Con las elecciones presidenciales previstas para abril y mayo de 2017, lo más esperado es que el jefe de Estado intente reelegirse para otros cinco años al frente de la nación gala: sin embargo, las señales en este sentido son ambivalentes.
Hollande todavía no ha tomado una decisión oficial al respecto y aseveró que solo se postulará si existen posibilidades reales de resultar vencedor.
Esas oportunidades, a juzgar por las encuestas de opinión de los últimos meses, lucen bastante escasas: todos los sondeos y estudios indican que su popularidad experimenta una tendencia casi irreversible a la baja, con cifras que rondan apenas el 15 por ciento del apoyo ciudadano.
De los posibles candidatos del PS, Hollande acumula las cifras más bajas, por lo que si se confirman tales vaticinios, el presidente no conseguiría ni siquiera vencer en las primarias.
No obstante, por otro lado el mandatario mantiene una amplia actividad pública con reiterados discursos en los que defiende el balance de su gestión y desliza mensajes interpretados por analistas como posibles señales de sus aspiraciones electorales.
En una reciente intervención, sostuvo que no permitirá el deterioro en los próximos meses o años, de la imagen, el brillo y la influencia de Francia.
‘Llamar a la cohesión nacional, impulsar un proyecto colectivo, defender la idea misma de Francia, justifica más que nunca la unión (…) No daré la espalda a este objetivo que me ha animado a lo largo del quinquenio’, indicó en palabras que fueron tomadas como un anuncio implícito de candidatura.
De cualquier forma, el escaso respaldo a Hollande reflejado en los sondeos lleva a los especialistas y a la prensa a desplazar la mirada hacia otras posibles apuestas del PS, que no parece tener muchas opciones.
Algunos políticos ya manifestaron sus aspiraciones electorales y del grupo solo Arnaud Montebourg, ex ministro de Economía, logra cierta trascendencia pública, pero las encuestas no le otorgan muchas ventajas.
De otra parte, algunas figuras prominentes como Ségolÿne Royal (excandidata presidencial en 2007 y actual ministra de Medio Ambiente) descartan lanzarse a una lucha que ‘está perdida de antemano’, de acuerdo con sus declaraciones.
En los últimos días las miradas se centran en el actual primer ministro, Manuel Valls: un estudio reciente lo ubicó como el socialista de mayor aceptación en la ciudadanía (26 por ciento), con un apoyo mayoritario entre los simpatizantes de ese partido y un respaldo amplio en otras formaciones como el Movimiento Demócrata y la Unión de Demócratas e Independientes.
Por su parte, el primer secretario del PS, Jean-Christophe Cambadélis, opinó ayer que el jefe de Gobierno ‘es uno de nuestros presidenciables y es seguramente el que tiene hoy más posibilidades’.
De acuerdo con sus declaraciones, ‘hay varias personalidades, no demasiadas, pero hay cuatro o cinco personalidades que pueden presentarse. La principal es Manuel Valls’.
No obstante, el diario Le Point citó fuentes cercanas al primer ministro según las cuales el político no tiene ninguna intención de postularse a los comicios, pues cree que no tiene oportunidades de ganar y prefiere reservarse para el 2022.
Efectivamente, muchos analistas vaticinan que los socialistas podrían ser castigados en las urnas en el 2017 tras un gobierno marcado por el desempleo, la crisis económica, y medidas impopulares como la aprobación forzada de una Ley del trabajo rechazada por la mayoría de la población.
En ese contexto, varios indicios apuntan a que las presidenciales de 2017 podrían disputarse en la segunda vuelta entre la derecha tradicional de Los Republicanos (con Alain Juppé o Nicolás Sarkozy) y el ultraderechista Frente Nacional, cuya candidata indiscutible es Marine Le Pen.
De ahí que el PS aparezca en estos días enfrascado en encontrar una apuesta que le permita, al menos, romper ese pronóstico y llegar a la segunda vuelta.
Por Luisa María González
París, 25 de octubre 2016
Crónica Digital / PL