Guatemala. Larga ha sido la espera para escuchar a un tribunal guatemalteco dictar una sentencia que es noticia hoy y ya es historia: 80 años de cárcel para el exdictador Efraín Ríos Montt por delitos de genocidio y de lesa humanidad.
En este caso se cumple el refrán de «la Justicia tarda, pero llega», a juzgar por los 30 años transcurridos desde el asesinato de mil 771 indígenas ixiles durante el régimen encabezado por Ríos Montt de marzo de 1982 a agosto de 1983.
También ha pasado más de una década desde que se puso la demanda al respecto, y que fue tomada en cuenta por un juzgado que celebró 29 audiencias y sobrevivió a diversos intentos por detener el debate en medio de presiones públicas de sectores de derecha.
En opinión de la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, esa condena no es solo para reparar a las víctimas del conflicto armado interno (1960-1996), sino para reparar a todos los guatemaltecos, pues se demostró que el pueblo maya no ha mentido al denunciar los hechos de genocidio.
Menchú fue una de las personalidades que estuvo en la sala de vistas de la Corte Suprema de Justicia, donde la presidenta del Tribunal de Mayor Riesgo A, Jazmín Barrios, hizo pública ayer la condena.
La judicatura estimó que existe duda sobre la participación que pudo tener el exgeneral José Rodríguez (jefe de Inteligencia de 1982 a 1983), por tanto lo absolvió de los cargos de genocidio y delitos de lesa humanidad.
Este exgeneral, también juzgado aquí desde el pasado 19 de marzo, quedará en prisión preventiva hasta que su sentencia quede firme.
«Los juzgadores hemos podido constatar mediante los testimonio la muerte violenta de las personas, incendio de viviendas, muerte sistemática de niños y ancianos en forma indiscriminada», indicó la jueza Barrios al divulgar el veredicto.
Antes del fallo, el tribunal analizó los peritajes psicosocial, militar, antropológico, cultural, estadístico sobre violencia sexual, racismo y genocidio, que aportó el Ministerio Publico, el ente acusador.
Valoró asimismo la información del Plan Victoria 82, Plan Firmeza 83 y Plan de Operaciones Sofía, en los cuales se evidencia que el Ejército estigmatizó de rebelde y subversivo al pueblo ixil, por lo cual era considerado enemigo interno y debía ser eliminado.
Pese a todo lo expuesto, Ríos Montt calificó el juicio como «un show político internacional que va a afectar el alma y el corazón del pueblo guatemalteco».
«Tenemos paz, porque nunca jamás ha pasado por nuestra mente derramar sangre o mancharnos las manos con la sangre de nuestros hermanos», declaró el expresidente de facto tras conocer el pronunciamiento en su contra.
Mientras tanto, el abogado defensor de Ríos Montt, Francisco García, adelantó que planteará todas las acciones correspondientes para revertir la condena.
«Un juicio por genocidio ¿creen que se puede llegar a una conclusión en tan poco tiempo?, o ¿será que ya existía antes?, cuestionó el profesional del Derecho que esta semana llegó a decir que no descansaría hasta ver encarcelados a los miembros del Tribunal A: Barrios, Patricia Bustamante y Pablo Xitumul.
Según la defensa, aún están pendientes 12 acciones por resolver en el juzgado de primera instancia, en las salas y en la Corte de Constitucionalidad, lo cual podría revertir el proceso.
Más allá de lo que ocurra en los próximos días, el 10 de mayo de 2013 pasará a la historia como la jornada en la cual un tribunal guatemalteco condenó a un exjefe de Estado por delitos de genocidio y de lesa humanidad en medio de presiones.
El fallo se dictó un día, que acorde con el Sagrado Calendario Maya, es regido por la fuerza del nagual Ajpu, que representa al Abuelo Sol.
La mitología maya recoge que es un «día creado por los progenitores para servir de balanza entre el bien y el mal». Un símbolo ancestral que matiza un juicio contemporáneo.
Santiago de Chile 12 de mayo 2013
Por Randy Saborit Mora ( P.L.)
Crónica Digital