Ambas partes no se ponen de acuerdo sobre cómo evitar una frontera física dura entre esos territorios, sin estructuras aduaneras.
Diversas fuentes coinciden, en ese sentido, en que los negociadores del convenio están estancados en el llamado acuerdo de salvaguarda que mantendría abierta la frontera entre la región de Irlanda del Norte e Irlanda, tras el Brexit.
No pocos empresarios e inversionistas en Reino Unido temen que de no concertarse entre los dos lados las condiciones de divorcio se pase a la etapa de un Brexit desordenado, lo que afectaría los mercados financieros y el comercio exterior.
De cara a esa compleja situación, recientemente el ministro británico de Comercio, Liam Fox, manifestó que es mejor tener un pacto que no tener ninguno.
Las autoridades gubernamentales de Reino Unido intentan acelerar las negociaciones del convenio con la UE antes de su salida oficial del organismo comunitario el 29 de marzo del próximo año.
En una consulta popular realizada en junio de 2016, el 51,9 por ciento de los británicos votó por el divorcio de Londres de la Unión europea, frente al 48,1 por ciento que se manifestó en contra.
Bruselas, 6 noviembre 2018
Crónica Digital /PL