Qué chileno bien informado podrá recordar a este ex presidente como un demócrata, conociendo el papel activo que jugó en llamar a los militares para derrocar al gobierno constitucional, cuestión que él mismo se encarga de dilucidar cuando dice “El golpe se habría producido sin la ayuda de Estados Unidos” lo que supone que manejaba la información de la conspiración cívico militar, de la que era parte principal.
Este pseudo demócrata se encaramó en el poder utilizando como moneda de cambio a la verdadera izquierda, que hizo el trabajo pesado contra la dictadura, inaugurando los gobiernos de la exclusión y de la contención al movimiento social. Con ese expediente quiere ser recordado como demócrata y abierto al pluralismo. Más caradura, imposible.
Pide recordarlo también como impulsor de la justicia social, no obstante que fue lo primero que traicionó cuando decidió abandonar, antes de un año, el programa original de la Concertación que incluía una nueva ley laboral, regular las AFPs, descentralización eficiente, recuperación de los “niveles salariales perdidos”, etc. De qué justicia social habla cuando fue su gobierno el que dio carta blanca a la privatización del cobre, que Salvador Allende había nacionalizado precisamente para financiar el gasto social.
Pero la guinda de la torta es pretender erigirse como el campeón de la defensa de los Derechos Humanos. Hay que ser claros, por mucho que responsabilice al gobierno de la UP del clima que existía al momento del golpe de estado, pretendiendo ignorar el desabastecimiento provocado por los industriales y el paro del transporte, la inestabilidad generada por los llamados de Frei padre desde el Senado y por el financiamiento proveniente de Estados Unidos, Patricio Aylwin no puede negar los testimonios escritos, gráficos y fílmicos en los que avala, defiende y promueve la aventura militar provocada por la alianza de la DC y la Derecha.
En la entrevista en cuestión es muy claro y directo para aceptar su responsabilidad en los hechos que siguieron al golpe de estado diciendo “si se repitieran las mismas circunstancias, volvería a ser decidido opositor, pero los horrores y quebrantos del drama vivido por Chile desde entonces nos han enseñado que esas circunstancias no deben ni pueden repetirse por motivo alguno”. En consecuencia don Patricio Aylwin es absoluto responsable de las violaciones a los DD HH ocurridas durante la dictadura en su calidad de cogestor del golpe y defensor del gobierno de Pinochet.
El drama que vivió Chile, señor Aylwin, se expresa en el asesinato y desaparición de miles de chilenos y chilenas y en la tortura y prisión injusta de muchos miles más que sobrevivieron para recordarles a los culpables, como usted, que tienen una deuda criminal como autores intelectuales de esos delitos de lesa humanidad que, recuerde también, son imprescriptibles.
Estas declaraciones suyas son una nueva ofensa para los ex Prisioneros Políticos y Torturados por los esbirros de ese mismo Pinochet que usted encuentra tan “… socarrón y diablito…” . A esas víctimas sobrevivientes de la barbarie usted no fue capaz siquiera de reconocer, mucho menos de indemnizar oportuna y adecuadamente, como lo manda el Derecho Internacional del que Chile es signatario. Esta es una deuda que los continuadores de su transición hipócrita aún no resuelven.
No puede un demócrata acuñar el lema de la justicia en la medida de lo posible cuando eso significa impunidad para los victimarios y un nuevo castigo para las víctimas. El perdón que pidió después de conocer el informe Rettig se parece mucho – seguramente es la misma escuela – al que pidió Piñera en su última cuenta, carente de sinceridad y de voluntad de cambio.
Hoy día usted aparece como espectro del pasado para volver a instalar la política de la sedición y del terror, amenazando con volver a ser opositor de un gobierno antimperialista, descalificando a los estudiantes al acusarlos de “…ignorancia de lo que realmente ocurrió y del proceso que vivió Chile.”, tratando a un demócrata como Salvador Allende, internacionalmente reconocido como un gran estadista, de mal político porque no traicionó sus principios ni a su pueblo.
Retírese a su sarcófago de oro, comprado con la sangre y sufrimiento de los chilenos que usted vendió al imperialismo norteamericano, a las transnacionales y a la oligarquía a la que pertenece, y deje a los chilenos decidir su destino. No siga atentando contra la memoria histórica de Chile y avergonzando al país ante una opinión pública internacional que durante los 17 años de dictadura apoyó, sin restricciones, a nuestro sufrido pueblo.
HÉCTOR CATALDO
PRESIDENTE
Asociación de ex Presos Políticos de Valparaíso
Santiago de Chile, 31 de mayo 2012
Crónica Digital