Afincando entre los cinco mayores productores y exportadores de vinos en el mundo, Chile libra una cruzada que se antoja paradójica: lograr mayor consumo en el mercado nacional.
Esta suerte de contrasentido se explica de forma muy simple por Pablo Ugarte, director ejecutivo de Catad´Or, el más prestigioso y amplio concurso de vinos, espumantes, espirituosos y piscos de América Latina y el Caribe.
«Mientras la industria del vino creció aceleradamente en nuestro país, florecieron otras alternativas, la cerveza, los cocteles, piscos, whisky o vodka se pusieron de moda. Pero nos vamos abriendo espacio», comentó Ugarte a Prensa Latina.
El chileno promedio consume algo más de 14 litros de vino por año. La cifra está por debajo de las expectativas. Sin embargo, es bien recibida por los promotores de la bebida de los dioses.
«La campaña Nos gusta el vino que lanzamos hace tres años comienza a rendir dividendos. Sobre todo porque la mejor imagen de Chile en el exterior es nuestro embajador, el vino», dijo a Prensa Latina un alto funcionario.
Mario Pablo Silva, presidente de Vinos de Chile, apuntó que el prestigio requiere compromisos, como los anotados por el país austral en hacer productos sostenibles y amigables con el medio ambiente, y enfocarse en los sellos Premium.
PASAJE DEL VINO
Aunque el origen es francés, las cosechas de Malbec de Argentina son absolutamente emblemáticas. Pocos enólogos se atreverían a discutir la supremacía sudafricana de la Pinotage (Pinot noire con Cinsault).
Con la Carménére no hay dudas. Si bien surgió en Médoc, Burdeos, fue destruida por la filoxera y los viticultores franceses la remplazaron por una variedad más resistente, Merlot.
Hasta que se hizo el milagro. En época tan cercana como en 1994, el científico galo especializado en la vid (ampelógrafo) Jean Michel Boursiquot determinó la existencia de la Bordeaux Carménére en Chile, en Viña Carmen.
Había sido confundida con las vides de Merlot y el redescubrimiento le permitió al largo territorio del Cono Sur, básicamente a su región central, convertirse en el rey del Carménére del universo.
De acuerdo con reputados sommeliers, los Carménére son vinos de cuerpo medio, afrutados y con notas verdes de pimentón, achocolatados y de taninos amigables.
«Por la historia romántica de cómo se rescató esta cepa un siglo después de la filoxera es una variedad insignia, pero es una uva difícil de vinificar y no todos los años da para hacer vinos jóvenes sin crianza», explicó el enólogo Sebastián Labbé.
Los grandes Carménére realmente deberían ser un distintivo porque sin duda poseen personalidad propia, completó.
Chile cultiva actualmente el 84 por ciento de Carménére, seguido por China con el 14, Italia 0,5, Argentina 0,5 y Francia el 0,25 por ciento. Sin embargo, chinos e italianos la bautizaron con nombres adaptados a su mercado interno.
FAMA Y GUARISMOS
Concha y Toro se identifica bastante con la popularidad de Casillero del Diablo, que le ha dado la vuelta al mundo. Se inscribe entre los vinos Premium de la firma, que logra un promedio de ventas por más de mil millones de dólares anuales.
Casillero del Diablo es una imagen distintiva y muy apreciada por la empresa. Sin embargo, brillan otras luminarias consideradas íconos, en especial Don Melchor, que proviene del viñedo de Puente Alto, en el valle del Alto Maipo, al pie de la Cordillera de los Andes.
Don Melchor tiene 127 hectáreas sembradas de Cabernet de Sauvigon, Cabernet Franc, Merlot y Petit Verdot. Comenzó a plantarse en 1890 y sus botellas de vino en la actualidad parten de los 200 dólares de precio.
De todas formas, el inventario del vino chileno es mucho más abarcador. Posee en la actualidad más de 130 mil hectáreas plantadas de cepas para vinos, con de 250 a 300 casas de grandes, medianos y pequeños productores.
Hay numerosas rutas destacadas en el Maule, Colchagua y Casablanca. Y de nombres y marcas, pisan fuerte Casa Silva, Matetic, El Principal, Misiones de Rengo, San Pedro, Errázuriz, Torres, Casas Patronales, Viu Manent, Santa Rita, Undurraga, Anakena, Balduzzi, Emiliana, Santa Ema (…).
En la actualidad, Chile tiene una cartera relevante con el vino y su Producto Interno Bruto. Ofrece ingresos en el orden de los dos mil millones de dólares anuales, es una industria ordenada y sólida, y gran generadora de empleos.
Por Fausto Triana
Santiago de Chile, 24 de mayo 2018
Crónica Digital /PL