La padecen grupos de población de casi todos los países, en correspondencia con su mayor desarrollo y nivel de vida, y en asociación además con la herencia genética.
Científicos y empíricos han intentado hallar la solución más eficiente durante varios siglos, y no obstante los múltiples métodos recomendados por médicos, estilistas, comerciantes, literatos, deportistas y otros conocedores, los esfuerzos han resultado pírricos y reversibles, pues la mayoría de los involucrados recuperaron con mucha facilidad los kilos perdidos.
En tratados sobre este tema se insiste en la máxima de que sólo se debe adelgazar cuando el volumen corporal implica escollos no sólo estéticos, sino también para la salud, y en esa intención hay que tener en cuenta además la morfología familiar, el sexo, la edad y el ambiente sociológico de cada individuo.
La experiencia y conocimientos ganados por los especialistas indican que ambos estadios: el sobrepeso y la gordura, no deben paliarse o eliminarse con procedimientos que sólo se reducen el consumo o gasto de calorías.
Ellos se inclinan por evitar además los regímenes desequilibrados y antinaturales, entre ellos el ayuno total, los fármacos peligrosos, las cirugías mutiladoras
Igualmente recomiendan tener en cuenta los factores psicológicos, pues es sabido que para muchas personas algunos alimentos poseen valores simbólicos, religiosos, festivos desde la infancia, y no se privan de ingerirlos frecuentemente a pesar de no ser recomendables para los obesos.
Tanto para el hombre como para la mujer y los niños se han establecido y deben conocerse los factores que desequilibran la balanza de regulación de sus respectivos pesos, y con esos antecedentes es posible seleccionar adecuadamente los nutrientes más apropiados, menos dañinos y que coadyuven al propósito de perder calorías en un plazo prolongado, para evitar la flaccidez de los tejidos.
Además se debe saber que en el fenómeno bulímico (comer compulsivamente) y en la anorexis (adelgazamiento excesivo) influyen los estados de ansiedad, depresión, frustración, delirio, así como las adicciones, que requieren de terapias psicológicas apropiadas, incluidas las técnicas de relajación y de visualización positiva de uno mismo, entre otras apropiadas.
Como reafirmación de esas acciones y para adicionar calidad al programa, se realizarán ejercicios aerobios, digitopuntura, deportes, entre otras prácticas especialmente convenientes a la persona de que se trate.
En cuanto a la alimentación, deberá ingerirse la comida con moderación y sólo para paliar la sensación de hambre; no continuar comiendo después de la saciedad; evitar las grasas dañinas y el exceso de sal y azúcar; introducir el salvado de trigo y la soya en la dieta; elegir frutas, vegetales, y evitar los platos fuertes en la noche, antes de dormir.
Será preciso conocer además la química del cuerpo y la acción de los diversos nutrientes, como por ejemplo los glúcidos, pues aunque algunos tienen similares valores calóricos, unos influyen más que otros en la acumulación de lípidos. Los sistemas biológicos no funcionan por igual en los seres humanos, y cada quien metaboliza los nutrientes de acuerdo con sus características.
Muy importante es igualmente el sentido común de la persona, que le permita la adopción de hábitos sensatos, acordes consigo mismo, al tiempo que lo alejen del trauma, la incertidumbre y la inseguridad, generadores sin dudas de estados depresivos y malestares adversos a cualquier programa terapéutico.
Se trata, en resumen, de adoptar y mantener un estilo de vida personal que, unido al logro de un peso adecuado nos proporcione salud, fortaleza física y mental, y la estética que precisa cada quien para sentirse en armonía con sus valores y concepciones, sin perjuicio de su cuerpo y su mente.
Por: Agnerys Sotolongo de Revista Mujeres
Santiago de Chile, 6 de Mayo 2006
Crónica Digital
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