La decisión del Partido Comunista de apoyar a la ex mandataria Michele Bachelet en la contienda presidencial, tiene un significado que va más allá de la mera decisión electoral en el marco de las primarias de este 30 de junio, o de la primera vuelta del 17 de noviembre.
Se trata de una decisión responsable ante el país y los ciudadanos, y las tareas y desafíos que la realidad ha puesto en la agenda política y social del paìs.
Es también una determinación que surge de una necesidad histórica y de un análisis objetivo de las condiciones objetivas y subjetivas: la conformación de una nueva mayoría que sea capaz de sumar voluntades para el cumplimiento de las grandes transformadoras que el país precisa y reclama.
La adhesión del Partido Comunista a Bachelet es una consecuencia lógica además de la elaboración política que ha mostrado la colectividad y que se plasmó en su 24 Congreso culminado en diciembre del año 2010
En las conclusiones del torneo se señaló al respecto, que “En el proceso de construcción de una correlación de fuerzas favorables a los cambios democráticos, los eventos electorales que se avecinan resultarán decisivos”
“No podemos relativizar, ni menospreciar, la significación que adquiere la lucha electoral en el período actual. Es más, espacios de poder como los municipios, los gobiernos regionales, el parlamento y el propio gobierno central, son determinantes” establece el documento.
“Y de la composición de cada uno de ellos depende en gran medida nuestras posibilidades de avanzar en los objetivos políticos que nos hemos trazado en este congreso”. agrega.
Este proceso de convergencia planteado por el PC ante el país revela la maduración de las condiciones políticas para un reagrupamiento de las fuerzas de centro y de izquierda, con el objetivo superior de derrotar, primero a la Derecha , pero también, y en consecuencia, de avanzar en los cambios urgentes e indispensables que la Patria reclama.
“Todo proceso de convergencia, también implica tensiones e incluso contradicciones, y este es el momento apropiado para que la izquierda levante con fuerza su voz”, apuntó el documento de resoluciones del Congreso.
Al mismo tiempo la línea política se completa con la formulación de las tareas de movilización social y la movilización en torno a las demandas de estudiantes, trabajadores, regiones, de la lucha medioambiental, regional, de género, los pueblos indígenas, por la salud, la previsión, los derechos de los adultos mayores, de las minorías sexuales, etc.
El presidente del Partido Comunista, diputado Guillermo Teiller, sintetizo la situación, señaló en su discurso de clausura del XXIV Congreso, el 16 de diciembre de 2010: “ quisiera decir que el Partido Comunista de Chile está dispuesto a hacer todos los esfuerzos por lograr la unidad, primero, para derrotar a la derecha, para representar los anhelos del pueblo de Chile y en especial de los trabajadores y para luchar por abrir todas las posibilidades para un gobierno de nuevo tipo, ese es el esfuerzo que haremos.”.
No hay entonces, nada sorpresivo ni sorprendente en la resolución de hoy de apoyar a Bachelet e integrarse en el Comando electoral de la candidata.
El llamado del PC a la unidad de la oposición ha sido además permanente. Así lo planteó Teiller en el acto del Centenario del PC, en el Estadio Nacional donde reiteró en un escenario multitudinario, el llamado a la unidad de la oposición y así enfrentar juntos las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2013.
Y en esa oportunidad el PC recibió además, un saludo cordial de Michelle Bachelet, entonces en su cargo de ONU Mujeres.
«Me alegra que el PC pueda celebrar este aniversario en un Chile capaz de superar no pocos obstáculos para construir una convivencia libre y democrática», dijo la mandataria en su mensaje.
Como era previsible la determinación del PC ha levantado polvareda, entre los enemigos de la democracia, y en quienes se niegan a leer las señales de la coyuntura o permanecen atados a una retórica ya superada por la historia.
Es necesario entender la necesidad objetiva del concepto de Nueva Mayoría, que dicho sea de paso presidió el último Pleno del Comité Central del Partido Comunista ( “Por una Nueva Mayoría”), donde se aprobó el apoyo a Bachelet.
El país vive un nuevo ciclo histórico, y las tareas de desarmar el modelo neoliberal y la institucionalidad política heredada de la dictadura, demandan de una participación, del protagonismo de todos los actores comprometidos en esta aspiración, de la suma de las voluntades y de la fuerza social progresista.
La discusión no es, entonces, si vamos a aceptar o no, a la Concertación , o al Partido Comunista, a los Radicales, o a los Democratacristianos, o los Socialistas, al MAS, o a la Izquierda cristiana, o los ambientalistas, o los regionalistas, a las minorìas sexuales, a los gordos, morenos, flacos, o colorines, Y un largo etcétera de estereotipos, de prejuicios, de caricaturas, de descalificaciones, de desnaturalizaciones, de demonizaciones.
La línea de la confrontación pasa entonces entre la “nueva mayoría”, democrática, progresista y la derecha reaccionaria, clasista, neoliberal, y en el fondo, nostálgica de la dictadura de Pinochet y sus crímenes,
El país vive un nuevo ciclo político e histórico, donde se generan nuevos protagonismos, nuevos actores, nuevas fuerzas y por cierto demanda nuevas coaliciones, nuevos posicionamientos, nuevas maneras de pensar y por lo mismo de hacer política.
Por cierto no todo es miel sobre hojuelas, y surgen distintos grados de dificultades.
Surge por ahí la idea de “diferenciarse” de la Concertación , pero no se toma en consideración, o se intenta desconocer, que el bloque es un fenómeno objetivo, jugó su rol, cumplió sus deberes con Chile. Y que aún puede aportar, en este nuevo escenario por su presencia política e innegable influencia en amplios sectores de la sociedad.
Pero, claro, ese solo aporte no es suficiente: Hay que sumar los nuevos protagonistas, las nuevas demandas y los sueños que buscan respuestas, y las interrogantes de quienes inician su experiencia abriendo nuevos caminos.
Por ello hablar de la Concertación como un conglomerado “que ya nadie quiere”, no solo es una afirmación errada, política, histórica y analíticamente, sino una gruesa ofensa torpe, innecesaria y altanera, que agrede a una porción significativa y determinante del sector progresista de la sociedad, con la que debemos contar en las tareas del presente y del futuro.
Por otro lado la resolución del Partido Comunista de apoyar a Bachelet, puede -sin duda- abrir también un debate al interior de las fuerzas que no comprenden aún, las necesidades que marca la historia. Situación que debe enfrentarse en medio del proceso.
Pero en este caso, las reticencias, desconfianzas, prejuicios, lo que provocan es una parálisis, inacción, desorientación,en el fondo, un boicot.
En el cuadro el episodio de la agresión a Michelle Bachelet en Arica no es algo ajeno. Un individuo, con una retórica ultra y esgrimiendo consignas pretendiendo representar demandas estudiantiles o mapuches, intenta tomarse “la justicia por sus manos”.
Claramente, en el “mejor” de los casos, lo más fácil es identificarlo como un elemento anarco o ultraizquierdista, que rechaza la democracia, la confrontación política, y prefiere la “acción directa”.
En el peor, podría tratarse de un provocador al servicio de la ultraderecha, el pinochetismo, o de algún “servicio”.
Y en ambos casos lo que resulta claro, es que es una amenaza al proceso democrático, y un rechazo violento al camino que los demócratas han elegido: el de la construcción de la Nueva Mayoría para los cambios y el progreso,
Cabía esperar claro, el discurso histérico de la “campaña del terror” ultraderechista, propio de la “guerra sicológica”, que justifica y ambienta los crímenes de una dictadura como la de Pinochet, y que busca revivir miedos, temores, inseguridades en la población, para manipularlas sicológicamente y inocularles el veneno del odio, que justifica los peores crímenes.
Lo que esta claro, en definitiva, es que la determinación comunista ha agregado un necesario elemento democratizador más al escenario político nacional.
Por Marcel Garces. El autor es periodista. Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 30 de mayo 2013
Crónica Digital
Increíble cómo este sujeto, al más puro estilo La Tercera, califica de «anarco» o «ultra» a todo aquel discurso que no sea visado por las elites de la Concertación, insistiendo en el para nada creíble concepto de Nueva Mayoría que nos quiere hacer creer que estamos en la misma vereda, los que quieren legitimar el binominal versus los que queremos una sociedad que supere el oligopolio.
Increíble cómo este sujeto, al más puro estilo La Tercera, califica de “anarco” o “ultra” a todo aquel discurso que no sea visado por las elites de la Concertación, insistiendo en el para nada creíble concepto de Nueva Mayoría que nos quiere hacer creer que estamos en la misma vereda, los que quieren legitimar el binominal versus los que queremos una sociedad que supere el duopolio.