Por Vicente Vásquez Feres: SACÁNDO UNA ESPINA CLAVADA

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No se puede partir un comentario sobre el histórico triunfo conseguido ante Brasil sin dedicárselo a dos personajes del fútbol chileno que nos dejaron: Eduardo “Gurú” Bonvallet y Óscar “Jurel” Herrera. Son pocas las veces que hemos salido victoriosos ante la “Canarinha”, y después de los octavos de final en el Mundial que ellos organizaron, ésta parecía la oportunidad más propicia para hacerlo.

La previa visualizaba a dos equipos completamente diferentes: uno, campeón de América hace tres meses; y otro, un mar de dudas que no convence a su tradición futbolística. Se hablaba de la fortaleza colectiva como la gran arma que poseía Sampaoli para obtener los tres puntos en este crucial partido, la cual fue fundamental en el gran encuentro que Chile realizó en el Estadio Nacional. De Brasil se esperaba un elenco plagado de individualidades que juegan en los mejores equipos de Europa, pero como conjunto aún no logran establecer un armazón que les permita funcionar sin su astro, Neymar.

Es indudable que la táctica del estratega casildense funcionó a la perfección cuando cambió la línea defensiva de tres a cuatro jugadores. La metodología de juego terminó reflejando dos cosas muy relevantes: la superioridad del elenco chileno en el campo y en el resultado. No fue uno de los típicos partidos donde sufrimos desde el comienzo hasta el final, se supo manejar los ritmos del partido, se marcó diferencia en los momentos precisos y se controló mucho mejor el nerviosismo que este tipo de cotejos implica. Ahora, si fuimos tan superiores a Brasil, ¿Por qué el resultado no fue más abultado? Seguramente la pregunta tiene muchísimas respuestas, pero me quedo con una bastante burda y además bien ejemplificadora para los chilenos, quienes la entendemos a cabalidad: “Brasil es Brasil”.

A pesar de la apabullante estadística en contra, Chile fue capaz de vencer otra vez a la historia, a sus miedos, a la presión, e incluso a la mala suerte. La misma prensa adversaria lo reconoció, “Chile salió como un campeón”. Sí, los jugadores ratificaron su condición de campeones, más allá del simbolismo que significa obtener un trofeo venciendo a Argentina y comenzar un proceso clasificatorio derrotando a Brasil, todo esto manifestado en la cantidad de veces y la profundidad con que el equipo llegó al arco contrario, teniendo los disparos en los postes de Sánchez e Isla como las mejores opciones hasta antes de marcar. El tema es más profundo, pues se jugó de la misma manera en la que viene haciéndolo el combinado de Sampaoli y compañía: intensidad, velocidad, pressing, peligro, amateurismo, garra, pasión y mucha concentración. De las cosas que aplaudo al actual DT de la “Roja”, la más importante es la convicción sobre su estilo de juego. Él intenta mantener la forma para lograr el fondo, antepone la filosofía por sobre el resultado. Vendrán los que defienden el fútbol a base de resultados, es totalmente válido, aunque la tenacidad (teórica) del equipo para defender su estructura futbolística es admirable.

A modo individual, rescato a los cuatro jugadores nacionales más alabados en el fútbol europeo: Claudio Bravo, a quien le rogaron que se mejorara para volver a tomar el pórtico del Barcelona, fue solvente y respondió muy bien cuando se le requirió; Gary Medel, defensa elogiado por su técnico en Italia al punto de mencionar que “si tuviéramos once como él ganaríamos todos los partidos”, estuvo muy atento a la marca y a la anticipación, además de imponerse en la mayoría de las veces por sobre la delantera brasileña con su “chispeza” característica; Arturo Vidal, jugador que venía diezmado por una fuerte entrada en el partido que disputó el fin de semana pasado contra el Borussia Dortmund, a pesar de su evidente lentitud en comparación a sus colegas “verdeamarelos”, fue elemento de presión, impresionante despliegue físico, creación, habilitación y buen toque; Alexis Sánchez, la estrella del Arsenal y el llamado a marcar diferencia en la selección, fue gravitante para romper el esquema de la defensa rival y se encarama poco a poco como uno de los mayores goleadores en la historia de la “Roja”.

Al destacar a estos jugadores no es en desmedro de los demás, de hecho el único que desentonó fue Jorge Valdivia, pues no logró mantenerse al ritmo del encuentro, provocando el ingreso de Matías Fernández a los 63’. Esa modificación fue la clave de la apertura del encuentro, porque su movilidad causó la infracción sobre él, además de ejecutar un gran centro para el empalme de Eduardo Vargas que tuvo una tardía respuesta del arquero Jefferson. También fue parte de la elaboración de la estupenda jugada que finalizó en el segundo gol de Chile, donde hubo diez toques (considerando el rebote del tiro de Alexis en Miranda) y participó en dos de forma precisa. El otro cambio importante pero no tan determinante se produjo antes, a los 40’. Mark González reemplazó a Francisco Silva, quien había jugado un correcto partido, y salió por razones meramente tácticas. El ingreso de “chico Mark” alivianó un poco la carga de Jean Beausejour por la banda izquierda, debiendo controlar la subida del tándem Willian – Dani Alves, además de colaborar en ataque para disolver la típica “homeostasis” en duelos contra Brasil. Por último Cristián Vilches ingresó en el 82’ para cerrar la zaga defensiva y marcar al centrodelantero Ricardo Oliveira antes de conseguir la segunda diana, asimismo logró “enchufarse” en la tensión que el partido tenía en esos momentos.

Previo al partido con Perú, hay que tener en cuenta algunas consideraciones. Si bien considero que casi todos los jugadores chilenos hicieron un buen partido, existen algunos aspectos que pueden ser fundamentales en un duro encuentro que se viene en Lima, como el rol de Marcelo Díaz, quién en varios momentos se vio sobrepasado por la velocidad de los mediocampistas del “Scratch” y se reflejó en la dura entrada sobre Willian al inicio de la segunda etapa, la cual le costó una tarjeta amarilla “con matices de roja”. También está la marca por las bandas, instancia que es difícil realizar con prolijidad frente a Brasil, pero que pudo haber sido bastante más eficiente si la presión ofensiva fuese un poco más inteligente y menos arriesgada. ¿A qué me refiero? Mauricio Isla se encontró solo a la hora de marcar la subida de Douglas Costa y Marcelo, problema que se solventó poco a poco con el seguimiento de la diagonal de alguno de los dos por parte de Gary Medel, Marcelo Díaz o incluso Arturo Vidal. En el fondo es cuidar el desbalanceo al momento de variar funciones dentro del campo, es decir, el paso de la ofensiva a la defensiva por cualquiera de las dos bandas. Finalmente, siempre hay que cuidarse de las pelotas detenidas. Chile las defendió muy bien, pensando en la diferencia de altura que había respecto de los defensas centrales brasileños, no obstante, debe mantenerse la misma concentración.

Luego de quince años sin poder vencer a los “verdeamarelos”, hoy podemos decir que fuimos superiores tanto en el resultado como en el juego desplegado en la cancha, cosa que no muchos elencos a nivel mundial pueden demostrar. Quedan 17 partidos aún, o sea, el camino es muy largo como para andar sacando conclusiones sobre una presunta clasificación. El próximo desafío es Perú en Lima y tiene que tomarse como tal: un complicado reto a superar. Hay que aprender del cotejo disputado en tierras incaicas en marzo del 2013, el cual fue el primer duelo por clasificatorias para Jorge Sampaoli y supongo que a estas alturas aprendió bastante de ese encuentro. La gente debe seguir apoyando, porque si seguimos así, más de alguna espina clavada podremos sacar de nuestro corazón futbolero…

Por Vicente Vásquez Feres

Crónica Digital, 10 de Octubre 2015

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