El ex dictador Augusto Pinochet Ugarte recién había fallecido (en la impunidad, por cierto), y sus viejos partidarios incondicionales no podían recuperarse de la congoja que los afligía. Ello era particularmente efectivo respecto de los uniformados que habían sido parte de la tiranía y disfrutado del poder total. Transcurría 2007, hace 16 años atrás.
También parecían padecer de nostalgia de los tiempos de la Operación Cóndor, cuando los servicios de represión de Chile y Argentina operaban coordinadamente a ambos lados de la Cordillera en la oprobiosa tarea de la persecución y aniquilamiento de los disidentes. Por eso en Chile, en medio de homenajes a Pinochet, reproducían en territorio chilenos textos de una joven abogada argentina defensora de los genocidas.
Se trataba de la entonces joven abogada Victoria Villarruel, la misma que ahora es candidata a la Vicepresidencia de la República Argentina en fórmula con Javier Milei, el controvertido economista de extrema derecha.
Así puede comprobarse en la revista oficial de la “Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional” (UNOFAR) N° 15 de 2007. Era la publicación de una entidad que reunía en una organización unitaria a todos los oficiales en retiro del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. A esa altura, según se explica hoy en su sitio institucional, la publicación “había adquirido un perfil de revista de trinchera, al asumir en forma primordial lo relacionado con los militares en retiro víctima de los prevaricadores (sic) juicios por Derechos Humanos”. De hecho, una de las actividades de UNOFAR ha sido recolectar recursos económicos para los militares presos por su participación en violaciones a los derechos humanos.
A esa altura, el presidente de la entidad era el general de Ejército (r) Humberto Julio Reyes, quien habían sido Subsecretario de Relaciones Exteriores en el período de la tiranía y que en el contexto de la investigación judicial por violaciones a los derechos humanos en Linares fue procesado por su participación en el emblemático caso del secuestro de María Isabel Beltrán, hoy detenida desaparecida.
Humberto Julio era, además, el director de la revista, en cuyo Consejo Editorial figuraban personas como el Vicealmirante Jorge Llorente y el general (r) de Aviación Sergio Contardo, ambos activistas destacados de la llamada Corporación 11 de Septiembre, que agrupaba a ex agentes de los servicios represivos y civiles nostálgicos de la dictadura; y el ex general de Ejército Gustavo Basso Cancino, integrante de la Cuarta Comisión Legislativa de la Junta Militar en los tiempos de la tiranía.
Entre el grupo de directores figuraban el general (r) de Ejército, Gustavo Latorre Vásquez, sancionado judicialmente por ilegalidades en la adquisición de tanques Leopard en 1998; el ex coronel Marcos Saéz Saavedra, quien perteneció a la Brigada Purén de la DINA, que funcionaba en Villa Grimaldi, y habría estado a cargo de este centro clandestino de prisión política y tortura; y ex coronel Jaime Parra Santos, ex Subsecretario de Aviación en tiempos de la dictadura.
En la revista comentada se transcribe el discurso del presidente de la “Fundación Presidente Pinochet”, Hernán Guiloff, en el funeral del dictador; y las palabras del ex Ministro de Hacienda Carlos Cáceres, en la misma ocasión, en nombre de los ministros y subsecretarios de Pinochet. Por cierto, la portada estaba dedicada a Pinochet y los otros tres miembros de la Junta Militar que se apropió del poder el 11 de septiembre de 1973, indicándose que hacían “un sincero y emotivo homenaje a quienes asumieron la histórica y patriótica misión de hacer de Chile un país libre y digno”.
También había un homenaje al ex teniente coronel Gonzalo Asenjo Zegers, que integró la Unidad Antiterrorista y fue jefe de la División de Análisis de la CNI, quien se suicidó por esos días luego de ser procesado por el secuestro y desaparición de cinco jóvenes del FPMR en 1987: las palabras corrieron por cuenta del ex brigadier Roberto Schmied Zanzi, quien fue parte del mando de la CNI, como jefe de su División Metropolitana, y ha aparecido en los últimos años en una gran cantidad de causas judiciales por crímenes de represión política.
En ese cuadro, se reproducían dos trabajos de “la Doctora Victoria Villarruel”, la que era presentada en uno de ellos como “abogada, periodista (sic) e investigadora”, además de “especializada en Derechos Humanos de las Víctimas del Terrorismo”.
El primero de los textos se titulaba: “To Be Or Not To Be. Ahora es el turno de las víctimas del terrorismo”. Por cierto, era una defensa de los genocidas trasandinos. Hablaba de “la imputación ilegal e incorrecta de la categoría de lesa humanidad, y de las diferencias que existen entre las víctimas del terrorismo y los terroristas devenidos en víctimas”. A su juicio, lo que había ocurrido en tiempos de la última dictadura argentina fue “un conflicto armado cuya finalidad era la toma del poder por parte de los terroristas”, en que se enfrentaron “los ejércitos irregulares” del ERP y Montoneros con “la nación argentina que empeñó sus fuerzas armadas regulares en defensa de la sociedad”.
El segundo trabajo se titulaba: “Lesa humanidad, el delito que no fue”. Allí argumenta: “Al asumir (Néstor) Kirchner, decidió construir su base de poder en la izquierda, complaciendo a estos sectores con la persecución de la política de los 90 y los militares de los 70. Todo el aparato del Estado se volcó en esa dirección y el éxito no se hizo esperar”. Añade que “ante la imposibilidad de satisfacer plenamente a la izquierda más extrema, en las demandas de cambio de modelo de país, se contentó con cooptar a los organismos de derechos humanos a quienes dio beneficios económicos y prisiones de militares, aun a costa de imputar pruebas absolutamente inconsistentes. El resultado es que el gobierno terminó violando los derechos humanos de los prisioneros políticos (se refiere a los genocidas”.
En este caso, el trabajo de Villarruel era presentado como “para AF y APPA”, sin mayores explicaciones. Las siglas se referían a la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos de la Argentina (AFyAPPA), en la cual inició su activismo negacionista, incluyendo protestas para reclamar la libertad de los condenados por crímenes de lesa humanidad en el llamado “Proceso de Reorganización Nacional”, así como la organización de visitas al ex dictador Jorge Rafael Videla y a otros genocidas.
Poco antes de que aparecía la publicación pinochetista comentada, participó de la primera marcha de la AFyAPPA. Según un reciente reportaje del diario trasandino “Página 12”, allí se observaba a Victoria Villarruel portando un cartel amarillo con la leyenda “Kirchner llama delincuentes a los que nos salvaron del terrorismo subversivo”.
El mismo tabloide reveló hace poco que el nombre y el celular de Villarruel estaba anotado “de puño y letra” por Miguel Osvaldo Etchecolatz en la agenda donde preparaba la defensa de su juicio en 2006 por delitos de lesa humanidad. El ex represor fue condenado por su participación en el secuestro y asesinato de un grupo de estudiantes secundarios, en un caso que pasó a la historia como “La Noche de los Lápices”.
El domingo próximo, Villarruel pretende llegar al Gobierno Nacional de la Argentina de la mano del ultraderechista Javier Milei.
Por Víctor Osorio. El autor es periodista y académico.
Santiago, 17 de noviembre 2023.
Crónica Digital.
