El Consejo del Instituto Nacional de Derechos Humanos, a propósito de los hechos de violencia acaecidos en los últimos días en la Araucanía, señala que:
1. La ocurrencia de lamentables hechos de violencia en la Araucanía genera justificada preocupación y dolor en la ciudadanía. Tanto la muerte en Galvarino de José Quintriqueo Huaiquimil, comunero mapuche, respecto de la que esperamos la más rápida e imparcial investigación sobre las circunstancias en las que se produjo, como los ataques contra carabineros en diversas localidades, son situaciones condenables. Ello no sólo por afectar la vida e integridad de las personas, sino por cuanto dan dramática cuenta de la urgente necesidad de abordar caminos de solución a un conflicto que recrudece y se acentúa cada vez que presenciamos hechos como los que hoy lamentamos.
2. Reiteramos nuestra convicción de que la violencia no constituye un camino hacia la justicia y la paz. Tanto la represión desde el Estado, como la violencia a la que recurren quienes afirman defenderse de ella, ahondan el problema y alejan las perspectivas de solución. En el mismo sentido, nos preocupa que la utilización de la Ley de Seguridad del Estado pudiera derivar en los mismos problemas que, según hemos denunciado, afectan a la Ley sobre conductas terroristas.
3. Es hora de persistir en el diálogo, y al Estado y a las autoridades les cabe en esto la mayor responsabilidad. Estamos conscientes de la complejidad de una situación que se arrastra desde hace demasiado tiempo, pero, por lo mismo, el país espera gestos y actitudes que generen condiciones para un diálogo que, teniendo presente las directrices establecidas en los tratados internacionales de derechos humanos ratificados por Chile y aplicables a la realidad de los pueblos indígenas, involucre a todos los actores del conflicto, sin exclusión alguna.
4. El INDH ha centrado gran parte de sus energías y capacidades en las zonas de la Araucanía y Arauco, en las que existe una mayor vulneración de derechos. Desde esa experiencia, nos permitimos hacer un llamado al gobierno a proponer y ejecutar una política de diálogo y participación que renueve -especialmente entre quienes sufren cotidianamente el temor y la inseguridad- las esperanzas de que, con imaginación, audacia y compromiso, la paz es posible.
Santiago de Chile, 9 de octubre 2014
Crónica Digital