Así voceaba un conocido personaje del centro de Santiago, a veces disfrazado de preso, de político, pero el Rambo era su mejor personificación y el más recordado por los transeúntes. De oficio suplementero, sus colegas lo apodaban “El Florcita”.
El suplementero fue por mucho tiempo, pieza clave en el que hacer del país. Responsable de correr en las mañana para estar con el diario antes de que los banqueros, oficinistas, comerciantes y empleados públicos hicieran la entrada a sus trabajos; muchas veces en condiciones malísimas de clima; pero ahí estaban, con el titular en la mano.
Una variante es el quiosquero; aquel suplementero que tiene puesto fijo en una caseta. Me siento cercano a este mundo, soy hijo y nieto de quiosquero del centro de Santiago, particularmente, del paseo Ahumada; mi familia estaba ahí, con quiosco propio antes que fuera inaugurado como paseo peatonal en noviembre de 1977, con pavimentos ,de adoquines y hormigón que se entrabaron con piedrecilla rubia traídas de Isla Negra, pero esto trajo modernidad, pero también reiteradas remodelaciones, que para el quiosquero fueron meses, -sí mucho tiempo sin trabajar-. Con la llegada del paseo se acabó el quiosco propio y les impusieron uno (el primero que les dieron, era un desastre, parecía una bala de aluminio, pequeño e inseguro) y pasaron a ser “concesionarios”. Mudos (aunque no tanto) de las protestas en tiempos de la dictadura, encerrados en su quisco se tragaron muchas bombas lacrimógenas, pasaba el guanaco y mojaba toda la mercadería, la que se iba a pérdida; o pasaba la policía retirando las revisas APSI, CAUSE o incluso la BICICLETA – y todo eso era un daño irreparable para estos comerciantes.
Por otra parte está lo inhóspito que puede ser estar encerrado en su puesto de trabajo (espacio inferior a 1mt cuadrado), que con el pasar de los años el quiosquero ha debido acondicionar su cuerpo para no ir al baño más de lo necesario y en los horarios autorizados para tener ayudante. El clima como enemigo implacable y constante puede ser fatal: cuando hace frío… se pasa frío y cuando hace calor… se pasa calor.
El 21 de Septiembre de 1977, en plena Dictadura, se promulgó la ordenanza municipal número 2, que entre otras cosas, declaró “precarios” a los suplementeros de la comuna de Santiago; la ordenanza 59, dictada en 1994, bajo el alcalde DC Jaime Ravinet de la Fuente, y actualizada en 2014 por la PPD Carolina Toha’, precisa, “Precario: Característica propia de los permisos que regula esta Ordenanza, en virtud de la cual, estos no constituyen propiedad del beneficiario y en consecuencia, siempre podrán ser modificados o dejados sin efecto por la autoridad y sin derecho a indemnización” .Así tal cual, la municipalidad puede determinar sacar un quiosco y el suplementero se va sin nada para su casa, se queda sin lugar de trabajo y sin indemnización.
Me consta que ha sido una lucha de muchos suplementeros/quiosqueros el que se levante la condición de precarios; no es digno trabajar sin la tranquilidad de la estabilidad; siempre pendientes si aparece algún creativo que solicite reducir o trasladar quioscos de los paseos Ahumada o Huérfanos, ha pasado varias veces – incluso, en algún momento de la historia reciente, un destacado personaje criollo, hacía lobby para que se le concesionaran “todos” los quioscos a él.
El suplementero, inmortalizado en la obra La Pérgola de las Flores, con su consabido “Mercurioooo, el diario” ya no puede vocear sus diarios, ni menos gritar una noticia de primera plana, lo prohíbe la misma ordenanza, artículo 24; el suplementero quiere trabajar tranquilo… y yo quiero que mi padre pueda laborar dignamente, mientras su cuerpo y mente se lo permitan.
Por Eduardo Godoy Vega, Ingeniero Civil en computación –Universidad de Chile-
Crónica Digital, 8 de Abril 2016
Bella crónica. Sé de otros ‘iluminatis», aplicando sus modernos criterios políticos para dejar fuera de mercado a profesionales que llevan años trabajando con genuina y larga vocación.