Aunque hay profesiones que nunca pierden lustre, Alejandro Guillier es hoy un experiodista devenido senador y para sorpresa de muchos, con posibilidades reales de conquistar la presidencia de Chile el domingo.
Su nombre permanecía en los salones del Congreso Nacional en Valparaíso o en la antigua sede parlamentaria en Santiago, hasta que empezó a sonar con fuerza el pasado año, cuando apenas se calentaban los motores electorales.
Según su propia confesión, nunca pensó en aspirar al sillón principal del Palacio de La Moneda y de hecho, a lo largo de una campaña con altibajos, pareció en ocasiones resignado a jugar un papel de telonero.
Guillier, de 64 años y con un prestigio notable en la región donde estudió, la norteña Antofagasta, tenía de todas formas una trayectoria periodística que le permitiò el poderoso salto en 2013 directamente al cotizado Senado de la República.
Desde que su ahora enconado contrincante de la derecha Sebastián Piñera salió de La Moneda, comenzó el plan de regreso del magnate en el mismo 2014. Ni remotamente el legislador se mencionaba como carta de la centroizquierda.
Como independiente y ante el debilitamiento de la figura del veterano exgobernante Ricardo Lagos para enfrentar a Piñera, se afianzó en calidad de alternativa. El Partido Socialista le dio el espaldarazo.
Acto seguido sumó apoyos de los otros integrantes de la coalición de Gobierno Nueva Mayoría, con la que se ha manejado Michelle Bachelet. Sin embargo, se dieron fisuras.
Lagos se consideró traicionado y la Democracia Cristiana (DC) decidió separarse para ir a primera vuelta en las elecciones con su líder y también senadora, Carolina Goic. Ambas posturas fracasaron.
Por otro lado, Guillier tampoco se manifestó abiertamente simpatizante de la administración de Bachelet y así fue a la primera ronda, con las encuestas en su contra y el derrotismo como imagen predominante de la centroizquierda.
La sorpresa de Beatriz Sánchez, tercera contra todos los pronósticos por el emergente Frente Amplio, fue un bálsamo de esperanzas para el senador y sus seguidores. Piñera no arrasó como se esperaba y la centroizquierda volvía a respirar.
Empero, el discreto Guillier no lograba levantar pasiones con sus discursos, el Frente Amplio se manejó distante y crítico, y ni siquiera los respaldos de la DC, el Gobierno con el cual se reconcilió y otras fuerzas le dieron garantías.
Todavía a estas alturas no se puede afirmar si el otrora entrevistador marcó un perfil carente de carisma y llegada a la población por una estrategia pensada, falta de experiencia o malas asesorías.
Al final del camino, logró dar un giro de casi 180 grados. Fue más vertical en su discurso y proyección, aprovechó los dislates de su contrincante y con el sentimiento antipiñerista de un sector chileno, reforzó su imagen.
Más desafiante y preciso en propuestas que prefiere perfeccionar si llega a La Moneda, continuó firme en la idea de profundizar las reformas realizadas por Bachelet, con acento en la educación, temas tributarios, igualdad de género y sistema previsional.
Oriundo de La Serena, el nombre de la urbe natal no puede ser más cercano a la personalidad de este también sociólogo que deja inconformes a una izquierda más radical, despierta dudas en los centristas, pero ya fue aceptado como la alternativa a Piñera.
En cualquier caso, su carrera política ha sido meteórica, bien mirada. Con apenas cinco años de experiencia en la política, irá al balotaje probablemente más reñido de la historia de Chile, ahora que las encuestadoras callan.
Sueña con un país donde los abuelos puedan disfrutar de pensiones justas, la educación sea un derecho de todos y la igualdad prevalezca.
Quizás lo consiga, aunque la votación a todas luces será muy reñida.
Por Fausto Triana
Santiago de Chile, 17 de diciembre 2017
Crónica Digital /PL