Nuevamente vemos cómo una familia guardadora sufre la ausencia de un hijo, a quien por años le entregaron amor y protección. Un hijo con el que crearon lazos y a quien apoyaron en su crecimiento. El Estado ha vuelto a fallar en garantizar el derecho que tienen todos los niños a tener una familia,  a crecer sanos física, mental y espiritualmente. ¿Cómo es posible que se separe a una familia por el sólo hecho de amar a un niño como su propio hijo? Esto es inaceptable.   Desde hace meses hemos seguido la historia de Nachito. Un pequeño que fue alejado de su familia de acogida y entregado a una nueva en Arica para su adopción. Luego vimos la historia de Ángel y su hermanito, quienes también fueron separados de sus padres cuidadores, pero además este padre y esta madre fueron formalizados por el delito de sustracción de menores y  deberán enfrentar las consecuencias jurídicas de esos hechos. Siempre hablamos y escuchamos sobre la importancia de asegurar el bien superior de los niños, pero claramente aquí lo olvidamos. Olvidamos lo que significa la entrega, el amor y los cuidados. Pasamos a llevar el anhelo de una madre y de un padre por formar una familia, de cambiar el destino de unos pequeños institucionalizados. ¿Cómo pedimos que se respeten las leyes cuando el propio sistema no lo hace? Teresa y su esposo tuvieron a Nachito por más de cinco años, cuando la ley estipula un plazo máximo de seis meses para cuidar de estos niños que están a la espera de ser adoptados. Por eso necesitamos modernizar y mejorar la actual Ley de Adopción, una que permita que situaciones como las vividas por Nachito y Ángel no se vuelva a repetir, que nunca más una familia sea tratada como delincuentes porque el sistema de adopción está obsoleto. Hoy Nachito pasa sus días y sus noches anhelando compartir, nuevamente, con las personas que él conoce y considera su familia, de comenzar el 2017 en su casa de La Higuera. Por Ramón Farías Diputado

Cuando los historiadores del futuro escriban sobre nuestra época, Michelle Bachelet –una víctima de la dictadura que, sin embargo, trataba de “tío” al general de la Fach Fernando Matthei, quien traicionó a su padre y compañero de armas Alberto Bachelet- no entrará a los libros de historia como una líder que contribuyera de manera decisiva al “Nunca Más”. El programa de gobierno que Michelle Bachelet y su equipo presentaron a fines de 2013 en medio de la campaña presidencial era más bien escuálido en materia de las graves violaciones a los derechos humanos cometidos durante la dictadura cívico-militar. Sin embargo, contenía algunos puntos interesantes, como era el de revisar el secreto de 50 años que rige para los testimonios de aquellos que declararon durante la década pasada para la Comisión Valech I y II acerca de la tortura y prisión política que habían sufrido. Se trataba de casi 40 mil testimonios aceptados como válidos por la comisión. Y poco después de asumir, la mandataria prometió en un acto de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) que bajo su mandato pensaba clausurar el penal de Punta Peuco, que otorga privilegios carcelarios especiales a los militares condenados por la justicia, que no tienen los reos comunes del país, como aquellos calcinados en el incendio de la cárcel de San Miguel en 2010. Hasta ahora, Bachelet no ha cumplido con ninguna de estas dos promesas. Ciertamente, el caso Caval descarriló a su gobierno y el ataque constante de la derecha y sus ayudantes de la prensa tradicional ha tenido en jaque a su programa de reformas desde el principio. Pero nada de ello es excusa para que una Presidenta, que vivió en carne propia los vejámenes de la Dictadura, no alce su voz en estos temas. ¿Qué opina nuestra Presidenta de la reciente misa en la que un puñado de militares y agentes de la dictadura pidió perdón por sus crímenes? Nadie lo sabe. ¿Qué opina nuestra Presidenta de las cuatro mociones parlamentarias que, de formas distintas, piden que se libera de sus penas a reos de edad avanzada o gravemente enfermos? Nadie lo sabe aún. Esa medida, tener misericordia por condenados ancianos y gravemente enfermos, ¿se aplicará sólo a los militares o también a los presos comunes? ¿Se podrían beneficiar también de esta medida en un futuro cercano Cupertino Andaur, el asesino y violador convicto del niño Víctor Zamorano Jones, o Julio Pérez Silva, el llamado “psicópata de Alto Hospicio? La misa reciente en la que unos pocos violadores a los derechos humanos pidieron perdón, tras meditar, se supone, unos 40 años, es un eslabón más en una campaña comunicacional que busca privilegios especiales para los condenados que alguna vez vistieron uniforme o estuvieron al servicio de los aparatos represivos de la dictadura. Se trata de una campaña comunicacional que hace sólo pocos meses levantó el cuerpo editorial de El Mercurio, auxiliado por representantes de la jerarquía de la Iglesia Católica. El perdón de lágrimas de cocodrilo de los represores condenados […]

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En una entrevista que se le hizo al senador Andrés Zaldívar, éste defiende la autonomía que deben tener los gobernantes y legisladores respecto de la opinión y demandas de las organizaciones sociales. Aceptando la necesidad de que los parlamentarios observen y escuchen al país, postula que estos resuelvan solamente conforme a sus convicciones. Se trata, sin duda, de una aseveración que, a primera vista, puede aparecer razonable, pero que en definitiva esconde una inclinación francamente antidemocrática. Además de revestir severos peligros si se considera que el pueblo debe ser siempre el único soberano, el llamado a definir las decisiones fundamentales, cuanto que los políticos debieran ser solo los mandatarios o ejecutores de la voluntad popular. No solo lo que exprese en las urnas, desde luego, sino en sus movilizaciones sociales, los sondeos de opinión pública y mediante las decisiones de las diversas organizaciones sindicales, estudiantiles o de cualquier otro orden dentro de la sociedad civil. Cuando se habla de que existe una clase o una casta política, ello significa que lo que se ha consagrado en Chile, en realidad, es la existencia de un conjunto de personas que se sienten iluminadas y llamadas a resolver de motu propio los destinos del país, teniendo en cuenta, a lo sumo, la opinión de sus propias y manipuladas organizaciones partidarias. Habitualmente sin siquiera disimular tal propósito y negándose a promover las reformas aclamadas por la población, como llegando a ejercer un completo desdén a sus propios partidos y adherentes. Más allá de tener que garantizarles cargos públicos o cupos, como los llaman) a estas colectividades para tenerlos más propicios y agenciarse el apoyo parlamentario que necesitan para ejercer su empecinada voluntad. En este sentido, ya hemos visto las  consecuencias que enfrentan quienes adoptan una posición renuente o díscola, esto es cuando asumen que las demandas de la población no se condicen con lo que se obran los gobiernos y las mayorías parlamentarias. Expresión de todo esto es la resistencia que algunos parlamentarios por fin oponen a algunas iniciativas del Ejecutivo que no gozan, ciertamente, de aprobación social. Especialmente, en materia de previsión, reajustes de remuneraciones y reformas tales como la educacional. Llamándonos la atención, además, de todas aquellas promesas hechas al país y que La Moneda y el Poder Legislativo desoyen y posponen para un próximo gobierno o indefinidamente. Como sucede con la demanda por una asamblea constituyente que diseñe una nueva Carta Fundamental. O cuando se omite legislar para acabar con los abusos del sistema de salud privado. La misma iniciativa de suprimirles las penas de cárcel a los empresarios que se coludieran para vulnerar la “libre competencia” se derivó años atrás de una componenda cupular acicateada, de seguro, por la propia clase patronal. Cuando se impuso una norma claramente lesiva a los intereses de los consumidores y, por lo tanto,  de espaldas a la inmensa mayoría de país. Decisión que hoy ocasiona el bochorno de quienes la urdieron y que los ha llevado a reponer las severas penas que ya existían […]

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Un acto ecuménico. Así lo llaman. Es el acto que convocan religiosos católicos y evangélicos en el Penal de Punta Peuco fundados “…en la idea que los condenados por violaciones a los Derechos Humanos también tienen derecho a la libertad” La presencia de connotados hombres de Fé en esta ceremonia litúrgico – política connota la prisión de genocidas como “sujetos de perdón”. ¿Un debate abierto desde la Fé? Una nueva categoría conceptual que deja a los condenados por crímenes genocidas fuera de los valores del derecho y del humanismo universal, y que, por el contrario, los apiña en un rincón de la historia social plastificados en el aurea de la condición de “sujetos de misericordia”. Así sea, la razón humanitaria como fundamento de la misericordia, la misericordia como fundamento del perdón, el perdón como razón del indulto. ¿Y cómo no, se filtra en la prensa que0 hasta el propio Presidente de la Corte Suprema se habría manifestado a favor de conceder el indulto por las mismas “razones humanitarias”?  ¿El derecho pone su rodilla en tierra? Así las cosas, este debate, -como lo han llamado-, pondría de un lado a los compasivos y misericordiosos (son aquellos que ponen su corazón en el dolor del Otro) y, por omisión, pone en la otra vereda a los “inmisericordes”, los incapaces de comprender o conmiserar el sufrimiento de este Otro y que, en consecuencia, no pueden ser compasivos. ¿Sobre qué se discute, sobre amnistía, impunidad, reducción de penas o indulto? Las declaraciones de los patrocinantes se refieren “perdón y disculpas” o “perdón como señal de arrepentimiento” o el “perdón como condición del indulto”. En todas las referencias queda una idea al centro de todas. Ellos van a “pedir perdón”. Son 8 de 130 condenados por crímenes de lesa humanidad, pero no es una cuestión de número. Un destacado hombre de Fé declara que espera que “…en lo posible haya dos cosas, arrepentimiento y que den toda la información que tienen”. Declara que le consta que hay gente que lamenta haber hecho lo que hicieron, y que están dolidos y arrepentidos. La expectativa, según informan algunos periodistas, es que los reos ofrezcan disculpas y muestren arrepentimiento Las disculpas no son perdón, y no hay arrepentimiento si antes no hay confesión y contrición. Y el arrepentimiento no sirve si no hay reparación. Pero, ¿nos olvidamos de la confesión? Entre los criminales y genocidas de Punta Peuco hay personas orgullosas de su condición de exterminador. El problema se complica cuando, desde fuera del derecho, se pretende instalar una lógica del perdón como mediador de un indulto. Un acto declarativo sin consecuencias sobre los victimarios, pero avasallador sobre las víctimas. Por menos que eso la iglesia vivió el cisma evangélico por los indultos papales. Eso no es el perdón en la Fé. Ni siquiera para los no creyentes que nos hemos dado el tiempo de leer a los maestros sobre la condición del perdón. El perdón es un camino que emprende aquel que ha sido la causa de […]

Cada vez que me hablan de perdón, la rabia me toma. Sí, la rabia, pues cómo me gustaría perdonar genuinamente a tantos que nos causaron tanto daño. Pero no puedo, a pesar de que fui educada en la doctrina de la iglesia católica y no soy mala persona, ni estoy llena de rencor ni de anhelos de venganza, como algunos tratan de estigmatizar a los que fuimos víctimas de la dictadura cívico militar chilena. Es más, soy una mujer, esposa, madre de 3 hijas y profesional , que a pesar de todo esto, contenta de estar viva! Hago un poco de memoria para entender mi proceso personal y social hacia la reconciliación que todos deseamos. A los 5 años de edad sin darme cuenta el Estado ya no me cuidaba, pues se había instalado un dictador por la fuerza de las armas derrocando al Presidente Constitucional Salvador Allende. Aprendí que no debía hablar en el colegio, a no confiar, hay sapos en todas partes-me decían mis padres. Ya el Estado no estaba para proteger, ni cuidar, ni brindar justicia a sus ciudadanos. Había que callar, callar la impotencia de crecer con la censura, con asesinatos de opositores al gobierno, sufrir allanamientos en las poblaciones como Nogales donde yo vivía, callar extraños enfrentamientos que encubrían masacres, presos políticos, torturados y mucha gente saliendo al exilio. Todos opositores a Pinochet. Esto es lo que los tratados internacionales llaman Genocidio o crímenes contra la humanidad. Cuando es el Estado, que usando la fuerza de las armas arremete contra sus propios ciudadanos sea por pensar distinto, por raza o creencia. A los 18 años de edad, siendo estudiante de la USACH, fui golpeada, rociada con bencina y quemada viva por militares chilenos , a plena luz del día en una jornada de paro nacional. Mi compañero en esos momentos, Rodrigo Rojas, no sobrevivió. Yo resulté con el 65% de mi cuerpo quemado y deformado de por vida. Tuve que iniciar un camino de reconstrucción personal , donde lo más difícil fue tratar de entender cómo el Estado a través de sus agentes fue capaz de quemar dos personas vivas en pleno siglo XX. Personalmente era incapaz de asimilarlo y esto se me hacía explícito cada vez que un niño me preguntaba ¿qué le pasó señora? Y mi repuesta era tan dolorosa para mí, como para el niño que la escuchaba. Entonces muchas veces cambiaba de tema. Me tuve que someter a más de 40 operaciones con anestesia total, muchas terapias de rehabilitación física interminables, psicoterapias psicológicas para aceptar mi cuerpo dañado y tratar de perdonarme a mí misma por salir ese día 02 de julio a protestar por un Chile para todos y exponerme al riesgo con los resultados que tuve. También perdonar mi sentimiento de culpa de haber causado tanto dolor a toda mi familia. ¡Me sentía culpable por protestar! Me costó entender en mi terapia, que es el Estado el responsable de los crímenes de DDHH, que nadie debe ser sometido a […]

Al iniciar el camino de un nuevo año proclamamos el sentido profundo de la esperanza, el derecho a soñar, el deber del compromiso, el sentido estratégico y moral de la utopía. Reclamamos el entusiasmo de los despertares, la emoción a flor de labios, la melancolía de la puesta de sol, el brillo de los amaneceres, la plenitud del respirar a pleno pulmón, el fundirse en un abrazo. Así queremos vivir, sonreír, seguir el rumbo. Ese es nuestro deseo para el Año Nuevo 2017, más allá de la circunstancia histórica de la incertidumbre, más allá de los horizontes probables, más allá de las dificultades y tropiezos. Nuestro desafío es construir el camino hacia el horizonte de nuestras metas. Y como dice la voz profética de Antonio Machado, y lo canta Serrat “se hace camino al andar”. Equipo Crónica Digital Santiago de Chile, 23 de diciembre 2016 Crónica Digital 

Uno de estos días me hicieron una entrevista para el extranjero sobre ‘el perdón’. Hablamos largo sobre temas nacionales e internacionales, hasta que al final la pregunta fue directa respecto a si yo he perdonado. Y ya puesto en el área chica, lo primero que hice fue aclarar que no puedo perdonar a nombre de mi padre, porque eso tendría que hacerlo él, y como él no está, no me corresponde perdonar vicariamente por él. Lo segundo es precisar si yo he perdonado. Y en mi largo proceso, que me ha tomado una vida, energía y reflexión, la respuesta es positiva: sí, he perdonado. Pero debo detallar a quién. Al primero que me tomó años perdonar fue a mi mismo. El no haber podido hacer más para que mi papá apareciera con vida, entre la mañana del 29 y el mediodía del 30 de marzo de 1985, me tomó tiempo perdonármelo. Muchas veces me han preguntado por si he sentido rabia, y sí, sentí mucha, pero principalmente conmigo mismo. Intenté, a minutos que se lo llevaron, movilizar a la opinión pública llamando a Sergio Campos a Radio Cooperativa para denunciar el plagio. Luego, armar velatones y un largo etcétera frenético, hasta que al día siguiente el director de mi escuela me llevó a un lado por la tarde, para contarme que había aparecido mi papá degollado en Quilicura. No lloré durante meses, porque no me lo podía perdonar. Pasaron años hasta que tomé consciencia que era un niño de 14. Lo abracé, le conversé, lo oí, busqué comprender y lo acogí. No estaba en mis manos salvarlo con vida. Fui la primera persona a quien perdoné. Y así he podido seguir viviendo. El segundo perdón era más complejo, y aún va y viene. Me ha tomado años de elaboración, y varias de mis opciones y decisiones de vida están marcadas por esa dificultad, a la vez que voluntad, de poder perdonarle: al Partido de mi padre. Mi rabia mayor, luego de a mi mismo, era (es) con el Partido. Porqué no lo cuidaron, cómo dejaron que esto sucediera, cómo ocurrió un crimen tan absurdo, a las puertas de un colegio en pleno estado de sitio. Años me tomó (y me sigue tomando) recuperar el afecto y la confianza. Es curioso, porque no es con una persona en particular, sino con una organización, con una institución, a la cual yo mismo pertenecía en esos años. Cómo el Partido, El Partido, no impidió la muerte de mi padre. Pasó tiempo para que aceptara, en el curso de mi elaboración, que esto no era resorte -necesariamente- de la organización de mi padre. Que hubo compañeros/as que le dijeron que no volviera a Chile. Que hubo otros que le pidieron que se fuera. Que hubo más que arriesgaron sus vidas escondiéndolo. Que la organización son personas, y que también quienes lo protegieron son Partido. Mi proceso de acercamiento/alejamiento/acercamiento/alejamiento (y así en forma periódica), tiene que ver con ese factor (además de diferencias de otro […]

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En medio de le euforia (inexplicable, por lo demás) por su triunfo como presidenta de la derechista Unión Demócrata Independiente, UDI, la  senadora Jacqueline van Rysselberghe, se ha sacado la careta de “linda” y ha mostrado el feo y tenebroso rostro real de la derecha pinochetista y violenta. Y ha notificado al país que “no creemos en la igualdad”, que “¡no estamos de acuerdo con la igualdad!””, y previendo el efecto negativo de esa afirmación, agregó, en entrevista de “El Mercurio”. que “el silencio y los falsos consensos que nos han ido corriendo hacia la izquierda provienen de lqa comodidad , e incluso de la cobardía”. Y para reafirmar este perfil de “mujer de hierro”, “competitiva”, “guerrera” que busca proyectar (porque es del Bío Bío (¿) sostuvo), agregó que “la izquierda siempre ha sido peligrosa”, que “ellos fueron capaces de destruir La  democracia”, y anunció que “va a hablar claro, y que “está dispuesta a pagar los costos de lo que significa ser presidenta de la UDI”. La presidenta del partido creado en 1988 por Pinochet y Jaime Guzmán, enfatizó en su lenguaje agresivo, que “no pretendo que la UDI busque popularidad, sino que busque respeto”, subrayando que mantendrá la Declaración de Principios del partido, particularmente en lo que respecta a la dictadura y sus crímenes. El documento, refrendado en marzo de este año establece que la UDI “destaca el patriotismo y espíritu de servicio de las Fuerzas Armadas y de orden de Chile, cuyo origen y gloriosas tradiciones se identifican con el surgimiento y defensa de la chilenidad a través de toda la historia del país, incluida su acción libertadora del once de septiembre de mil novecientos setenta y tres, que salvó al país de la inminente amenaza de un totalitarismo irreversible y de la dominación extranjera, culminando así una valiente resistencia civil y recogiendo un clamor popular abrumadoramente mayoritario”. Las declaraciones de Jacqueline van Rysselberghe es una declaración de guerra de la Derecha contra la ciudadanía, que deja de paso heridos en su propio sector: “Evopoli” ( “está bien que ocupen otros espacios”, dice, o el desprecio por su rival en las elecciones internas , el diputado Jaime Bellolio, que se jugó por una “renovación”, al que desestimó, argumentando que “quien gana en una elección competitiva tiene que asumir la responsabilidad de los éxitos y de de los errores”. Nada de consideraciones democráticas, o de actitudes del tipo “políticamente correcto” concepto que le es ajeno y que desprecia, así como relativiza el hecho objetivo de que en las elecciones “presidenciales” de la UDI hayan participado menos de 7 mil personas, solo un 10 por ciento del padrón electoral que el conglomerado dice tener y que ella haya obtenido un 60 por ciento de los que fueron movilizados para votar. Objetivamente, lo importante es que la Derecha pinochetista  se ha sacado la careta democrática y ha lanzado su grito de guerra y ha escogido la virulencia verbal y los métodos de la guerra sicológica, el ataque alevoso al gobierno […]

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Los tiempos que corren entrañan peligros considerables. Hay un factor común que está poniendo en riesgo al sistema democrático tanto en los mayores países del centro del mundo como en el delgado Chile en sus confines, la incapacidad de los gobiernos de centro-izquierda y centro-derecha de resolver los graves problemas acumulados que entraban el continuado desarrollo de la sociedad. A consecuencia de ello, la creciente indignación del pueblo afectado por dichos problemas está siendo instrumentalizada por políticos inescrupulosos de la misma ralea que en el siglo pasado se llamó fascismo. No hay otro camino que conformar grandes alianzas democráticas abiertas a todos aquellos que lo rechazan, pero con dirigencias firmes y decididas a enfrentar resueltamente los intereses privados que sostienen el actual estado de cosas e impiden su indispensable reforma, y aplastar los brotes fascistas con mano de hierro. Así se hizo en el siglo XX y se tendrá que hacer ahora. Para ello resulta indispensable que la “centro-izquierda” deje de identificarse con una actitud conservadora, timorata, frívola y pusilánime, y recupere las nobles tradiciones de sus principales líderes históricos. La crisis de la institucionalidad democrática en los principales países desarrollados, cuyas expresiones más preocupantes hasta el momento son Trump y el llamado Brexit, se debe principalmente a la incapacidad de los gobiernos de centro-izquierda y centro-derecha, que en conjunto se autodefinen allí como élite liberal, de enfrentar con decisión los poderosos intereses, principalmente el capital financiero y los grandes rentistas, que tuvieron la principal responsabilidad en precipitar la crisis mundial y en su estela han logrado entrabar las medidas indispensables para que las economías se recuperen con fuerza y equidad. Wolfgang Munchau, uno de los observadores más agudos de esta situación, escribe en un artículo reciente del Financial Times, “Se requiere una revisión fundamental de la doctrina macroeconómica moderna —desde los bancos centrales independientes y metas inflacionarias a los mercados financieros desregulados y las metas de política fiscal. En breve, si nosotros, la élite liberal, no lo hacemos, los populistas lo harán por nosotros.” La periodista Rosa Montero escribe por estos días en El País de España, “Malditos sean los tibios. Los auténticos culpables de que la vida pueda ser tan cruel son los tibios de corazón. Permiten con su indiferencia que el mal campe a sus anchas.” Cita al respecto el Apocalipsis, en donde Jesús dice: “Conozco tus obras, sé que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca”. Y la Divina Comedia, de Dante, en donde, en el ‘Canto III del Infierno’, encontramos que las almas más despreciables son aquellas “que vivieron sin merecer alabanzas ni vituperio (…) que no fueron rebeldes ni fieles a Dios, sino que sólo vivieron para sí”. Esas sentencias tan lapidarias como verdaderas no siempre se han identificado con los políticos de centro, las grandes alianzas democráticas, y menos con los conservadores que adhieren a ellas. Muy por el contrario, quienes derrotaron […]

El guión parece ya escrito y todo lo que resta es dar paso a los actores para de modo oportunista, en plena Navidad, ofrecer una suerte de «perdón humanitario» a asesinos de la dictadura en Chile. Suena fuerte tal afirmación, pero ni más ni menos se corresponde con la verdad, oculta, adornada en medio de los entretelones de la política en Chile, donde los defensores de Augusto Pinochet no se andan con medias tintas. Escalpelo en mano, la revista Punto Final profundizó en el asunto en un análisis intitulado Operación Punta Peuco, que hace alusión a las maniobras en curso para dejar en libertad condicional o a domicilio a esos personajes. Lo más escandaloso a priori es la postura del ministro de Justicia, Jaime Campos, quien consideró razonable conceder esas prerrogativas a convictos que purgan largas condenas en razón de la edad o por padecer enfermedades terminales. El artículo de Punto Final firmado por Alvaro Ramis, describe todo el ambiente de falacias fabricado para adelantar el asunto. «Una ola de súbita conmiseración inunda a las élites de este país respecto a los presidiarios que enfrentan sus condenas con avanzada edad y enfermedades terminales (…)». Ramis subraya que el debate promovido por el ministro Campos ha sido respondido por una legión variopinta, desde la derecha en pleno hasta la jerarquía de las iglesias Católica y Evangélica, en tono conciliador y positivo. Como era de esperarse, el ultraconservador diario El Mercurio no perdió tiempo para matizar que le parece obvio que los reclusos, sin importar su prontuario criminal, deberían salir de la cárcel para morir con sus familias. Este viernes, un grupo de exagentes de la dictadura de Pinochet, condenados por crímenes de lesa humanidad, pedirán perdón en un centro penitenciario de Chile. Extraña coincidencia, pudiera decirse con mucha suspicacia. El tema ha provocado la indignación de organizaciones defensores de los derechos humanos, que temen se trata de una patraña en busca de obtener la libertad condicional por edad o enfermedades. La presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, Alicia Lira, opinó que el acto ecuménico es parte de una campaña desde hace casi un año, con la finalidad de liberar algunos violadores de derechos humanos. «Lo que nosotros vemos es una escalada de pronunciamientos por beneficios carcelarios de estos victimarios como si fueran víctimas. Todos dicen que están graves y con enfermedades terminales», comentó Lira. En la misma cuerda, cinco integrantes de la Conferencia Episcopal de Chile llamaron a la clemencia y misericordia a propósito de la Navidad, abriendo la puerta a la excarcelación de asesinos del régimen de Pinochet (1973-1990). En el exclusivo centro penitenciario de Punta Peuco, denunciado por ofrecer privilegios a sus reos, seis de los cerca de 120 prisioneros sentenciados por violaciones de los derechos humanos, pedirán perdón en un oficio ecuménico. Entre los que tomarán parte en la ceremonia aparecen los ex generales Raúl Iturriaga Neumann y Fernando Torres Silva, convictos por crímenes, desapariciones y torturas durante la junta militar. Nunca está de más […]

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Un café en una plaza con historia....

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