El Servicio Médico Legal de Chile identificó los restos de cuatro detenidos desaparecidos, asesinados en 1976 por agentes de la policía secreta de Augusto Pinochet (1973-1990).
Los restos pertenecen a los dirigentes comunistas Lincoyán Berríos Cataldo; Horacio Cepeda Marinkovic y Fernando Ortiz Letelier, y al militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Ángel Guerrero Castillo.
El proceso de identificación se realizó sobre la base de 200 pequeños fragmentos óseos, que serán entregados a los familiares de las víctimas, las que habrían sido torturadas salvajemente en el denominado cuartel Simón Bolívar de la exDirección de Inteligencia Nacional (DINA).
La existencia de esa macabra instalación se conoció hace sólo cinco años, cuando fue revelada por Jorgelino Vergara, alias «El Mocito», un exagente de la DINA.
En el libro del reciente aparición «La danza de los cuervos», del periodista Javier Rebolledo, Vergara dio a conocer los métodos de tortura utilizados en las instalaciones donde trabajó, señalando que el uso de electricidad, golpes, patadas y asfixia eran habituales.
Relató que se usaba gas sarín e inyecciones letales de cianuro para terminar con la vida de los agonizantes prisioneros.
Las confesiones de Vergara constituyen uno de los más valiosos testimonios de la maldad humana y de los extremos a que llegó una clase social y los ejecutores a su servicio para poner a salvo un sistema social que garantizara sus desproporcionados privilegios, destacó el jurista chileno Eduardo Contreras.
El reconocido abogado de causas de DD.HH. refirió en un reciente artículo cómo las torturas y asesinatos del cuartel de la calle Simón Bolívar, cuartel de la muerte del que nadie salió vivo, estaban dirigidas especial pero no exclusivamente contra los dirigentes comunistas y ocurrieron entre los años 76 y 77.
Esos crímenes, denunció, fueron ejecutados por la llamada Brigada Lautaro que dirigía el oficial de ejército Morales Salgado y de las que no todos sus integrantes han sido procesados. Morales, acotó el experto, es el mismo que participó en el asesinato del general Prats y su esposa en Buenos Aires.
Hay muchas tareas pendientes en materia de verdad, justicia y reparación en Chile, enfatizó Contreras.
Santiago de Chile 22 de julio 2012
Crónica Digital