San Martín arribó a Santiago el domingo, especialmente invitado por Ravinet para inspeccionar mañana trabajos de desminado en el parque Llullaillaco, en Antofagasta, en la frontera chileno-boliviana, junto a la también ministra argentina, Nilda Garré.
La ceremonia oficial de recibimiento tendrá lugar al mediodía en el Ministerio de Defensa, ubicado en el emblemático edificio Diego Portales. Luego, ambos titulares sostendrán una reunión de trabajo y un almuerzo de camaradería, confirmaron fuentes oficiales.
Al encuentro también asistirá el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, general Wilfredo Vargas, en una visita de alto nivel poco común en las relaciones militares de ambos países, enfrentados en un histórico conflicto.
En la tarde de este mismo lunes ambos partirán hacia Antofagasta y mañana asistirán a las labores de desminado. El año pasado, Ravinet ya había invitado a una actividad similar, realizada en Arica, al titular de Defensa boliviano de la época.
El retiro de minas, que se hará en forma progresiva, responde a la ratificación que hizo Chile de la Convención de Ottawa en 2002, que prohíbe su empleo y almacenamiento. Se estima que existen unos 700 artefactos explosivos en el Parque de Llullaillaco.
El secretario chileno de Defensa estima que hay cerca de 23 mil minas antipersonales a lo largo de la frontera con Bolivia, y otras 118 mil en los límites con Perú y Argentina.
La instalación de estos artefactos se produjo en la década de los setenta cuando se vivieron sucesivos estados de tensión limítrofes, primero con Perú en 1976, y posteriormente con el gobierno militar de Argentina en 1978, por el canal Beagle.
En 1997, bajo la presidencia de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Chile suscribió la Convención de Ottawa, en la que se comprometió a desarrollar un plan para destruir minas antipersonales, para lo cual tiene 10 años de plazo.
Desde la denominada Guerra del Pacífico (1879-1884), en que arrebató bastos territorios a Bolivia -incluido todo su litoral, y a Perú en su frontera norte-, Chile ha vivido en constantes conflictos con sus vecinos.
Con Bolivia no hay relaciones diplomáticas plenas desde finales de la década de los 70, cuando fracasaron negociaciones de los entonces dictadores Hugo Banzer y Augusto Pinochet para buscar una solución a la reivindicación boliviana de una salida soberana al mar.
El arrollador triunfo electoral de Evo Morales luego de un largo período de inestabilidad política en Bolivia hizo renacer en ambos países la posibilidad de avanzar en la normalización de las relaciones que tenga en cuenta los históricos reclamos bolivianos.
En ese marco, el presidente Ricardo Lagos participó en la toma de posesión de Morales, el pasado 22 de enero, especialmente invitado por éste, y el mandatario boliviano asistirá a las ceremonias de cambio de gobierno en Chile, el próximo 11 de marzo.
Ambos acontecimientos marcan la primera vez que esto sucede en la historia de los nexos de ambos bilaterales. Antes, durante el corto período de la presidencia de Eduardo Rodríguez, antecesor de Morales, se habían dado pasos en este proceso.
Rodríguez y Lagos firmaron sendos acuerdos en el plano comercial, donde Chile redujo a casi cero los aranceles en sus importaciones de productos bolivianos y se eliminaron la necesidad de visas en los viajes entre ambos países.
Morales es esperado aquí el 10 de marzo próximo para participar en la toma de posesión de la presidenta electa, Michelle Bachelet, y será objeto de un multitudinario recibimiento popular, convocado por más de 400 organizaciones políticas y sociales.
Santiago de Chile, 27 de febrero 2006
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