El guionista de la ampliamente aclamada serie de televisión “Los 80”, Rodrigo Cuevas, hizo circular una carta escrita por el protagonista Juan Herrera dirigida a Gabriel Boric, la cual fue compartida por el actor Daniel Muñoz a cargo de interpretar el personaje. Por su interés, reproducimos el texto.
Estimado señor Boric:
Mi nombre es Juan Herrera, tengo 83 años y soy casado. Con orgullo puedo decir que tenemos cuatro hijos, siete nietos y una bisnieta que desde el primer día me robó el corazón. Estudié en un liceo industrial y en la vida hice muchas cosas para parar la olla. Trabajé 20 años en Textiles Nacionales, una gran industria de esas que ya no existen. Después me agarró la crisis del 82 y quedé cesante. Encontré pega como vendedor de tienda, y llegué a tener mi propio taller de confecciones. Íbamos como avión hasta que me estafaron. Pero me las rebusqué manejando un taxi. Después me afirmé con un videoclub, donde con mi compadre Exequiel arrendábamos películas en VHS, que eran como unos casetes grandes que a lo mejor usted no alcanzó a ver. Ahora tengo una de esas jubilaciones indignas que dan las AFP, pero a Dios gracias una familia grande para tendernos una mano. En todos estos años, he visto lo bueno y lo malo de Chile.
Desde el regreso a la democracia he votado en todas las elecciones. Tengo mis chequeos al día y la diabetes bien controlada, pero a esta edad nunca se sabe. Esta podría ser mi última elección, y quizás la más importante.
Y le confieso que con la Anita, mi señora, estamos muy preocupados por el futuro porque, mire como son las cosas, parece que mucha gente ha olvidado el pasado. Hace poco más de 30 años Chile era un país pobre y asustado. Uno se arropaba con los amigos y la familia, porque afuera, en las calles, había una dictadura que dividía el país entre chilenos bien nacidos y mal nacidos. Los bien nacidos eran ellos, por supuesto. Los otros teníamos que hablar bajito y agachar la cabeza. Fue muy duro vivir en esos tiempos. Se lo recuerdo especialmente a algunos viejos, como yo, que parece que tienen mala memoria.
Hoy mi familia es como la de cualquier chileno común y corriente. Hay de todo, profesionales, emprendedores, estudiantes, a algunas les ha ido bien y otros llegan apenas a fin de mes.
Hay casados, separados, vueltos a juntar. Mi hija menor tiene polola y está esperando que salga la ley para poder adoptar a un niñito. Y varios de mis nietos dicen que son bi o no binarios o poco binarios o algo así, la verdad es que yo ya me pierdo con esas cosas. Pero lo importante es que en mi casa todos pueden vivir como lo que son y decir lo que piensan, y a todos se los quiere por igual. Porque en mi familia no hay comunistas ni pinochetistas, ni santos ni pecadores, ni bien nacidos o mal nacidos, hay personas.
Uno, que ya es viejo en esto, sabe que los famosos programas de gobierno están llenos de promesas que muchas veces no se cumplen. El papel aguanta mucho. Y si hay algo que aprendimos con esta pandemia es que nadie tiene la bola de cristal para saber con quién habrá más trabajo o más seguridad. O si no mire como terminamos con el Presidente Piñera, que se supone que arreglaría todas esas cosas. Así que con la Anita hemos decidido que votaremos por el candidato que, pase lo que pase, cuide lo que tanto dolor y tantas lágrimas costó conseguir: la democracia y el respeto por la dignidad de todas las personas. Votaremos por el candidato que no divida el mundo entre buenos y malos.
Es por todo esto, joven, que votaremos por usted. Teníamos algunas dudas, hay que decirlo. Porque habría sido bueno que llegara a este trance con más canas y más cicatrices. Que supiera lo que es criar un cabro chico contando las chauchas, o buscar pega con el diario debajo del brazo. Pero como dicen por ahí, lo perfecto es enemigo de lo bueno. Y la verdad es que el otro candidato tiene más canas y más arrugas, pero de pelar el ajo y buscar pega, sabe menos todavía. Y con la Anita, mi señora, nos convencimos de que usted es un joven inteligente y bien intencionado, que ha entendido que los países son como las familias, donde tenemos que aprender a vivir todos juntos, aceptando nuestras diferencias. Y si no alcanza para querernos, al menos tenemos que respetarnos.
Con la Anita ya estamos en los descuentos, así que el voto del domingo no será por nosotros, será por el futuro de nuestros hijos y nuestros nietos. Para que vivan en un planeta donde no haya que matarse por el agua. Para que mis hijas no pierdan los derechos que tanto les ha costado conquistar.
Para que a nadie lo apunten con el dedo en la calle. Para que el trabajador humilde no tenga que volver a humillarse. Para que a nadie le falte el pan en la mesa y no tengamos que volver a esos tiempos oscuros y tristes. Votaremos por usted para no volver a los 80.
La responsabilidad que tiene sobre sus hombros es gigante. Recuérdelo cada día al despertar. Gobierne para todos y con todos. Porque como le dije hace mucho tiempo a mis hijos: cuando queda la escoba, la gente como nosotros es la que paga el pato. Los que están arriba, los generales, los políticos, esos nunca pierden, ¡nunca! O se quedan con el poder o son los primeros en salir cascando, ¡los primeros! Y la gente como nosotros es la que se queda, la que tiene que seguir trabajando y pelando el ajo para seguir viviendo.
Así que por el bien de Chile, con mi señora comprometemos nuestro voto con usted y le deseamos el mejor de los éxitos.
Se despide atentamente
Juan Herrera.
PD: Saludos cordiales le manda mi señora.
Santiago, 17 de diciembre 2021.
Crónica Digital.