Con estas palabras, la dirigente del gremio de los periodistas chilenos se refirió a la reciente expulsión de Lorenzo Spairani, periodista italiano que llegó a Chile en octubre de 2016, becado por la Unión Europea para realizar un intercambio de experiencias de trabajo con organizaciones sociales y que el pasado viernes 3 de febrero fue expulsado del país. “Esta expulsión resulta inexplicable y verdaderamente cavernaria. No se entiende que a un profesional de las comunicaciones se le expulse por dedicarse a realizar coberturas de organizaciones sindicales, no es propio de una democracia”, enfatizó Javiera Olivares, Presidenta del Colegio de Periodistas deChile.
La orden de expulsión se argumenta en el Decreto Ley 1094 (Ley de Extranjería) que prohíbe el ingreso al país a quienes “propaguen o fomenten de palabra o por escrito o por cualquier otro medio, doctrinas que tiendan a destruir o alterar por la violencia, el orden social del país o su sistema de gobierno”. En este caso, la orden de detención y expulsión, emitida por el intendente de Santiago Claudio Orrego y autorizada por el Ministerio del Interior, acusa a Spairani de haber “sido detectado en diversas actividades antisistémicas, alterando el orden social del país y constituyendo de esa manera un peligro para el Estado”. El italiano trabajaba junto a la Asociación Regional Metropolitana de Trabajadores y Trabajadoras del Sename (Armetrase), realizando asesorías comunicacionales a la organización sindical.
“En medio de recientes debates acerca de las normas de migración y extranjería, es inexcusable que aún se mantengan normas de estas características que no contemplan instancias de reclamación ni resguardan el derecho a un debido proceso, dejando a un expulsado en la más absoluta indefensión. Emplazamos a las autoridades a que expliquen las causas de este inexplicable hecho y que puedan revisar la medida”, sentenció la dirigente.
Santiago de Chile, 8 de febrero 2017
Crónica Digital
Mié Feb 8 , 2017
Una investigación internacional alerta sobre la extensión en el mundo de los incendios violentos como los que devastan en las últimas semanas a Chile, considerados los más terribles en la historia de ese país suramericano. Los participantes en el estudio, liderado por el académico David Bowman, de la universidad australiana de Tasmania, acopiaron información mundial registrada por satélites sobre el impacto de 23 millones de estos eventos entre 2002 y 2013. Según un artículo divulgado en Nature Ecology and Evolution, de esa información analizaron 478 de los incendios más agresivos. Al decir de Bowman, los eventos de fuego extremo son un fenómeno global y natural, particularmente en áreas boscosas que tienen estaciones secas pronunciadas. En tal sentido, con la excepción de la altura del suelo, la investigación encontró que los fuegos extremadamente intensos se asocian con tiempo anómalo, como sequías y vientos, o en regiones desérticas, después de temporadas particularmente húmedas, expresó. De los 478 eventos más importantes, identificamos 144 desastrosos, los cuales se concentraron en regiones donde se crearon paisajes arbolados inflamables, como las áreas que rodean a las ciudades en el sur de Australia y el oeste de Norteamérica, comentó. A propósito de ello, utilizando las proyecciones del modelo de cambio climático, la pesquisa vaticinó más incendios peligrosos en la costa este de Australia, incluyendo Brisbane, y toda la región mediterránea: Portugal, España, Francia, Grecia y Turquía. Los pronósticos sugieren un ascenso en los días propicios a los fuegos extremos de entre 20 y 50 por ciento en estos paisajes propensos a desastres, subrayó Bowman. Por su parte, el profesor Crystal Kolden, de la universidad de Idaho, reconoció que Estados Unidos tenía una proporción mucho mayor de casos de incendios desastrosos que cualquier otro país. Para que tenga una idea, el fuego incontrolado quemó más de diez millones de acres en Estados Unidos en 2015 y costó más de dos mil millones de dólares apagarlos, apuntó. Aunque algunos piensan que no se puede hacer nada ante estos grandes siniestros, considero que podemos minimizar el potencial de desastres al reducir la densidad forestal, sugirió. Asimismo, mejorando la mitigación y la preparación mediante el desarrollo de comunidades resilientes al fuego, concluyó Kolden. Londres, 8 de febrero 2017 Crónica Digital /PL