Por Marcel Garcés Muñoz
La instalación de la Convención Constitucional este domingo 4 de julio de 2020, constituye un hecho histórico crucial en el escenario político y social de Chile, producto de un histórico proceso de luchas sociales, populares, patrióticas, democráticas, libertarias, que se inician en la profundidad de sus orígenes ancestrales.
Ello quedó plasmado en las palabras inaugurales de la presidenta del órgano democrático más representativo de la ciudadanía en la historia política nacional, la catedrática, lingüista y activista mapuche, Elisa Loncón, cuya elección (96 votos a favor, en tanto el derechista RN, Harry Jurgensen, logró los claramente minoritarios 36 votos de su sector, desde luego constituye un símbolo potente de los nuevos tiempos democráticos que vive Chile.
Elisa Loncón subrayó que la instancia, encargada de redactar la nueva constitución de un Chile, en un legítimo proceso de refundación, no se iniciaba en el vacío, sino que era consecuencia, proyección, de las luchas libertarias desde el momento en que los pueblos originarios se alzaron por la independencia, justicia, y contra la opresión colonial, contra la usurpación de sus territorios y el genocidio de los tiempos iniciales de la República y de la llamada “pacificación de la Araucanía” a cargo de las tropas y el gobierno chileno, de la lucha por la democracia y contra la tiranía de Pinochet, y de la militarización del territorio mapuche, y de la represión contra jóvenes, estudiantes y mujeres del presente, de quienes sostuvieron sus símbolos y sus convicciones y demandas libertarias, desde el amanecer del Wallmapu y de sus espacios geográficos, históricos, sociales y culturales ancestrales hasta el momento presente.
En realidad nada se escribe sobre un papel en blanco sino del sacrificio, el esfuerzo, de la sangre derramada.
No es casual entonces que uno de los primeros actos políticos de la Convención Constitucional, sea la demanda de libertad de los presos políticos del estallido social, desatado en octubre 2019 y de los presos políticos consecuencia de la ocupación y represión en los territorios mapuches.
“Con jóvenes encarcelados, con mapuches encarcelados, no se puede vivir la democracia”, sostuvo Elisa Loncón.
En su discurso dirigido a los “hermanas, hermanos, compañeros y compañeras” -Habló de “los pueblos”-, que enraizados en la historia y la geografía de Chile, conforman la Nación, y de “los sueños de nuestros antepasados”.
Elisa Loncón, señaló en sus palabras inaugurales “un gracias grande a todo el pueblo que nos está escuchando. Aquí estamos. Agradecerles el apoyo a las diferentes agrupaciones que depositaron su sueño en el llamado que hiciera la nación mapuche para votar por un mapuche mujer, para cambiar la historia de este país”.
Este saludo y agradecimiento -agregó- es a todos los que votaron por ella para presidir la Convención, “para la diversidad sexual, para las mujeres que caminaron en contra de todo sistema de dominación. Agradecerles que estemos instalando aquí una manera de ser plural, democrático, participativo”.
Y al mismo tiempo enunció los principios y orientaciones que inspiran las reformas que impulsará e inspiran el trabajo del órgano constitucional: “Esta Convención transformará Chile, en un Chile plurinacional, en un Chile multicultural, que no atente contra los derechos de las mujeres, de las cuidadoras, que cuide la Madre Tierra, que también limpie las aguas”.
Concluyendo estas palabras con una afirmación que es más que una consigna de las mayorías presentes en la Convención Constituyente y en el escenario nacional, es un objetivo estratégico del proceso de cambio constitucional, puesto en marcha de manera desde el fin de la dictadura de Pinochet, y que tuvo un relanzamiento constante y creciente desde octubre de 2019: “Este sueño se hace realidad, es posible refundar este Chile”.
De manera que no es posible eludir la misión histórica asignada por la ciudadanía a la Convención Constitucional.
Se trata de un triunfo histórico, pero al mismo tiempo un desafío y una esperanza, un nuevo punto de partida para un proceso histórico en marcha.
Es claro que la Derecha y el pinochetismo recalcitrante, la maquinaria política y mediática del gran empresariado se opondrá- ya lo ha hecho, por lo demás desde los albores del proceso-. Y buscará los caminos, pretextos o maniobras para oponerse a la voluntad democrática expresada por la ciudadanía.
Y si bien es cierto que la instalación de la Convención Constituyente es una nueva derrota y sólo pudieron ofrecer un espectáculo patético y vociferante, frente a la mayoría democrática, no cejarán en seguir conspirando.
Por ello, cabe esperar responsabilidad, compromiso y perspectiva, de la unidad, de la coordinación, y de la responsabilidad cívica, de los partidarios del cambio y del progreso, para las próximas etapas de la lucha política y social por la nueva Constitución.
De ahí la necesidad de que la discusión, las propuestas, el debate salgan de los muros del Palacio Pereira, se socialicen los temas, se hagan carne del pueblo, de los ciudadanos, y que estos tengan la posibilidad de hacer llegar sus ideas, se hagan escuchar por el órgano constituyente.
De eso se trata la democracia participativa, de generar esos mecanismos, instancias de dialogo e intercambio, aprender del pueblo, como lo señaló Elisa Loncón en sus emotivas, generosas y acogedoras palabras inaugurales.
“No solo para el pueblo sino con el pueblo”, tener en cuenta su aporte social y político, su protagonismo, su experiencia “Nunca más sin nosotras”, decían los mensajes exhibidos frente al edificio del Congreso Nacional. “Marichi Weu” (Mil veces la victoria. Mil Veces venceremos), replicaban otroa mensajes junto a los indoblegables emblemas mapuches.
Entonces, se siente el “newen” (la energía, la fuerza, en la cosmovisión mapuche) del triunfo y se abren las esperanzas del futuro.
Estamos todos convocados a escribir una nueva historia y debemos estar a la altura del desafío histórico.
“Es posible hermanos, hermanas, (lawngen) refundar a Chile” nos convocó Elisa Loncón, desde la histórica Convención Constitucional.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 5 de julio 2021
Crónica Digital