Por Rafael Calcines
En medio de la crítica situación de Chile frente a la Covid-19, que solo a los cuatro meses muestra muy leves síntomas de amainar, el presidente Sebastián Piñera centró en las dos últimas semanas la atención y las críticas del país.
Cuando desde el Gobierno se le pide a la población disciplina, el cumplimiento estricto de las medidas sanitarias y el aislamiento físico, la polémica se destapó con la asistencia del mandatario al entierro de su tío, el arzobispo emérito Bernardino Piñera, en el que se violaron los protocolos establecidos para los fallecidos por el nuevo coronavirus.
Para muchos funcionó aquello de «haz lo que yo digo pero no lo que yo hago», pues entre otras prohibiciones pasadas por alto, el féretro fue destapado a solicitud del presidente, el difunto había sido vestido con su mejor atuendo para la ceremonia, y asistieron más personas de las permitidas, incluyendo músicos y fotógrafos.
Mientras, a las familias de los más de 8 mil muertos por la Covid-19 se les ha prohibido acompañar a sus deudos hasta su última morada, vestirlos para el sepelio y darle un beso de despedida en el féretro.
Las imágenes en el cementerio promovieron ácidas críticas sobre lo que muchos calificaron como evidencia de que las profundas desigualdades de la sociedad chilena perduran hasta después de la muerte.
No se había calmado esa controversia cuando trascendió la adquisición de costosos productos gourmet para el Palacio de La Moneda, lo que el Gobierno se apresuró a desmentir.
Pero no logró calmar el malestar ciudadano, pues lo que más suspicacias generó fue que la solicitud de compra coincidió con el comienzo de las protestas, en comunas de la capital, de cientos de personas que se lanzaron a las calles clamando por comida y denunciando la demora en las ayudas anunciadas por el Ejecutivo.
Por si fuera poco, recientemente Piñera fue visto, en plena cuarentena, comprando en una lujosa tienda de vinos de la aristocrática barriada de Vitacura que, para sorpresa general, estaba abierta cuando se había dispuesto el cierre de ese tipo de comercios por no ser imprescindibles.
Fue tan evidente la actitud de Piñera a contracorriente de lo que él mismo proclama, que incluso el ministro de Salud, Enrique París, en un gesto inédito en el gabinete, criticó públicamente al mandatario.
Entrevistado por una radio local, con diplomacia el titular dijo que «el Presidente tiene la facultad y el derecho a desplazarse, por lo que no contravino ninguna norma».
Pero acto seguido espetó que «la prudencia es una de las características de cada persona. A lo mejor el Presidente se va a molestar, pero bueno, lo voy a decir: yo creo que hay que medir las consecuencias de los actos que uno lleva a cabo como autoridad».
Y parafraseando al emperador romano Julio César, el titular de Salud dio el puntillazo: «El rey o la máxima autoridad en este caso, debe dar el ejemplo. No solo hay que serlo, sino también parecerlo».
Santiago de Chile, 5 de julio 2020
Crónica Digital/PL