En primer término plantear, discutir y defender esta transformación que por lo demás es paulatina y que tiene una serie de procesos y etapas, de encanto y desencanto, de sentirnos algunas ocasiones sola en el proceso y a veces perder la esperanza y las ganas de seguir en la senda de las valientes, porque debemos ser valientes para asumir los efectos que conlleva de nuestra decisión, entonces cuando decimos enfrentar a nuestros seres queridos (familia, amigos/as) y/o círculos sociales los cuales nos involucramos (compañeros/as de curso, trabajo, etc). En algunos casos la aceptación y asimilación por parte de las personas que nos rodea en función de esta nueva expresión de nuestra orientación sexual y construcción de género no es muy favorable para nosotras, sin embargo, son los costos que asumimos cuando buscamos sentirnos cómodas como mujeres atrapadas en cuerpo de hombre.
En algunos casos la misma no aceptación familiar hace lamentablemente que nos desarrollemos y busquemos nuestra felicidad en otros espacios lejos de la familia y/o de la ciudad.
Por otro lado, asumimos el costo de la discriminación y el prejuicio político social en torno a nuestra decisión, esta se traduce en la burla constante de nuestra apariencia, de que pasemos por una calle y la gente se ría de ti a las espaldas, de que pases y que te digan maricon, hueco, caballo y la wea se les ocurra, paradójicamente tan solo nos dicen algo que ya sabemos. La falta de creatividad en la gente con conductas discriminatorias es evidente, que nos digan algo que no sepamos.
Pero esta reacción social hacia nosotras no se da en forma natural, esta dinámica responde a una discriminación mayor por parte del sistema y el Estado en su conjunto, que no genera los mecanismos reales de integración hacia mundo laboral, político y social.
Muchas compañeras han accedido al comercio sexual para poder sobrevivr en el medio, debido que a la hora de accede a un puesto de trabajo no son evaluadas por sus capacidades tecnicas sino por su apariencia fisica, y si nos aceptan en un puesto laboral no nos respetan las garantias estipuladas en el codigo del trabajo.
Pero estos mecanismos no tan solo son de insertarnos en cual o tal puesto laboral, es un tema estructural profundo, con grandes desafíos y voluntades políticas.
Si retrocedemos un poco en el documento y analizamos el porqué de la reacción de la burla de la gente, me atrevería aseverar que es ignorancia y falta de educación. ¿Por qué? Porque desde la pre- básica donde nos dicen que los hombres les gusta el azul y a las mujeres el rosado, que los hombres usan pelo corto y las mujeres pelo largo, que los hombres se sientan de esta manera y las mujeres de esta otra, y desde la básica hasta la educación secundaria nos enseñan en algunos casos, en algunos establecimientos, una educación sexual que normaliza, que no visualiza variantes, que no contempla afectividad entre personas del mismo sexo, que la familia se construye entre hombre y mujer, que las formas de protección y sanidad es el condón ¿y las lesbianas como se protegen? Prácticamente nos dicen que tan solo hay blanco y negro pero se olvidan que entre el blanco y el negro hay más de 500 matices y entre esos matices estamos las transgeneras.
En efecto salen hombres y mujeres a construir una sociedad estereotipada y heteronormativizada, con patrones culturales incuestionables, y al ver pasar a un “hombre” pero que es femenino, que tiene su pelo largo, que se maquilla, que usa ropa de mujer y se sienta como mujer, rompemos un esquema, rompemos la estructura que fue inculcada por la familia, por el colegio, por la iglesia, por el estado, en definitiva estructura impuesta dogmáticamente por el sistema en su conjunto.
Sin embargo esto no es todo, hay muchas compañeras transgeneras que han evolucionado a tal punto de transformar su género completamente en aspectos físicos, psicológicos y emocionales, no obstante, siguen apareciendo en su C.I como masculino, porque la reasignación de sexo para algunas es una mutilación a nuestro cuerpo (pueden cambiar su nombre), pero acá surge una demanda de nuestro sector, la ley de identidad de género, ley que en su espíritu viene a dignificar y respetar nuestra construcción de género.
Además debemos ser autocriticas y asumir que también tenemos cierto grado de responsabilidad en que a veces tan solo nos desarrollarnos en nuestros espacios y no tener la capacidad y el coraje de ir en la búsqueda y conquista de nuevos espacios que nos posibiliten intercambiar miradas y perspectivas de vida con personas que no son como nosotras.
Al principio no va a ser fácil, nos van a querer relegar a nuestro ínfimo espacio y que nos desarrollemos tan solo entre nosotras, pero no debemos ceder y debemos luchar incansablemente en que tenemos el mismo derecho a desarrollarnos en los espacios que estimemos conveniente.
En definitiva basta de prejuicios y discriminación, esta temática debe ser abordada desde la perspectiva de la construcción y consolidación de un estado democrático que garantice nuestros derechos e integración real al medio en el cual hasta hoy estamos excluidas, tan solo la lucha, organización, perseverancia y convicción nos dará la razón…
Por Scarleth Fernández.
Santiago de Chile, 29 de mayo 2012
Crónica Digital