Para demostrar esa hipótesis, los expertos introdujeron durante las pruebas en laboratorio, puntos cuánticos en infecciones aisladas, activándolos o desactivándolos por medio de distintas longitudes de onda de luz.
Esos puntos, al activarse, liberan un superóxido, compuesto químico que interfiere con el metabolismo de la bacteria. En tal sentido, al luchar contra el superóxido, el microbio queda susceptible a los efectos de los antibióticos tradicionales.
Hemos desarrollado un nocaut con dos golpes. La reacción natural del microorganismo de luchar contra los puntos cuánticos lo deja vulnerable, afirmó el autor principal Prashant Nagpal.
Según el medio especializado, los puntos cuánticos hacen que las bacterias se vuelvan mil veces menos resistentes a los antibióticos.
Por ser tan pequeños, añade el reporte, pueden ayudar a destruirlas dentro de las células sin devastar esas estructuras de nuestro organismo afectadas por esos parásitos, algo inalcanzable con los tratamientos disponibles hasta el momento.
El nuevo enfoque es necesario porque las bacterias superresistentes ya existen, especialmente en hospitales, subrayó Nagpal.
Para que se tenga una idea, el E. coli y la salmonella infectan a dos millones de personas al año en Estados Unidos y causan la muerte de más de 23 mil.
Por su parte, Anushree Chatterjee, coautora del estudio, espresó que el nuevo desarrollo, que no ofrece efectos secundarios adversos, brinda una importante ventaja, la de poder modificarse y adaptarse para combatir una amplia gama de infecciones.
Para el centro de altos estudios, a medida que esta tecnología progrese, su enfoque adaptable y multifacético podría incorporarse a otras aplicaciones terapéuticas, como eventualmente combatir el cáncer o el virus de inmunodeficiencia humana.
Washington, 6 octubre 2017
Crónica Digital /PL