Los políticos que quieran formar el próximo gobierno de Israel deberán hacer magia o acudir a enrevesados acuerdos de ocasión para integrar un gabinete que nacerá condenado a una muerte temprana.
El parlamento israelí cuenta con 120 asientos, por lo que para tener mayoría son imprescindibles 61 diputados.
Netanyahu es un personaje controvertido en Israel y fuera: admirador del expresidente estadounidense Donald Trump, registra éxitos en su gestión de la pandemia de Covid-19 y en la economía, pero sobre su cabeza penden acusaciones graves de abuso de poder y corrupción administrativa.
En el pasado Netanyahu sorteó con éxito alegaciones de despilfarro del tesoro público en frivolidades: miles de dólares en cosméticos de alta gama, sumas parecidas en su helado favorito y por ordenar el reacondicionamiento de un avión comercial para asistir al sepelio de la exprimera ministra británica Margaret Thatcher.
Por si fuera poco, su esposa, Rita, veterana de las fuerzas antiterroristas israelíes, tuvo que devolver al erario público miles de shekels (la divisa israelí) por vender botellas de bebidas utilizadas en actos oficiales y apropiarse del importe.
La habilidad del primer ministro, y acuerdos negociados para contornear las leyes, le han permitido salir bien de esos escándalos, pero su imagen está deteriorada y la incógnita es si logrará, con las habilidades adquiridas en sus 12 años de ejercicio del poder, ensamblar un gabinete.
Mientras, su rival más cercano, el magnate de las comunicaciones Yair Lapid, líder de Yesh Atid (Hay Esperanza, centro), también transita por el laberinto político de su país en busca de alianzas para sacar del gobierno al Likud, devenido mayoría tras la debacle del otrora poderoso partido Laborista que parece irreversible.
A casi una semana de los comicios sin sorpresa en Israel todas las opciones están sobre la mesa y, a pesar del Sabbat, día sagrado de los judíos, que comenzó la tarde del viernes y culmina el anochecer de hoy, prosiguen los frenéticos contactos de los protagonistas.
Del éxito de esas gestiones, constituidas en gran incógnita, depende que Israel pueda contar con un gobierno dentro de un plazo o su peor alternativa, la convocatoria de nuevos comicios, los quintos en unos dos años, ensombrecida por el estado anímico de los votantes que, en las elecciones del pasado martes 23 dieron muestras de estar aburridos hasta la náusea de la heterogeneidad de su mosaico político.
La Habana, 27 marzo 2021
Crónica Digital/PL