El filo de su verbo puede resultar incómodo y la vehemencia de su discurso abruma, como si se tratase de un artista de espejos que impiden esquivar la mirada ante problemas cotidianos.
Pablo José Montoya Campuzano, colombiano de Barrancabermeja, 53 años, flamante ganador del Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, concedido por un jurado Internacional bajo el auspicio de la Universidad de Talca y el Banco Santander en Chile.
La conversación con Prensa Latina no repara en protocolos. Estamos en un salón del Centro Gabriela Mistral de Santiago, una poeta por la que guarda sincera admiración, al igual que por Donoso y Roberto Bolaño.
Acaba de recibir el lauro, consistente en un cheque de 50 mil dólares, una medalla y un diploma. Dejó el auditorio «caliente», con un discurso vertical, incisivo, sobre la realidad de Colombia, pasado y presente.
-No soy político, simplemente escritor interesado y comprometido con la realidad. Creo que la palabra es también un arma en busca de los cambios que necesita la sociedad. Intentarlo es una necesidad.
Antes de profundizar en temas de esa índole, vale la pena saber un poco más de Montoya, primer colombiano en conquistar la distinción José Donoso que antes lograron los mexicanos José Emilio Pacheco, Jorge Volpi y Juan Villorio.
También, el cubano Miguel Barnet, el nicaragüense Sergio Ramírez, los chilenos Isabel Allende y Pedro Lemebel, el español Javier Marías, el guatemalteco Rodrigo Rey Rosa y el brasileño Silviano Santiago, entre otros.
La pregunta gira en torno al quehacer de Montoya.
-Es una obra multifacética, que se preocupa mucho por ampliar los imaginarios literarios realistas que caracterizan la literatura colombiana y latinoamericana, un poco alejada de esos referentes de la violencia, narcotraficante, del realismo sucio urbano.
«Mi obra dialoga mucho con las artes, la música, la pintura, con la fotografía, con la historia». No se olvida de la violencia por supuesto, pero la asume desde una perspectiva un poco diferente.
Tríptico de la Infamia, Premio Rómulo Gallegos en 2015; Habitantes; Réquiem por un fantasma; El beso de la noche; Novela histórica en Colombia, 1988-2008: entre la pompa y el fracaso; y Música de pájaros, son sus trabajos más emblemáticos.
-Transito entre la novela, cuento, poema, prosa, ensayo y crónica, y me parece que es una apuesta que le he hecho a esta forma de estructura, y este premio pues corrobora que mi búsqueda no ha sido errada.
INQUITUDES DE UN HOMBRE INQUIETO
Aunque su estilo literario se caracteriza por las frases cortas y punzantes, no deja de asombrar la sutileza con que maneja sus ideas, apoyándose en la música y la pintura. Especial acento en la violencia y el panorama colombiano general.
No podría faltar en la carpeta de interrogantes dos temas de palpitante actualidad: Donald Trump y los por ahora fallidos Acuerdos de Paz en Colombia.
-Me siento muy preocupado por el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Debemos acostumbrarnos a las grandes derrotas que ocurren en un mundo tan convulsionado.
-Recordemos el revés de la permanencia del Reino Unido dentro de la Unión Europea, el llamado Brexit, y después el No a los Acuerdos de Paz entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las Farc.
¿Hay lecciones, variables o propuestas alternativas?
-Lo ocurrido en mi país fue a través de una manipulación terrible. Ahora este señor (Trump), una especie de nefasta caricatura política y que llega al poder; no sabemos qué va a pasar.
-Creo que la mayoría de la gente no sale de su asombro. Yo no soy político pero abruma pensar que esta suerte de castigo a los políticos termine siendo algo peor para toda la humanidad. Ojalá que no, añadió.
La historia, el rechazo a la clase política y cierta amargura por la cotidianidad colombiana están dentro de la órbita constante de Montoya.
-Soy parte de un país fallido y cruel, donde los paisajes son destruidos por las transnacionales de la minería, la gente es manipulada por la política, el crimen ha cobrado cientos de miles de vida.
-Tenemos el mayor número de desplazados del universo (más de siete millones), cinco o seis millones de exiliados y a lo largo de la historia, cientos de miles de personas muertas por causas violentas.
Aún así, el autor de cuentos como Adiós a los próceres y Adagio para cuerdas, expresó su esperanza en que el país cafetero tenga la suficiente madurez para enfrentar el período que se avecina con el sueño de paz.
por Fausto Triana
*Corresponsal Jefe de Prensa Latina en Chile.
Santiago de Chile, 17 de noviembre 2016
Crónica Digital / PL