GENARO ARRIAGADA: EL SISTEMA DE PARTIDOS POLÍTICOS CHILENO ESTÁ ENFERMO Y MUY CERCA DE ESTALLAR

En conversación con el Director de Radio Universidad de Chile, Juan Pablo Cárdenas, el cientista político analizó la crisis de la Democracia Cristiana y los alcances de la corrupción en Latinoamérica, entre otros temas.

Abogado, cientista político, investigador, académico, diplomático y político chileno, Genaro Arriagada estuvo por varios años vinculado al quehacer de la Concertación y de la Democracia Cristiana. Ejerció cargos de ministro de Estado durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle; también de embajador en otras administraciones del periodo, ha escrito varios libros que analizar la historia de Chile y de nuestro continente.

En conversación con Juan Pablo Cárdenas, analizó la situación actual de la política local. Así, abordó la crisis de su partido, los alcances de la corrupción en Latinoamérica y los aprontes del nuevo gobierno de Sebastián Piñera.

¿Cómo ve el panorama de los partidos, principalmente el de la Democracia Cristiana? ¿En qué etapa estamos de la crisis?

Esta es una crisis bastante más grande que la de la Democracia Cristiana, desgraciadamente. Si fuera un solo partido, sería más fácil de solucionar. Hace un tiempo, escribí un libro que se llama Hacia un Big Bang del sistema de partidos. Creo que el sistema de partidos en Chile está enfermo y muy cerca de estallar.

Decías, con razón, que en la derecha no se ven estas cosas. Bueno, no hay nada más glamoroso que el triunfo y, en consecuencia, la derecha está gozando un veranito de San Juan que le da esta llegada al poder y la esperanza del sueño de ocho años, pero no hablemos de ellos porque -por ahora- están de mejor salud.

Del otro lado, uno tiene a la Democracia Cristiana que en la última elección parlamentaria bajó su votación en un 35 por ciento. Esta es una tragedia relativamente mayor; el PPD, que está pasando un poco encubierto, tuvo una baja del 55 por ciento; y el Partido Socialista, que armó mejor sus listas, bajó en un 12 por ciento su votación. En el mundo de la Concertación es una situación muy dramática.

En el caso del Frente Amplio, me gustaría que les fuera bien porque son un factor de renovación. Sin embargo, hoy los veo más como una cooperativa electoral de catorce mini partidos, en el cual hay uno que lleva la delantera: Revolución Democrática porque tienen una representación parlamentaria no menor, además tiene más estructura. Pero esto no es un bloque político, hay una convivencia difícil, no están claros sobre Bolivia. En una votación en el Congreso se dividieron a la hora de validar o no los acuerdos nacionales pedidos por Sebastián Piñera. En consecuencia, el Frente Amplio tiene un largo camino para constituirse en lo que llamamos un partido. Lo veo complicado.

¿Habla de una crisis del sistema de partidos o una crisis de los partidos?

Creo que es el sistema. A veces, las sociedades tienen quiebres y esos quiebres generan un sistema de partidos. Por ejemplo, en el quiebre de la Iglesia y el Estado donde surgen partidos como el Conservador, Radical y el Liberal. Eso pasó, vino otro sistema de partido que tenía en la derecha a los conservadores y liberales, en el centro los radicales y, en la izquierda, el Partido Comunista y el Socialista, que era un partido en permanente ebullición hasta que logró su unidad en  1968. Yo creo que se van terminando los factores que van agotando los sistemas. Hoy a nadie le importa mucho el Sí y el No. Dejó de ser un factor de explicación del quiebre, entonces el mundo vive en una cierta desorientación y lo vemos también si miramos la derecha, donde habrán unas cuatro derechas: está Kast que, a mi juicio, tiene ideas que son una provocación, las que no se combaten a patadas, pero ser tolerante no quiere decir que uno tiene que ser blando en su postura de constante provocador. Conduce una derecha protofascista. También tenemos la derecha interesante, pero pequeña como Evópoli; al medio está la UDI, que tendrá que decir cosas como limpiándose del pinochetismo y Renovación Nacional. En este sector también hay una crisis profunda, pero que la oculta el glamour del poder.

En este diagnóstico, ¿qué piensa que ocurre en el Partido Comunista?

Creo que ellos tienen modales de grande, pero son muy chicos. Si pensamos en lo que eran en 1960 con el 16 por ciento de la votación y hoy son un 4 o 4.5 por ciento. Lo segundo que les pasa es que hoy deben preguntarse: ¿qué es ser comunista hoy? Porque qué tiene que ver el comunismo tradicional con el comunismo chino, medio neoliberal en lo económico y dictatorial en lo político. Los propios vietnamitas son una economía muy abierta, privatizada, viven fantásticamente bien con Estados Unidos a pesar de lo ocurrido en el pasado. Entonces, los símbolos que caracterizaron al movimiento comunista en la década de los sesenta donde un tercio de la humanidad vivía en el comunismo, hoy están desapareciendo. Por ejemplo, no hay Partido Comunista en Francia, pese a que allí llegaron a ser el Partido Comunista más importante del mundo occidental. Tampoco hay en Italia. En América Latina no hay partidos comunistas relevantes, no hay.

Y la Democracia Cristiana, que nace con tantos bríos en la época de Frei Montalva, ¿qué debe hacer: seguir el camino propio, pararse sola frente al electorado o volver a ser coalición con otros partidos?

La Democracia Cristiana tiene un tremendo problema. Uno es perder el 35 por ciento de su electorado entre una y otra elección parlamentaria. En segundo lugar, se han quebrado mucho las lealtades y confianzas adentro. No creo que el tema sea camino propio o no, porque uno podría decir que electoralmente les fue muy mal por esta vía, pero con camino unido al PPD le fue peor. El problema, entonces, no está ahí sino dónde tú tienes identidad. He sido parte de la Concertación y creo que a veces forzamos demasiado la unidad. En esta cosa de forzar la unidad, todos perdimos identidad: los socialistas no podían ser auténticamente socialistas para no molestar a los demócratas cristianos, los demócratas cristianos no podían ser auténticamente para no molestar a los socialistas. Entonces, terminamos en una cosa aguachenta, ni chicha ni limoná en ninguno de los partidos. Lo que hay que hacer es que la izquierda vuelva a ser una izquierda moderna, fuerte en sus convicciones y el centro vuelva a ser también moderna y fuerte en sus convicciones.

jpc y ga

¿A la Democracia Cristiana la pone en el centro?

La pongo en el centro porque si desapareciera la Democracia Cristiana, el centro, tenemos gobiernos de derecha por muchos años. El centro no puede desaparecer y si la Democracia Cristiana no asumiera eso, alguien lo va a tener que hacer, de lo contrario, en una pugna bipolar sin centro, la derecha va a ser gobierno por mucho tiempo.

El problema es que los perfiles se han borrado, porque a la derecha no le gusta que le digan derecha, le gusta que le digan centro derecha y hay un partido como RN que ha sido aceptado por la DC internacional…

Hay un problema. La Democracia Cristiana en el mundo es centro derecha y la Democracia Cristiana chilena, no obstante todas las críticas, ha sido un partido tremendamente progresista. Pensemos en lo que fue la Reforma Agraria, el inicio de la nacionalización del cobre, la promoción popular. Después de eso esta Democracia Cristiana hizo una alianza con el Partido Socialista que ha durado cerca de 30 años. Entonces, creo que la Democracia Cristiana chilena es sui generis, es un partido más de centro izquierda, pero si se hace muy a la izquierda se desangra y se reduce.

O sea, ¿la idea de fortalecer, por ejemplo, algo así como la Concertación no sería el camino o, por lo menos, en esta Concertación no podría incorporarse el Partido Comunista?

En los años 60 yo era anticomunista por el estalinismo. Hoy, no es eso. Mi problema con el Partido Comunista es que está siempre equivocado. Sobre todo en los últimos 40 años. ¿Dónde va a generarse el comando del No de la Concertación? Entonces el Partido Comunista andaba con los fierros, con Carrizal Bajo, es decir, gigantescos errores. Después de eso vino el plebiscito. Es cierto que en los días finales se sumaron, pero al principio los que nos fuimos a inscribir nos trataban de traidores. Después el Partido Comunista no estuvo. Se marginó de la Concertación y luego la Nueva Mayoría planteó una creciente izquierdización de la Nueva Mayoría.

¿Cree que la presencia del Partido Comunista gatilló este desencuentro o lo hizo el propio gobierno de Michelle Bachelet que hoy recibe tantas críticas?

Creo que el gobierno pasado tuvo aciertos y gigantescos errores. El acierto fue que definió bien ciertos problemas como la Reforma Tributaria. En el campo de la educación creo que la gratuidad se comió el tema. Nunca he sido partidario de la gratuidad total, porque me parece injusta, pero la verdad es que un 70 por ciento de gratuidad me parece más que conveniente. Creo que el gobierno definió bien una cosa que le ha sacado poca punta: cuando estalló el tema de las facturas falsas, en vez de esconder la mugre debajo de la alfombra, dictó un conjunto de leyes políticas. También han tendido a establecer una separación más estricta entre la política y el dinero, han hecho más transparente el financiamiento de la política. Han impedido el que las empresas financien a los partidos. Creo que esas cosas son buenas desde el punto de vista de la probidad. Creo que el gobierno tiene en eso no poco mérito. Personalmente siempre estuve por las tres causales de despenalización del aborto y creo que una mayoría dentro del partido estaba ahí. Pero sobre estos temas valóricos creo que es legítimo tener discrepancias. Este fue un gobierno con muy mala gestión política y con muy mala gestión de sus propias reformas. Seamos francos: entregarle el poder por segunda vez a la derecha es complicado. La derecha está gobernando con viento favorable.

¿Cree que viene un quiebre definitivo de la Democracia Cristiana?

La Democracia Cristiana está, tal como Gramsci decía, en un equilibrio catastrófico. Hay una gente que controla el partido y hay otra gente que son grandes figuras públicas que no controlan la maquinaria. Si se quiebra eso creo que la Democracia Cristiana está herida de muerte, entonces hay que salvar esa convivencia. Ese es mi consejo: tratemos en este cuadro de salvar la Democracia Cristiana, pero a través de un acuerdo negociado que nos permita un periodo de paz en el cual podamos reconstruir el partido. Mi punto es que si la Democracia Cristiana no existiera habría que inventar algo que estuviera ahí, porque es muy malo un país donde no haya un centro político, un factor de moderación. Esa es mi impresión. Ojalá podamos recomponer esto porque  el abismo es grande para tragarse a todos los partidos.

Menciona un tema que me parece crucial: el de la corrupción que descompuso mucho el panorama político en nuestros países. ¿Cómo juzgas esto?

Sería un poco más cauto. Creo que este país no es corrupto. Aquí cuando salió lo de las boletas no es que Jovino Novoa haya salido con las boletas a comprarse un palacete en Miami. Era un financiamiento irregular de partidos políticos. Por eso es que se legisló y se legisló bien, a mi juicio. Aquí no hay corrupción a la venezolana, a la mexicana, a la peruana. Nuestros presidentes son gente honorable. Sinceramente creo que Michelle Bachelet es absolutamente una persona íntegra y que no tiene nada que ver con el caso Caval. Ahora, la corrupción es una enfermedad que alcanza a todos porque donde hay políticos corruptos hay empresarios corruptos. Donde hay un corrupto hay un corruptor y cuando la sociedad se corrompe se corrompe de arriba a abajo. Eso es lo dramático del Perú, porque pensemos en Alan García, Toledo, Humala y ahora Pedro Pablo Kuczynski y esto termina en una pelea mafiosa al interior de la familia Fujimori que están acusados además de ser grandes corruptos. Entonces, en Chile no tenemos nada que ver con Brasil, nada que ver con Argentina. Lo que no quiere decir que seamos perfectos, pero este es otro caso.

Pero es un proceso que quizás estamos iniciando…

Sí, pero también hay  medidas. He sido muy crítico de muchas cosas de la Presidenta Bachelet, pero creo que la acción de la Comisión Engels fue buena.

Volvamos al caso peruano, ¿qué consecuencias puede tener para nosotros? 

Perú ha tenido una muy buena tasa de crecimiento, pero muchos otros aspectos está a años luz de Chile.  Es decir, los niveles de corrupción y los niveles de conflictividad social son mayores que acá y diría que las tasas de crecimiento son buenas. En consecuencia, creo que aquí va a haber una meditación del mundo empresarial. Tienen mucho que pensar, no obstante, la baja de crecimiento que tuvo la administración Bachelet, no obstante, el error que hubo en el cálculo de déficit estructural, porque nosotros seguimos siendo un país muy sólido políticamente.

Cuando hay una explosión social, cuando surge un movimiento de tal convocatoria como No+AFP, ¿no hace prever que este gobierno va a tener que enfrentar conflictos sociales muy severos o crees que los va a poder sortear?

Creo que efectivamente Piñera, como todos sabemos es multimillonario, pero en el año 1994, creamos una comisión de ética pública. El Presidente Frei  me pidió, cuando era el Ministro Secretario General de la Presidencia, que la encabezara y planteamos la necesidad de un fideicomiso ciego. Ahí partió la primera vez que se mencionó. Los redactores de eso eran tipos bastante brillantes: Patricio Zapata, Alejandro Ferreiro. Pasó el tiempo y no se hizo esto. Las leyes de financiamiento de la política se demoraron. La primera ley real de financiamiento de la política del año 2005 con Ricardo Lagos, fue muy débil. En consecuencia, creo que también hay que reconocer que en esta vuelta Piñera tuvo que hacer un fideicomiso ciego y eso es bastante inusual en el mundo. Y habla, no digo que sea perfecto, pero habla bien. Creo sinceramente que este país tiene instituciones y tiene una prensa independiente, es cierto que muy concentrada, pero independiente.

Yo creo que ahí no podemos tener acuerdo. ¿Qué prensa independiente? ¿La prensa entregada, sometida absolutamente al mercado de las leyes?

Bueno, pero las radios. Tienes también portales como Ciper. Personalmente, a ti te consta, he tratado de crear medios alternativos. A mí no me gusta la excesiva concentración. Creo que ese es un cuello de botella que tenemos y que en algún momento determinado nos tenemos que preocupar porque hoy hay menos diversidad que en los años finales de la dictadura. Por sanidad. Creo sinceramente que la publicidad estatal en Chile no es muy importante, pero debiera ser absolutamente trasparente. No puede ser, por ejemplo, de que instituciones del Estado publiquen única y exclusivamente en El Mercurio y La Tercera y no publiquen en otros medios. En consecuencia, el remedio para eso no es la manipulación por el gobierno, pero sí la transparencia y también creo que en esta materia nosotros también hemos cometido errores muy graves .Hay que hacer un esfuerzo muy grande por TVN. Después de todo aquí partimos con una televisión universitaria que la mató el mercado. Se terminaron vendiendo todos los canales universitarios a grandes grupos económicos algunos, curiosamente extranjeros. A veces uno piensa que los medios extranjeros son más independientes que los nacionales, pero igual no me gustan. Y TVN, una televisión estatal como fue durante el Régimen Militar, pasó a ser una televisión pública. Hay que salvar esa televisión pública, porque, de lo contrario, quedamos muy encerrados.

Por Radio universidad de Chile

Santiago de Chile, 23 de marzo 2018
Crónica Digital / radio.uchile.cl

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