Neo-derechas en América Latina

En el lenguaje cotidiano, pero también en los estudios académicos se utiliza los términos “derecha” e “izquierda” (con sus matices de centro, ultra, radical, nueva, post, o cualquier otro), para caracterizar la inclinación política a favor o en contra de ciertas personas, partidos o clases sociales. Son términos operativos, para una identificación rápida, entendible, aunque sin la rigurosidad suficiente para definir el sentido de las estructuras históricas a las que pretenden representar.

Juan J. Paz-y-Miño Cepeda*, colaborador de Prensa Latina

En la configuración de los Estados latinoamericanos del siglo XIX las categorías fueron otras. Predominó la confrontación bipartidista entre liberales y conservadores, denominados igualmente como pipiolos y pelucones (Chile), blancos y colorados (Uruguay), y normalmente expresados a través de caudillos, antes que por partidos plenamente estructurados. Les diferenciaron la inclinación por los hacendados, la tradición, el catolicismo, la familia y la Iglesia (conservadores) o a favor de las burguesías emergentes, los derechos civiles, el laicismo, la apertura económica al mundo (liberales). En cambio las luchas de los campesinos, los indios o los esclavos, eran identificadas como rebeliones y sublevaciones, liquidadas con inexorable represión y mortandad.

Con el desarrollo del capitalismo latinoamericano, desde inicios del siglo XX nacieron las clases trabajadoras asalariadas y se diversificaron las tendencias políticas con el surgimiento de los radicales (ala izquierda del liberalismo) así como de los partidos socialistas y comunistas, con quienes igualmente nació el espectro político de las izquierdas. En la derecha política quedaron conservadores y liberales, porque ambos pasaron a defender el capitalismo y la estructura histórica tradicional derivada del régimen oligárquico, mientras las izquierdas eran anticapitalistas.

El fascismo y el espectro de la Guerra Fría

El influjo del falangismo español, del fascismo italiano y hasta del nazismo alemán, condujo a la creación de partidos de la “extrema derecha” latinoamericana, ligados a sus tesis y principios, como se ha estudiado en Fascismos Iberoamericanos (2022), obra editada por Gabriela de Lima Grecco y Leandro Pereira Goncalves, que contiene un artículo sobre Ecuador, de Carlos Espinosa F. También aparecieron fuerzas “populistas” que, en estricto rigor, lograron inclinarse a la atención de los intereses de la población en general, para avanzar reformas sociales (por ejemplo APRA, en Perú, 1930), utilizando mecanismos de movilización, organización y reclutamiento de masas, que luego serían asimilados por todos los partidos políticos.

Es la Guerra Fría, a partir de la década de 1950, la que polarizó los conceptos: ser de izquierda acercaba al “comunismo”, considerado como izquierda “radical”; mientras ser de derecha implicaba mantener una visión tradicionalista y conservadora, de modo que surgieron los partidos modernizantes del “centro”, como los socialdemócratas (en la “centro-izquierda”) entre los que destacó Acción Democrática en Venezuela (1941) o Izquierda Democrática en Ecuador (1970) y los democristianos (en la “centro-derecha”) entre los que están COPEI en Venezuela (1946) o el PDC de Chile (1957), más aceptables por alejarse de los “radicalismos”. Así, en forma maniquea, las izquierdas fueron concebidas como potenciales o reales amenazas a la democracia, las libertades y el Estado. Las dictaduras militares inspiradas en la perniciosa doctrina de la seguridad nacional, no tuvieron empacho alguno en librar la “guerra interna” contra el único enemigo: las izquierdas, tratadas incluso como terrorismo y subversión, en las que se incluyeron los movimientos obreros, de campesinos y, en general, de los trabajadores. América Latina conoce bien esa experiencia de genocidios y violaciones sistemáticas a los derechos humanos, como ocurrió en el Cono Sur.

Los designios de la globalización

La globalización transnacional en las décadas finales del siglo XX impulsó la hegemonía de las derechas económicas, cuya base está en grandes grupos empresariales, identificados con el neoliberalismo. Gobiernos a su servicio consolidaron modelos de economías empresariales que, en varios países (Ecuador entre ellos) revivieron políticas y comportamientos oligárquicos. Pero los riesgos de una globalización multipolar, con ascenso de regiones y países que impulsan economías diferentes a las neoliberales (China, Rusia, BRICS), más el avance de las nuevas izquierdas latinoamericanas y el despegue de gobiernos progresistas en dos ciclos diferentes, han determinado el desarrollo de las nuevas derechas latinoamericanas. Estas conjugan diversos “valores” y comportamientos políticos: racismo, clasismo, xenofobia, tradicionalismo, conservadurismo, elitismo; desprecian el pluralismo, condenan a los movimientos sociales, rechazan las políticas de género, se definen “pro-vida”; ahora también se identifican con el hispanismo y el iberoamericanismo (siguen a Vox y sus partidarios, al punto de negar la conquista y el coloniaje); son fanáticas anti-izquierdistas y tildan a todos de “comunistas”; los más recientes se autodefinen como libertarios o anarcocapitalistas, son seguidores de F. Hayek y M. Rothbard y tienen al “paleolibertario” argentino Javier Milei como su gran referente (https://bit.ly/3peI4He).

Pero tras esa aparente maraña, estudiada en el reciente libro Extremas derechas y democracia: perspectivas iberoamericanas (2023), editado por José Antonio Sanahuja y Pablo Stefanoni (aunque hay allí algunas imprecisiones al mezclar en la misma “derecha” a personajes y regímenes que deberían ser diferenciados: Putin, Bolsonaro, Kast, Trump, Bukele, Abascal, Le Pen, Meloni, etc.), no cabe perderse: las nuevas derechas latinoamericanas son, por sobre todo, económicas y neoliberales, aunque algunas “condenen” en palabras la globalización. Les identifica la misma ideología en torno al achicamiento (o desaparición) del Estado, el rechazo a los impuestos, las consignas flexibilizadoras y precarizadoras del trabajo, la supervaloración del individuo emprendedor, la libertad en los mercados, la oposición a la redistribución de la riqueza, la defensa de la propiedad privada y de las privatizaciones. Es sobre esta base económica que ahora también construyen su “superestructura” política y cultural con valores y principios basados en la tradición, el abolengo o cualquier otra definición elitista. Se une, además, el autoritarismo y el señalamiento a los movimientos sociales como violentos, terroristas y hasta paramilitares.

Paradojas del momento actual

En consecuencia, se vive un momento histórico de paradojas: mientras las izquierdas defienden la democracia representativa (o “burguesa”), las libertades, los derechos y el pluralismo, cuestionando al capitalismo y a los regímenes de dominio político de grandes grupos económicos, las nuevas derechas cuestionan la democracia liberal, arremeten contra las instituciones del Estado, rechazan el pluralismo político y a los movimientos sociales, reivindican el autoritarismo de clase. América Latina corre peligro ante el avance de estos neofascismos.

*Historiador y analista ecuatoriano

(Tomado de Firmas Selectas)

La Habana, 13 de mayo 2023
Crónica Digital/PL

Next Post

Elecciones y salario mínimo dominaron semana informativa chilena

Sáb May 13 , 2023
Los resultados de las elecciones para el Consejo Constitucional, donde se impuso la ultraderecha, y el debate en el Congreso del aumento al salario, marcaron el acontecer noticioso en Chile durante la semana que concluye hoy. Aunque resulta una paradoja, en los comicios del 7 de mayo para elegir a los miembros del órgano encargado de redactar una nueva propuesta de carta magna, resultó vencedor el Partido Republicano, que se opuso a cambiar la ley fundamental impuesta por el régimen de Augusto Pinochet (1973-1990). El tema genera preocupación aquí y varios expertos temen que al final del proceso la ciudadanía deba acudir a votar en el referendo del 17 de diciembre por una Constitución similar a la de la dictadura, que implantó el actual modelo neoliberal. Para la analista Claudia Heiss, no es una buena noticia que un partido opuesto al cambio constitucional desde el principio, se encargue ahora de liderar el proceso. En entrevista a Radio Universidad de Chile, advirtió, no obstante, que interpretar este resultado como una voluntad de no cambiar la Constitución de 1980 sería un error. Según la primera encuesta publicada después de los comicios, el 54 por ciento de los chilenos está descontento con los resultados de la elección. El sondeo, realizado por la firma Black & White, arrojó también que 81 de cada 100 entrevistados creen que los ganadores deben dialogar con la coalición de izquierda Unidad para Chile, que agrupa a los partidos de Gobierno. Otro tema que acaparó la atención esta semana fue el debate en el Congreso Nacional de un proyecto del Ejecutivo para incrementar gradualmente el salario mínimo hasta los 500 mil pesos (627 dólares) en julio de 2024. Después de arduos debates en las comisiones de Economía y Hacienda, la iniciativa pasó al plenario de la cámara de diputados, donde obtuvo 120 votos a favor, 24 en contra y tres abstenciones. El proyecto deberá pasar ahora al senado y prevé también extender los subsidios a las pequeñas y medianas empresas, de manera que no se vean afectadas por el alza de sueldos a sus trabajadores. La ministra de Trabajo y Previsión Social, Jeannette Jara, saludó el avance en el Congreso Nacional de una iniciativa que beneficiará a un millón de familias en el país. “Con esto, estamos dando cumplimiento a un compromiso del programa de gobierno del presidente Gabriel Boric, y esos compromisos se hacen, se empujan y se cumplen”, dijo. De acuerdo con la ministra, este es un esfuerzo entre todos para permitir a quienes ganan menos tener acceso a un salario que los deje fuera de la línea de pobreza. Santiago de Chile, 13 mayo 2023 Crónica Digital/PL

Te puede interesar:

Las opiniones vertidas en este medio de comunicación no necesariamente representan el sentir de Crónica Digital y son de responsabilidad de quienes las emiten.

Crónica Digital, es un medio de comunicación social, republicano y comunitario. Fue fundado el 19 de abril del año 2005. Su objetivo periodístico es informar sobre los principales noticias de Chile, América Latina y el mundo.

El director de Crónica Digital es el periodista Marcel Garcés Muñoz.

Su representante legal y editor general es el periodista Iván Antonio Gutiérrez Lozano.

El editor nacional es el periodista Ramón Vargas Vega.

El editor cultura es el periodista Miguel Alvarado.

Corresponsal en La Habana, Cuba, Florencia Lagos N.

El asesor legal es el académico y abogado Sr. Pablo Méndez Soto.

Los principales asociados informativos de Crónica Digital son la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina , la agencia de noticias China, Xinhua y TV Brics.

En Chile, el medio electrónico El Maipo

Correo: cronicadigital@gmail.com
Dirección: Maturana 302 local 2
Santiago de Chile.

Desde el año 2005 Crónica Digital es parte de la Asamblea Nacional por los Derechos Humanos.

Crónica Digital es una marca registrada. Todos los derechos reservados.

Redacción Diario Crónica Digital
Fono: 950142601

Un café en una plaza con historia....

Maturana con Huérfanos
plaza Brasil,
Santiago de Chile.

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es cafe-con-torta-900x675.jpeg