En los últimos días el ex presidente Sebastián Piñera ha entregado desde sus tribunas algunos mensajes a la población que son para pensar y no dejarlos pasar.
Piñera asegura que “la Nación va por mal camino”, y no se refiere al diario La Nación que él eliminó, para en forma simbólica exterminar o bloquear a sus opositores. No, él trata de convencernos que todos estamos equivocados, y que cada cual anda por su cuenta (de esta forma busca instalar la idea de ingobernabilidad) y el único personaje en lo cierto, cuerdo y en el camino correcto deberá restituir lo que él cree que es el “orden”.
El empresario conservador nos asegura que se “puede recuperar el buen camino”, y el buen camino, como apreciación bíblica, es él. Piñera lo que trata de hacer es sensibilizarnos para la violencia que vendrá de sus propios actos, y que radican en el hecho de definir o categorizar sus extrañas prácticas de redentor.
El redentor, eso sí, arrasará la tierra con nuevas privatizaciones y eliminando todo tipo de conquistas y avances que llevan a cabo los trabajadores. Será al igual que en Argentina, donde el presidente Mauricio Macri, privatiza con Decretos y ataca al pueblo con las alzas en la luz, agua, electricidad.
El empresario chileno no se queda atrás, y advierte a quien no quiera “los cambios necesarios”, que la violencia se instalará en nuestro país, y lo dice claramente: “todos los males de Chile se han generado en los últimos dos años, y deben erradicarse”.
Es decir, la maldad y el bien deberán enfrentarse una vez más. Supuestos discursos épicos con los que Piñera y su sector derechista buscan desde ya cambiar el sentido común de las cosas, para después, llegar al poder.
Ante estos afanes, la derecha y Piñera recuerdan al barón de Münchhausen quien se sacó a sí mismo de las arenas movedizas tirándose de su propia coleta salvándose de morir ahogado, es decir, la derecha nuevamente con el efecto de la auto-salvación, todo para ellos, y para los demás, el chorreo.
Estas acciones de un sector político que creen salir del apuro con sus propias fuerzas. El ficcionismo o la filosofía del “como si”, sostienen que ciertas ideas, aquellas que designan valores, son ficciones hechas por una proyección de la conciencia, bueno en estos casos, de los inconscientes de la derecha.
Piñera trata así de transformase en el redentor. Apreciamos que los discursos de Piñera son parte de un campo mayor de prácticas y relaciones de poder, las relaciones que él mantiene con las tribunas del poderío que le permiten opinar y actuar, para crear las condiciones de ingobernabilidad.
Pero cuidado, al parecer Piñera y la derecha no saben que la vida no es un fenómeno inducido por un “iluminado”, sino es construido por un conjunto recursivo de acciones y voces diferentes, desordenadas, que viven en los márgenes del equilibrio, que viven en la periferia y en el centro, en la simulación, que habitan en la paradoja, en el descentramiento del sujeto y en el caos, donde la multiplicidad y la pluralidad son valores fundamentales, siempre ha sido así, y así será siempre, porque el pueblo es así, y el pueblo no se dejará vencer.
Por Sergio Reyes
Santiago de Chile, 1 de septiembre 2016
Crònica Digital