Dom Nov 20 , 2016
Tras las elecciones municipales, el debate en la Nueva Mayoría y en su gobierno se incrementó. Uno de los nudos de esta discusión es el rumbo político y el diagnóstico socio-político que explica los caminos a seguir. Es una tensión real, objetiva, que probablemente está a la base de los diversos hechos y comportamientos que incluso confrontan al gobierno con partidos de la coalición, y entre los propios partidos de la NM. El tema no es el “disciplinamiento”, el “orden”. El tema de fondo es cómo lograr una direccionalidad política común,compartida, que nos permita derrotar a la derecha y seguir profundizando el proceso reformista. Ese objetivo de futuro quedó debilitado tras las elecciones municipales, y sería un muy profundo error no asumirlo así. El desafío hacia adelante es mucho mayor, y más “cuesta arriba”. Dicho esto, lo que la NM y su gobierno deben intentar es una síntesis. Sobre el diagnóstico: Es equivocado aquel que sostiene que las reformas, el programa de gobierno, el ritmo y las prioridades han sido causa del debilitamiento político, social y electoral del gobierno y la NM. Otra cosa muy distinta es que sectores restauradores en la NM, y en el gobierno, que lamentablemente tienen la idea que “todo lo que hicimos antes (gobiernos de concertación) fue bien hecho”, han tratado de imponer esa idea para justificar el complejo estado actual. Lo han tratado de imponer en la política, en la economía y en las prioridades legislativas y de políticas públicas. Un economicismo cerrado, tautológico (cuestionado fuertemente en la NM y por economistas respetados, leales, de gran experiencia), persiste y se impone como algo que no se puede cambiar. El primer año del gobierno fue un buen año, en todos los aspectos. Ciertamente eso cambió radicalmente, y se sabe cláramente lo que provocó el cambio. Sin embargo, el “buen gobierno”, el “hacer las cosas bien”, en materias tan sensibles para la ciudadanía, como salud, transporte, seguridad ciudadana, y otros asuntos de impacto directo, tampoco han tenido los resultados que se esperaban y se anunciaban. Ya no se puede culpar ni al programa, ni a las reformas, ni tampoco al primer gabinete. No da el ancho para responsabilizar de lo que hoy ocurre, y puede acontecer hacia el futuro, esa falsa causa. En rigor, lo que ha ocurrido es que el diagnóstico restaurador es un error, y no calza con el Chile actual. La economía nacional no está al borde del precipicio si se generan políticas contracíclicas (lo proponen leal, seria e insistentemente, entre otros, French-Davis; Solimano, Fazio, Palma, Riesco y Vidal). Si se generan políticas que estimulen el consumo; los salarios, los gastos en proyectos de inversión (compartidos con los privados) en áreas de la construcción y la infraestructura del país. Pero también es un profundo error pensar que la mayoría de las y los chilenos demandan, supuestamente, un retorno a un país de “consensos” centro-derecha, al binominalismo en la política y en la sociedad, y que eso podría llevar a recomponer el apoyo ciudadano […]