, “partir de cero” , delineando “un gobierno
distinto al que inició en marzo de 2014”.
La presidenta enfatizó que todo lo anterior es “ realismo, sin renuncia” y los “creativos” de Palacio instalaron un eslogan anodino que puede significar cualquier cosa: “Todos X Chile”..
Lo dicho parece suficiente, para sembrar dudas y tener derecho a las correspondientes aclaraciones.
Como es obvio la Derecha se siente triunfante aunque de todas maneras se manifiesta insatisfecha.
Para ellos, el objetivo es desmantelar todos los avances que pudieran haber sido logrados, eliminar del horizonte cualquier atisbo de reforma, derrotar a quienes se han atrevido a poner en riesgo sus intereses y beneficios, sus “valores”.
Sienten que han derrotado al gobierno , en particular a la presidenta, y a quienes definen como ”comunistas” o reformistas “radicales ” y dividido a la coalición en buenos y malos, y seguirán en su empeño, moviendo todos sus recursos, buscando alianzas, y utilizando todas sus influencias, vínculos y sus poderes .
El gran objetivo estratégico de la derecha y sus aliados es derrotar al gobierno, terminar con este “experimento” reformista, frustrar todo avance y empoderamiento ciudadano, detener la reforma educacional, la reforma laboral, el proceso de reforma constitucional.
Pero más allá de un creer o no creer, y más allá de los liderazgos personales , en política lo que importa es lo que los ciudadanos sean capaces de impulsar- a través de partidos, sindicatos, movimientos sociales, demandas colectivas, el ejercicio de sus derechos- no tan solo los electorales- y el cumplimiento de sus demandas y reivindicaciones.
Parafraseando a un estadista francés sobre la guerra y los generales, la política es un asunto demasiado serio para dejarlo en las manos de los políticos. Por lo menos de manera exclusiva.
Lo que definitivamente importa es como los chilenos salgan de la perplejidad, de la frustración o el desinterés y enfrenten este escenario, que no era ni el prometido a los ciudadanos, ni por el cual se votó en 2014, y se instaló en La Moneda a la Nueva Mayoría.
Por lo menos tienen que hacer resonar su voz. Hay mucho que hacer en adelante, sobre todo si no queremos volver atrás.
Por Marcel Garces
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 13 de julio 2015
Crónica Digital
Claro y contundente tu analisis,te lo dice un viejo de 87 que sigue el ritmo de la politica de recuperacion desde que cayo la dictadura. Es de esperar que la generacion del «Vaa a caer» no se rinda y tenga claro que la cobardia no solo mueve las decisiones y cede en las negociaciones si no que tambien los intereses menudos y asolapados actuan. Necesario es hacer claridad, con terminos directos que calen la conciencia de los moderados, cansados,temerosos , confundidos o ya acomodados que aflojaron su conciencia y sus decisiones.Witelza