El cotejo programado para el pasado sábado en el Mineirao, dejó para el cometido de la selección varias conclusiones para anexar en la historia futbolística de nuestro país.
Primero, la previa del encuentro se tornó en algo rutinario en partidos que enfrentaran chilenos con brasileños. Algunos locales confiados, otros nos ningunearon, incluso unos apostaron por nosotros, y la mayoría escondía su soberbia en palabras corteses.
Nuestros medios de prensa calmaban los ánimos, y cambiaron la cara en sus despachos en el país de la samba, se notaba que el desafío era mucho mayor, y que varios factores hacían mucho más complicado el seguir avanzando de fase, entre ellos: toparse con el dueño de casa, la historia a favor de dicho rival, las lesiones de nuestro plantel, la presión social detrás de Brasil, etc.
Pero estos muchachos no estaban para ser basureados por nadie, para ser tomados como el rival de turno de cualquiera. Si nos querían bajar de la Copa, debían llegar más allá de lo pensado. Y así comenzó un partido muy apretado y disputado, se tornó muy parejo, y al principio se notó la presión ofensiva que realizó el “Scratch” sobre la línea defensiva compuesta por Gary Medel, Francisco Silva y Gonzalo Jara. De a poco la “Roja” intentaba salir con fluidez y dinámica para lograr alguna llegada al pórtico rival, pero la rapidez y soltura del conjunto “brazuca” se lo impedía a ratos, manteniendo una presión que logró varias pelotas detenidas, expediente que ya ha sido mencionado como nuestra gran falencia.
Y así llegó la apertura de la cuenta. Un córner en los 18 minutos iniciales encontró la desafortunada anticipación de Jara frente a David Luiz, y el nacional mandaba el balón a propia puerta. El brasileño festejaba como si hubiera sido su gol, y pensábamos que volvían nuestras pesadillas y partía un nuevo carnaval que hacía explotar a la inmensa mayoría de “verdeamarelos” presentes en el recinto.
De aquí en adelante la tarea se veía aún más complicada, ahora había que arriesgarlo todo en busca de la hazaña. Y eso implicaba dejar espacios en la retaguardia y seguir sufriendo con los veloces jugadores de la “canarinha”.
Pero la jugada más clara hasta ese momento llegó a los 32’: un lateral cobrado por Marcelo, la mala devolución de Hulk, Eduardo Vargas aprovechó y habilitó a Alexis Sánchez, quien disparó arrás de piso venciendo a David Luiz y al arquero Julio César, desatando la algarabía en el sector rojo del estadio y en todo Chile. Este gol nos daba un nuevo aire y nos devolvía la ilusión de poder hacer historia.
Nuevamente la responsabilidad de salir en busca del resultado le caía al local, y así la selección debía aprovechar la chance de anotar que viniera. Como esperábamos, Brasil siguió machacando a Claudio Bravo y un contragolpe cuando terminaba el primer lapso nos dejó con el corazón en la mano, cuando el tiro de Charles Aránguiz era contenido por Julio César, y se nos iba una oportunidad inmejorable de ponernos arriba en el marcador.
Pero el carácter de este equipo no se amainó para nada, y cuando se dirigían a los vestuarios, tras un empujón de Fred, Gary Medel “guapeó” con él y le demostró que no era nadie para venir a faltar el respeto.
Ya en el segundo tiempo ambos equipos se volvieron más “largos”, es decir, utilizando predominantemente el pase frontal y de distancia considerable. En los 54’, Hulk “pifeando” y todo convertía el segundo gol, pero fue bien anulado tras bajar el balón dos veces con la mano. Suspirábamos de nuevo.
La mejor expresión de juego asociado en esta mitad, se manifestó en la pared realizada por Sánchez e Isla, y éste último mandó el pase para Aránguiz, quien desde el suelo sacaba un gran remate que nuevamente tapaba el portero rival.
Llegando a la hora de partido, Sampaoli mandó a la cancha a Felipe Gutiérrez, en desmedro de Vargas, y sorprendentemente mostró más personalidad de la que le había visto en el partido contra Holanda. De hecho, gracias a su ingreso, Chile logró mantener el balón con seguridad y calma.
Ya cuando se terminaban los 90 minutos, el sacrificado Arturo Vidal cedió su lugar a Mauricio Pinilla, llamado a pivotear los balones aéreos, convertirse en un referente de área, y cooperar en los balones detenidos en contra. Nos íbamos al alargue.
El primer tiempo extra hizo notar a ambos elencos muy desgastados físicamente, y ya eran arremetidas anímicas las que se veían en ambos arcos. Pero en los segundos 15 minutos pasaron dos momentos claves y muy emotivos. A los 3’ de dicho lapso, Gary Medel, luego de todo el esfuerzo sobrenatural que hizo con su pierna desgarrada, no daba más y tuvo que salir en camilla, llorando de impotencia y rabia de no poder seguir dejando el alma en la cancha. En su lugar ingresó José “Pepe” Rojas.
Y en el 120’ del total, Pinilla y Sánchez se armaron una jugada que terminó con un misil de “Pinigol” que reventó el travesaño y nos dejó atónitos. Pensar que ahí estuvo la clasificación.
Y cuando no nos quedaban explicaciones lógicas para lo sucedido, el pitazo final indicaba algo poco usual en partidos de la selección: Lanzamientos penales. Intentábamos descifrar quien patearía en nuestro bando, y depositábamos toda nuestra confianza y esperanza en ellos.
Brasil comenzaba. David Luiz anotó el primero, 1-0. Lamentablemente Pinilla mandó el balón al medio y el portero tapó, seguíamos 1-0. Willian mandó para afuera y nos volvía la esperanza, se mantenía el 1-0. Nuestra figura, Alexis, para la sorpresa de muchos también erró, y todo seguía 1-0. Marcelo concretaba y le daba el 2-0 al local. Aránguiz se mandaba un golazo, 2-1. Bravo tapaba el misil de Hulk, volvía la esperanza, 2-1. Díaz anotaba y cambiaban nuestros rostros, 2-2. Neymar volvía a dejarnos en un hilo, 3-2. Y Gonzalo Jara, quien había jugado un muy buen partido, aislando el autogol, se veía confiado para el duro momento que le tocaba, pateó, y el arquero no llegó, pero el balón dio en el poste y sentenció nuestra ilusión de avanzar de fase.
Y de manera casi cruel, como si fuera broma, Brasil nos eliminó en 8vos de final en los últimos tres mundiales que hemos participado: Francia ’98, Sudáfrica 2010, y el actual.
Pero más allá de esto, es bueno sacar conclusiones respecto al papel de Chile en este Mundial. Es cierto, no avanzamos más allá de los dos mundiales anteriores, pero nos enfrentamos a un partido complicado, y a tres cotejos casi imposibles.
Sin desmerecer a Australia, hay que concentrarse en los duelos de mayor prestigio; eliminamos al CAMPEÓN del mundo en fase de grupos, complicamos (y mucho) al SUBCAMPEÓN, y bastaron 120 minutos y una tanda de penales, para que el PENTACAMPEÓN mundial, el anfitrión de la Copa, el país con mayor cultura futbolística del orbe nos bajara de la competencia.
Desde Italia ’90, ningún equipo había complicado tanto en los 8vos de final al “Scracth”, y eso señores, lo hizo “el equipo de los pequeños”, el “elenco que no era campeón de ningún torneo”, los chilenos.
El amateurismo de Sampaoli, el amor por el escudo y la camiseta, la dedicación, el dejar todo en la cancha, y sacar el corazón por tus colores, sinceramente (y no es de nacionalista) se lo he visto a muy pocos equipos en este torneo.
Porque estimados, la seguridad de Bravo, la entrega de Silva y Jara, la inmensa garra de Gary Medel, quien desgarrado y todo dejó CHICO a Neymar, los incansables laterales Isla y Mena, el silencioso y dedicado Marcelo Díaz, el poli funcional y aguerrido Charles Aránguiz, nuestro mermado Rey Arturo, el que jugó no más allá de su 50% de capacidad real, jugando con gran intensidad luego de su operación, el siempre talentoso y cooperador Alexis Sánchez, y nuestra carta de gol y espacios Eduardo Vargas; ese equipo de gladiadores, luchadores, guerreros, no lo había visto nunca.
Y lo que más me da pena, que los calambres, los desgarros, las operaciones, la garra, sus ojos llenos de pasión y sueños, sus palabras, su llanto, su rebeldía y coraje; no haya sido suficiente para eliminar a Brasil.
Sólo queda agradecer al cuerpo técnico y a los jugadores, todas las alegrías y esperanzas que nos dieron en esta Copa del Mundo. Que ellos sepan que estamos muy orgullosos de su proeza, y que son nuestros campeones mundiales. Y esto no es ser campeón de victorias morales, se trata de HONOR y VERGÜENZA DEPORTIVA. Estos muchachos le sacaron una sonrisa y lágrimas de emoción a la gente que ha sufrido en este tiempo y que ya he mencionado antes, nos hicieron creer en “el sueño de todos”, lograron quizás de manera burda hacernos un poco más chilenos, y darnos un ejemplo de superación y valentía frente a nuestros desafíos.
Ya queda atrás la autocrítica, Chile lo dio todo, y bien saben los equipos que nos enfrentaron. Les costó mucho más de lo que pensaban, y con todas las ventajas que podían tener, fuimos un escollo más que difícil de resolver.
Ahora queda seguir trabajando, que vamos por buen camino, la Copa América la organizamos nosotros el próximo año, y se ve un lindo desafío, queda confiar en nuestros guerreros, porque lo lindo del fútbol es “que siempre da revanchas…”.
Gracias totales don Sampa, gracias muchachos, el orgullo de tenerlos a ustedes como representantes de nuestra bandera, no nos lo quita nadie, no tengan duda, que los campeones del mundo solamente son llamados con el portentoso ¡C-H-I!, y sí, nadie más que ustedes 23, merecen dicho título. Porque en las batallas épicas no hay victoriosos, hay hombres llenos de honor, gloria y sueños que algún día se cumplirán. Nuevamente muchas gracias.
Crónica Digital, 30 de junio 2014
Simplemente….genial
Que grande la pluma y que fineza en el trato de la gramática. Espectacular …
El columnista, periodista o narrador, pone la noticia en bandeja al lector.
Si la noticia es importante, de igual manera deberá ser el que la transmite, importante.
E importante es el que el narrador sea capaz de apropiarse de la emotividad del momento y logre transmitirla.
Pero mucho más importante y a la vez difícil, es que el narrador sea capaz de ilustrar la noticia con los colores y emoción del momento «pick» de la misma y logre, con humildad, la transmisión del sentimiento que esta suscitó e impactó a los videntes del momento, plasmándola a perpetuidad en esculpida y apasionada prosa.
Vicente, en mi humilde opinión creo que lo lograse, Felicitaciones.
Termino de leer emocionada como aquel día…