LA CEGUERA

La Concertación propuso dialogar, el gobierno lo ha rechazado. Dado la magnitud de los problemas del país esta decisión de la autoridad resulta increíble.

Hoy, la capacidad del Ejecutivo es mínima. No tiene apoyo siquiera para el proyecto de salario mínimo; y no quiere dialogar. Carece de respaldo para licitar riquezas nacionales tan significativas como el litio; y no dialoga. Asimismo, en afanes discutibles pero evidentes, el gobierno ha caído en una espiral de anuncios que aumentan considerablemente las obligaciones de la caja fiscal. Por el contrario, el proyecto de reforma tributaria que ingresó a la Cámara de Diputados resulta enteramente incapaz de enfrentar los nuevos gastos que el propio gobierno está anunciando; y tampoco quiere diálogo. Otros asuntos primordiales para Chile, como es la cuestión energética, como las propuestas del movimiento estudiantil en materia educacional, registran también diferencias que no permiten soluciones para resolver el fondo de estos dilemas, verdaderamente de una envergadura de país; y es el gobierno el que rechaza el diálogo. En el ámbito de los derechos laborales también es urgente abrir espacios de entendimiento; pero aquel que tiene el poder sigue sordo.

Estamos ante un completo y total contrasentido. El que gobierna es el que debe resolver los problemas y no agravarlos, encerrándose en el respaldo obligado de sus partidarios.

Esta situación genera una profunda desconfianza acerca de los propósitos de la autoridad en el próximo tiempo.

Se crea la impresión de un Presidente cautivo del principal partido político que lo respalda; es decir, que se ha ido configurando una dictadura partidista, cuya fuerte organización y disciplina le posibilita imponer su voluntad, sin contrapesos, en la coalición política gobernante. En consecuencia, al país se le impone el criterio estrechamente corporativo de la cúpula del partido patrón en el poder. No era, por cierto, esta la nueva forma de gobernar que se comprometió con el país.

La excusa que se entrega es que los distintos temas se tratarán en su mérito en el Congreso Nacional; es la llamada teoría del «salame»; o sea, ir paso a paso haciendo lo que a la autoridad le agrade, desechando aquello que no quiere tratar; especialmente, la reforma del sistema electoral, que es lo que, en definitiva, se pretende eternizar, pues es aquel sistema lo que genera que sólo un partido político imponga su voluntad al país, en una muy «sui generis» reedición del control unipartidista que tanto se condenara de palabra para justificar el pasado dicatorial.

Cerrar el diálogo significa dejar vía libre a los que buscan la confrontación y agravar el clima de recriminaciones mutuas que desnaturaliza completamente el debate de los temas nacionales en pugilatos verbales que alejan aún más a los ciudadanos de la acción política, precisamente por estéril e ineficaz.

Tomamos nota que la autoridad no quiere enaltecer la vida política y el debate político, sino que permanecer en el laberinto de las descalificaciones inconducentes. La ceguera nos gobierna.

Por Camilo Escalona, Presidente del Senado
Santiago de Chile 20 de junio 2012
Crónica Digital

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ENTRE LO VIEJO, LO NUEVO Y OTROS CUENTOS. REFLEXIONES EN RESPUESTA A GABRIEL SALAZAR

Mié Jun 20 , 2012
En relación a las últimas declaraciones y entrevistas realizadas por el Premio Nacional de Historia profesor Gabriel Salazar, quisiera comentar algunas cosas: Primero que todo, mi más sincero respeto a la larga trayectoria del profesor y su trabajo como historiador, cuya rigurosidad investigativa y aporte al país no pongo en duda. Sin embargo, dicha consideración no disminuye mi incomodidad ante comentarios que poseen un claro sesgo machista cuando se refiere a mi persona así como descalificaciones a la profesión de los geógrafos, insinuando que es una carrera menos reflexiva o muy acotada, cosa que no comparto en lo absoluto. Me parece positivo que el debate ponga sobre la mesa cuestiones fundamentales a discutir en este momento histórico como el rol de los movimientos sociales, la relación del Partido Comunista de Chile (y de los partidos de izquierda en general) con esos movimientos, el papel de la juventud comunista al interior del partido, la disputa (o no) del poder político en la esfera institucional, el cambio en la institucionalidad misma y la vetusta discusión sobre la “vieja” y la “nueva” forma de hacer política. Cosas ante las cuales quisiera yo también hacer una reflexión. Sin duda alguna que uno de los principales logros del movimiento del 2011 fue la capacidad de hacer volver la política a las calles, los hogares, los liceos, las universidades, las plazas públicas, los lugares de trabajo. El 2011 se logró recuperar la política de su secuestro institucional que le ha impuesto el neoliberalismo y re significarla como opción legítima de los movimientos sociales. Hoy nadie puede dudar que el movimiento estudiantil y social ha sido profundamente político y ha logrado, por primera vez desde el retorno de la democracia, instalar con fuerza la conciencia sobre las perversidades del modelo neoliberal, mercantilizador de la vida y lo espurio de una institucionalidad política que requiere con urgencia ser superada. Esto queda más que demostrado en el rechazo generalizado al lucro en la educación y también en otros aspectos de la vida social como la salud o la previsión; en cómo ha quedado en evidencia un modelo económico que genera crecimiento empobrecedor dado su patrón acumulativo y abusivo; y en la muestra de los impedimentos que esta institucionalidad, sumamente presidencialista y con un parlamento binominalizado, genera para los posibles avances en las reivindicaciones del movimiento social. La crisis de representatividad del sistema político se debe a que ya por más de tres décadas no ha sido capaz de dar respuestas a las necesidades del mundo social, debido al eterno privilegio de resguardar los intereses de los grandes empresarios nacionales y trasnacionales. A su vez, el duro cuestionamiento a los partidos políticos del sistema es por haber mantenido y utilizado esa institucionalidad política para privilegiar a ciertos sectores y beneficiarse de paso, del modelo neoliberal y sus “bondades” económicas. Si logramos comprender bien el cuestionamiento que hacen la ciudadanía y el movimiento social, éste no es a la institucionalidad o a los partidos políticos per sé, por el mero hecho […]

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