Quizá además de somnolencia, cansancio y tristeza, sienta necesidad de abrigarse cuando se encuentre deprimido o sea rechazado por las personas que lo rodean.
Por supuesto, no se asuste si no tiene ninguno de los síntomas señalados y experimenta sensación de frialdad con solo una brisa, entonces solo es lo que popularmente se denomina una persona friolenta.
Desde hace tiempo se conoce que el rechazo social y la soledad producen estrés, no solo entre las personas, sino entre los animales, como han demostrado estudios previos.
Se sabe también que la ansiedad y la depresión activan áreas del cerebro que regulan el dolor físico.
Incluso otras investigaciones vinculan la depresión al estado del tiempo. En países donde el clima se mantiene frío y gris por varios meses, muchos individuos padecen ese trastorno.
Pero ¿es posible experimentar frío cuando se sufre ese trastorno clínico o se siente el peso de la soledad?.
Geoffrey J. Leonardelli y Chen-Bo Zhong, psicólogos de la Universidad de Toronto, creen que sí a partir de dos experimentos que efectuaron con un grupo de voluntarios.
Su sugerencia de que la experiencia social guarda relación con la percepción física o somática quedó publicada en la revista Psychological Science.
FRIO CON CALOR
Para determinar si las personas con depresión o aislamiento social pueden sentir frialdad independientemente de la temperatura ambiental, el equipo pidió a los participantes que estimaran la temperatura de la habitación donde se encontraban y luego indicaran su preferencia por los alimentos fríos o calientes.
Los aposentos tenían entre 12 y 40 grados Celsius.
Cuando fueron conducidos a un primer cubículo a cada voluntario se le explicó que la prueba consistía en varias tareas sin vínculo alguno.
Después que fueron asignados al azar a uno u otro cuarto se les pidió que recordaran situaciones en las que se habían sentido excluidos o incluidos y calificaran la temperatura del lugar.
Aquellos que recordaron momentos en las que se sintieron solos dijeron sentir frialdad, inclusive cuando en el interior del habitáculo no había frío.
Por el contrario, las personas que rememoraron momentos en los que se sintieron partícipes de un grupo o de una situación no sintieron frío alguno.
En la segunda parte del experimento se indujo el aislamiento social a través de un ejercicio consistente en un juego con una pelota que era lanzada a los participantes.
Con toda intención a algunos se les intentó marginar del juego.
Los científicos comprobaron que los voluntarios segregados buscaban el calor en las bebidas calientes en comparación con el grupo de control.
«Nuestro trabajo abre la posibilidad de que experiencias como la depresión invernal puedan ser reducidas por sensaciones más grandes de inclusión y pertenencia. También apunta a la posibilidad de que, mientras una taza de té caliente no puede reemplazar los sentimientos de vinculación, podría ayudar a regular y reducir esas sensaciones de aislamiento», indicó Leonardelli.
Aunque esta investigación no permite desmentir o confirmar la creencia de que las personas del sur sean más cálidas que las del norte, el psicólogo señaló que se podría especular en ese sentido, pero que una cosa es el clima natural y otro el ambiente cerrado mediante el cual el frío se minimiza con calefacción y el calor se ahuyenta con el aire acondicionado.
Estudios recientes indican que las personas que trabajan en un lugar frío, tal vez, sean más propensas al trabajo en equipo.
Pero si cuando experimenta depresión o marginación tiene frío, entonces, tal vez, la hipótesis de Leonardelli y Zhong sea acertada.
Por Juliett Morales García (P.l.)
Santiago de Chile 2 de marzo 2013
Crónica Digital