Vie Mar 31 , 2023
Por Luis Cifuentes Seves En 1975, en la Universidad de Mánchester, un grupo de cinco jóvenes chilenos locos se conocieron y congeniaron. Por reírse de ellos mismos se autodenominaron “La Élite” y compartieron experiencias, conversaciones y aventuras (Ver L. Cifuentes, “Dilo, antes que sea demasiado tarde”, Cuarto Propio, 2020). La última vez que estuvieron juntos fue en 1976. Hacia fines de los 80 decidieron reencontrarse en pleno. Esta vez lo harían en Londres. El lugar elegido fue un departamento bastante decente que habitaba Rectifilo. El edificio se llamaba City View House en Bethnall Green Road, barrio de Tower Hamlets al Este de Londres. Por alguna razón perdida en el tiempo, lo bauticé como “The London Dakota”. Por cierto, el Dakota original queda en Central Park, Nueva York, donde John Lennon vivió y ante el cual fue asesinado. Lo último que supe de esa imponente estructura es que un departamento de cinco dormitorios y nueve baños está en oferta por 20 millones de dólares. Por si a alguno de mis lectores le interesa. Pues bien, el reencuentro fue con mucho afecto y pocas sorpresas. Llegamos todos: El Maestro Pablo, Roberto, El Músico, Rectifilo y yo. Compartimos recuerdos y anécdotas reales o inventadas y nos propusimos visitar lugares icónicos de la capital británica. Así, por ejemplo, fuimos a conocer el 221B de Baker Street, donde se supone que vivió Sherlock Holmes con su amigo el Dr. Watson. La ficción agrega que, muchos años después, otro residente fue el Dr. House, a quien nunca pude soportar, aunque me gustaba la Dra. Cuddy. Aún no se construía el Museo de Sherlock Holmes, que ha estado a disposición de los turistas desde 1990. El Músico, Rectifilo y yo concordamos en que, aparte de Holmes, Watson y House, la inmortalidad de Baker Street quedó sellada por la canción homónima de Gerry Rafferty, incluida la insuperable interpretación en saxo de Raphael Ravenscroft. Hoy habría que advertir que el video, que hace mucho circula en Internet con Bill Clinton tocando esa melodía, es fake. Después de un recorrido en el Underground, transitamos el histórico paso peatonal de Abbey Road, pero rechazamos cometer el sacrilegio de tomarnos una foto haciéndolo. Nos pareció que la trágica muerte de John había dejado una nube de tristeza sobre el cruce. También fuimos al mercado de Covent Garden, lugar que considero una bomba de racimo cultural. Saludos a un viejo conocido de la UTE. Allí nos tocó en suerte admirar a un grupo folclórico chino tocando sus extraordinarios instrumentos. El Músico nos instruyó: la música china es pentatónica, como la música andina, así es que se parecen. Igual los orientales nos dejaron con la boca abierta. Al hacerse tarde, decidimos que, para evitar la dinámica deprimente de los bed and breakfast, volveríamos esa misma noche a nuestros lugares de origen. Nos despedimos sin usar el antiguo y altamente ideológico “nos vemos en Chile”, sino el mucho más modesto “juntémonos de nuevo”. Al cabo de un año repetimos el encuentro y esta vez el […]