El sistema de salud chileno es un sistema absolutamente precario, privado y, en el caso de la salud pública, con muy escasos recursos y sin insumos suficientes para enfrentar esta devastadora pandemia.
El gobierno no ha tomado las medidas necesarias recomendadas por la “Organización Mundial de la Salud” (OMS), cuyo Director ha reiterado que “la Pandemia está lejos de terminar”, incluso fue enfático y repitió dos veces esta declaración.
Preocupados de su propia economía, el 1% más rico dueño del 26% de las riquezas de Chile, las siete familias (élites) dentro de la que está inmerso Sebastián Piñera, deciden decretar toque de queda, militarizar las calles, reactivar el comercio y retomar las clases. Esto en circunstancias que los casos de contagiados en el país llegan a la alarmante cifra de 20.000.
Con estas medidas exponen ante el virus letal a trabajadores y trabajadoras, niños, niñas y estudiantes. Es curioso que las primeras comunas en ser protegidas con cuarentena fueron las más ricas; sin embargo, dejaron que los contagios se desataran en los municipios más vulnerables, justamente aquellos municipios que fueron protagonistas del estallido social que comenzó el 18 de octubre.
Bajo los lemas de “Unidad Nacional” y “Unidad de Mando”, el gobierno chileno hace caso omiso al “Plan Nacional de Emergencia”, propuesta que entregó la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y las reiteradas solicitudes de distintos Alcaldes y Alcaldesas de diferentes comunas del país.
Todo parece indicar que el coronavirus ha sido un respiro para el gobierno de Piñera que hasta ahora se enfrentaba a multitudinarias manifestaciones que marcaron su agenda y que lograron se estableciera la fecha para un histórico plebiscito que decidiría una nueva Constitución que dejaría atrás a la actual Carta Magna impuesta en dictadura.
Un plebiscito que costó vidas, torturas a hombres mujeres y niños, centenares de pérdidas oculares, como lo ratifican informes de Amnistía Internacional, Human Rigths Watch y el Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU.
La brutal represión continúa. El 1 de mayo fueron detenidos más de 50 trabajadores, entre ellos corresponsales de prensa extranjera y nacional.
El hambre aumenta junto con las ollas comunes, producto de los despidos masivos que dejan en absoluta vulnerabilidad a miles de chilenos y chilenas.
La pandemia está lejos de terminar. La pregunta es: ¿será capaz de enfrentar esta crisis un Presidente que fue capaz de declarar la guerra a su propio pueblo?
Por Florencia Lagos Neumann. La autora es analista internacional.
La Habana, 4 de mayo 2020.
Crónica Digital.
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