SEGURIDAD CIUDADANA: ELEMENTOS PARA UNA POLÍTICA CRIMINAL DEMOCRÁTICA

La política criminal la forma mas intensa y dura que tiene el Estado para intervenir en la vida de las personas y siendo las decisiones legales, al mismo tiempo, decisiones políticas, tomadas por el órgano mas político de la institucionalidad estatal, el Parlamento, esto es imprescindible.

Para esto, una precisión conceptual previa. Hoy se habla de “seguridad ciudadana” en reemplazo del concepto Política Criminal, que nos parece el adecuado en estas materias. Este cambio no es inocente, pues con él se ha agregado a la responsabilidad estatal de prevenir y controlar el delito, el controlar el miedo al delito y al mismo tiempo se oculta que es, el Estado (LA POLÍTICA), el que decide que es y que no es delito.

Este agregado reciente, convierte en un barril sin fondo el tema de la inseguridad y naturaliza el orden establecido, sacándolo de la discusión. Con esta prevención es que usaremos indistintamente estos conceptos, entregando algunas consideraciones respecto de los contenidos de una política criminal democrática.

Una política democrática de seguridad ciudadana se funda en los mismos principios que todas las políticas democráticas. Así, Libertad, Justicia Social, Solidaridad, Igualdad, Tolerancia, Derechos Humanos, Equidad, Dignidad Humana, Fraternidad, Reflexión Crítica, son las bases de ella.

Se ubica siempre en el contexto de una política democrática en general, que abarque todas las dimensiones necesarias para dar seguridad a los seres humanos: Seguridad Personal, Seguridad Social, Seguridad Familiar, Seguridad Laboral, Seguridad Previsional, Seguridad Económica, etc. Esta destinada a eliminar o disminuir los miedos y las razones de los miedos, que hay presentes en nuestra sociedad.

También esta dirigida a disminuir los niveles de violencia, de cualquier naturaleza, que hay en nuestra convivencia. Por lo tanto debe evitar el uso de soluciones violentas para enfrentar la inseguridad. Tanto por una cuestión de principios como porque no se puede terminar la violencia, con mas violencia.

El castigo, cuando llega, llega siempre después que el mal está causado. Queremos evitar el mal. Además que es mucho más barato prevenir que castigar. Las armas y la justicia por propia mano son los mejores aliados de la inseguridad. Con ellas solo se intensifica el circulo vicioso de la violencia.

Una política criminal democrática no estigmatiza, especialmente a los sectores mas vulnerados y mas desposeídos. La gran mayoría de los pobres no delinque y si lo hacen muchos no pobres. Lo que pasa es que cada cual no comete el delito que quiere, sino el que puede.

El concepto de delito contiene una amplia gama de conductas. Los fraudes, la evasión tributaria y los delitos de cuello blanco en general, son tanto o más frecuentes que los delitos cometidos generalmente por pobres y son socialmente más dañinos, solo que su efecto es indirecto y, sus autores son personas con poder, lo que por lo mismo hace que no sean mostrados por los medios de comunicación como delincuentes.

Considera las causas mas profundas y variadas de las inseguridades, relevando la prevención social y atacando los factores asociados a la delincuencia, como las desigualdades, las discriminaciones, las dominaciones, las exclusiones, las explotaciones, la desintegración social y el afán de lucro excesivo, fácil y rápido.

Por otra parte, la inseguridad ciudadana es otra injusticia social más, pues se distribuye desigualmente, de acuerdo a los recursos de cada uno.Tiene, por lo tanto un sentido de transformación social. Cada sociedad tiene las inseguridades que produce. Por lo tanto, promueve el cambio social, examinando críticamente las condiciones sociales de nuestra convivencia.

“El delito es un síntoma” dijo el General Ugarte, ex -Director de Carabineros. Una política democrática, ataca principalmente la enfermedad y no solo los síntomas.

Apunta a la reparación y protección de la víctima, en todas las dimensiones en que esta haya sido violentada. Considera el castigo como un MAL inevitable, reservándolo para los atentados mas graves a nuestra convivencia, y destinado a no generar una sensación de impunidad.

Propicia la participación de la victima en la elaboración de la solución al conflicto que el delito supone (mediación etc). Considera a la seguridad como una, pública e igual para todos.

Carabineros es la única institución para la prevención policial. Evita que el dinero mande en las políticas al respecto, ya que por una parte, al convertirse en negocio, se deja de tener interés en que el problema se acabe, y por la otra, porque se distribuye la seguridad de manera proporcional a los medios que se tengan.

No concibe a las políticas sociales como un medio para la prevención del delito, sino por el contrario, como la decisión de la sociedad para hacer efectiva la vigencia de los Derechos Humanos. Por ejemplo: Los jóvenes tienen derecho a tener lugares de deportes o esparcimiento, no para que no delincan, sino por el solo hecho de existir. Esto, independiente que el efecto preventivo se produzca. Promueve la confianza en los otros y el fortalecimiento de los vínculos sociales. No se puede superar el miedo con medidas que tienen como fundamento el miedo al otro.

Como es obvio, estamos obligados a convivir en sociedad, con otros, pero los veo como potenciales atacantes, enemigos o competidores, ¿Cómo podré sentirme seguro por mas medidas que tome?

Finalmente, el problema de las drogas debe ser debidamente contextualizado y comprendido para no caer en simplismos. Chile es uno de los países con más alto uso de drogas legales en el mundo, como calmantes, estimulantes, entre otros.

No es entonces raro, en nuestro medio, el consumo de drogas. En esta perspectiva, las drogas, legales e ilegales, consumidas por algunos para mantener sus niveles de “éxito” o precisamente por haberlos alcanzado, y por otros, para soportar sus frustraciones, no son solo la causa de la vida que llevan, sino también su resultado.

Por tanto, se deben privilegiar las medidas preventivas y la rehabilitación de los consumidores problemáticos, y, por otra parte impedir la instalación de los grandes narcotraficantes, que financian el delito y con su poder económico corrompe las instituciones. Por último, y como siempre, debemos buscar en el tipo de sociedad que tenemos (y hacemos), las claves de nuestros problemas.

Por Mauricio Salinas Escobar, Abogado. Secretario Corporación Ciudadanía y Justicia, Asesor académico adjunto del Instituo Jorge Ahumada y columinsta permanente de la revista Impacto.

Santiago de Chile, 25 de julio 2007
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