Los diputados por Punta Arenas y Santiago, Gabriel Boric y Giorgio Jackson, acaban de presentar un proyecto en la Cámara de Diputados para que se rebaje el sueldo de los parlamentarios. La idea es que un parlamentario no gane más de 20 veces el equivalente al sueldo mínimo. Es decir, que de 8 millones 600 mil pesos el sueldo de los parlamentarios baje a 4 millones 200 mil pesos. Sin duda un acto de justicia, que en el futuro debería buscar más justicia. El sueldo mínimo en Chile es de 210 mil pesos.
La reacción de la mayoría de los diputados fue de repudio al proyecto, pero para que repetir las miserables opiniones de rechazo emitidas por tal o cuál parlamentario PPD, UDI, DC, PS, RN, etcétera. Lo que hay que destacar es la consecuencia y dignidad de Boric y Jackson, que más allá de que se apruebe o no el proyecto, ponen en el debate público un tema que aterroriza a la élite política: que desenmascaren sus bolsillos, privilegiados gracias al dinero de todos los chilenos. La política chilena es oligárquica desde sus inicios, además de chanchullera y mentirosa. Imagínense que la élite política destaca como fundador de la república a Diego Portales Palazuelos, un mercachifle de quien el capitán general aprendió a meter la mano en cartera ajena.
Por otro lado, se inician ataques personales contra los dos diputados, especialmente contra Gabriel Boric, criticándolo incluso por su forma de vestir. Esto me recuerda un ensayo del poeta Pablo de Rokha titulado “Importación y exportación de imbéciles”. Lo que me da la idea de que siChile exportara diputados como los que critican a Boric y Jackson tendríamos más ingresos que los que nos da el cobre.
Por Alejandro Lavquen
Santiago de Chile, 10 de abril 2014
Crónica Digital
Jue Abr 10 , 2014
Camila no se levantó. Sus compañeros de partido rindieron homenaje a Jaime Guzmán, de pie y sin grandes cuestionamientos, como lo oye, lo hizo Guillermo Teillier, Karol Cariola y Daniel Núñez, para no ser menos, desde el Partido Socialista la nieta de Salvador Allende, Maya Fernández también cumplió con el “rito republicano”. Pero Camila no se levantó. El Presidente del Partido Comunista, ese que un par de meses atrás reivindicó el derecho de magnicidio del dictador, al avalar con su presencia un homenaje a quién se consideró a sí mismo, como el principal enemigo político de su partido, no hace otra cosa que sembrar confusión y dar una bofetada a los mártires de su colectividad. ¿Qué dirán las familias de Víctor Díaz, Marta Ugarte, Jorge Muñoz, Uldarico Donaire, Jaime Donato? A propósito ¿Ustedes creen que Gladys Marín se hubiera levantado? Camila no se levantó. La derecha como era de esperar, piensa que la animita de su líder merece ser venerada, pero la irreverente comunista no está para mostrar devoción al Goebbels chileno, una cosa es el convencimiento republicano -y otra muy distinta- ceder a concesiones puritanas, carentes de sentido. El gesto es doblemente valioso, se necesita valentía para enfrentar a los adversarios, pero hace falta coraje, para mantener sus convicciones, sobre todo cuando sus compañeros, tomaron una actitud diferente. Camila actuó con la sintonía social que la caracteriza, de esa forma representó a los miles de chilenos que salieron a la calle durante el año 2011, en la llamada rebelión contra el lucro y la herencia constitucional pinochetista, de la que Jaime Guzmán es el principal arquitecto. De esa sensibilidad debió hacerse cargo Camilo Ballesteros, antes de decir que “tendría que evaluar si me pongo de pie” ese tipo de dudas, titubeos o fluctuaciones, no se pueden tener en temas que ponen a prueba, los fundamentos del actuar político. La derecha tiene todo el derecho de rendir homenaje a quién estime conveniente, son los representantes de la izquierda y en especial de un partido con historia, como el comunista, los que deben delimitar con mucha claridad, sus acciones frente a estos hechos. “Algo está pasando, algo huele mal” Hace días atrás en el contexto del Lollapalooza, un grupo de jóvenes, tuvo la peregrina idea, de gritar a la cantante Ana Tijoux una frase para el bronce ¡Cara de nana! Como si el rostro moreno, pelo negro y pómulos prominentes, sumado a un par de ojos marrones, fueran en sí mismos motivos de vergüenza. Ese clasismo primario de contenido racista, no es nuevo en la sociedad chilena, los calificativos de “roto”; “Huacho”; “Indio” son parte del lenguaje cotidiano, de una añeja casta de aristócratas y arribistas que de vez en cuando nos recuerda, el anhelo de superioridad por mayorazgo, inteligencia, comportamiento moral y cómo no, también de talento . En lo literario, un artículo elaborado por el director de este medio titulado “Los hijos de Pinochet o la poesía líquida de los 90” publicado en […]