Recibida la totalidad de las actas de votaciones de los 18 consejos regionales del país, el Consejo Nacional del Colegio de Periodistas de Chile informó esta mañana que ha resultado electo, con la primera mayoría, el periodista Marcelo Castillo Sibilla, quien encabezará la orden gremial por el periodo 2012-2014.
Castillo, quien actualmente encabeza la organización desde 2010, estará acompañado en el Consejo por el actual presidente regional de Coquimbo, Marco Gallardo, quien obtuvo la segunda mayoría en estas presidenciales gremialistas y que, en virtud de estos resultados y lo establecido por los estatutos, puede integrarse plenamente a la instancia como consejero nacional.
Del mismo modo, durante los comicios –celebrados los días 29, 30 y 31 de agosto en todo el país- fueron electos ocho de nueve consejeros nacionales, algunos de ellos con residencia en regiones, quedando pendiente un cupo debido al empate en la votación de tres postulantes.
Los consejeros nacionales electos son: Rodrigo Miranda, Javiera Olivares, Rodrigo Mora (Copiapó), Patricio Segura (Aysén), Ricardo Urzúa,Daniel Lillo (Valparaíso), Patricio Martínez y Leonardo Cáceres. Queda pendiente la situación de los periodistas Graciela Ortega, Marcel Garcés y Hernán Altamirano (Punta Arenas), empatados en la votación, situación que deberá resolverse en los próximos días
El nuevo Consejo Nacional del Colegio de Periodistas de Chile asumirá formalmente en una sesión constitutiva que se realizará el próximo miércoles 12 de septiembre.
Santiago de Chile, 7 de septiembre 2012
Crónica Digital
Vie Sep 7 , 2012
Hoy se niega a morir. Cosme Caracciolo, quién ha sido toda su vida pescador artesanal, dirigente social y gremial, hasta donó su lancha arponera de pez espada a un zoológico privado como protesta contra el sistema pesquero que, durante las últimas décadas, han colapsado y sobreexplotado casi el 70% de las pesquerías chilenas y expropia de sus derechos a los hijos del mar. Por Myriam Carmen Pinto. Zurdos no diestros (serie) Los pescadores no dicen el mar, sino que La Mar. Hablan de ella como si fuese una mujer cariñosa, protectora ymaternal, pero a veces cruel y veleidosa. Pareciera que la aman y le temen. No solo viven en sus orillas y se embarcan para convivir con ella días y semanas, en búsqueda de su plateado y húmedo pan de vida; no solo los acoge y guía como una afectuosa, pero estricta madre. También, les entrega su nutritivo alimento y sustento, que abrazan en su lecho fondo marino como si fuese su última amante. Los moldea y marca con una indeleble identidad propia de pueblo. La mar es su todo y su nada. Cosme Caracciolo, conoce su oficio y a su sector productivo como si lo tuviese escrito en las innumerables cicatrices que tiene en sus manos, producto de accidentes mientras arponeaba albacoras. Eran otros tiempos. Entonces volvía a tierra firme, en su lancha, «Santo Domingo», heredada de su padre, con sus bodegas y redes llenas de pescado. En San Antonio, su familia vivía tranquila con un buen pasar. Cuando joven estudió para técnico veterinario, pero no finalizó dicha carrera. Optó por seguir la libre ruta que había trazado su abuelo, inmigrante italiano, y su padre, que nació en un falucho. Lo mismo, Luciano, su hijo mayor, que a los 22 años, no regresó nunca más de la mar. Lo habían nombrado así en honor a Luciano Cruz, dirigente estudiantil del Movimiento de Izquierda Revolucionario, MIR, que falleció en un accidente hogareño en 1971. Luciano Caracciolo, salió a pescar, junto a otros tres jóvenes, desobedeciendo a su padre, que esa madrugada, le previno de no hacerlo porque “la mar estaba sonando mucho y fuerte por el sur”. «Quedaron adentro para siempre». La Mar, tal como da vida, la quita. Cosme cuenta que ella les avisa cuando pueden salir en su búsqueda y regresar a casa. Los guía, a través del sol rojo al caer la tarde, la luna luminosa, el “tililar” de las estrellas y, en alta marea, – en el infinito azul, donde el horizonte desaparece y las miradas no saben de límites – las corrientes marinas, el olor de los peces y los espejismos que crea la luz refractada en las aguas. Peces de todos no son para todos Sólo hace un par de décadas, a los pescadores les bastaban redes, líneas de anzuelos, botes, motores y sus saberes. La experiencia era su verdadero tesoro. Obtenían sus peces, según sus capacidades, equipamiento y oportunidades brindadas por la generosidad marina. Entonces, en las aguas azules, deslizándose sin fronteras, podían arponear albacoras y seguir a cardúmenes de merluzas, congrios, reinetas, sierras o sardinas; los […]