“Primero se llevaron a los comunistas, pero a mí no me importó porque yo no era”. Esa es la primera frase de un poema universalmente reconocido en contra de la persecución del fascismo y el autoritarismo. “Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde”, es el estremecedor final del texto, que ha sido reproducido millones de veces a lo largo de todo el mundo, en infinidad de soportes. Su autoría es generalmente atribuida al dramaturgo y poeta Bertolt Brecht, un comunista heterodoxo alemán.
No es verdad. El autor del famoso poema fue un Pastor de la Iglesia Evangélica Luterana en Alemania, que se llamaba Martin Niemöller.
Era hijo de Heinrich Niemöller, también Pastor de la Iglesia Luterana, y nació en Lippstadt el 14 de enero de 1892.
Su historia eclesiástica comenzó cuando tenía 26 años y comenzó a estudiar Teología en la Universidad de Münster. En el comienzo de su trayectoria religiosa se sintió entusiasmado con el discurso nacionalista del Partido Nacional Socialista Alemán (NSDAP). Pensaba que la democracia y la influencia extranjera habían llevado a una grave fragmentación de la sociedad alemana y además creía que el país necesitaba un líder fuerte para promover la unidad nacional y restablecer la moral.
Pasó a las filas del antifascismo cuando Adolfo Hitler puso en marcha su política de homogeneización (Gleichschaltung) que pretendía imponer a las iglesias un “párrafo ario” (Arierparagraph), que excluiría a los cristianos no arios y con antepasados judíos.
En 1934, Martin Niemöller y Dietrich Bonhoeffer, otro Pastor luterano, fundaron la “Iglesia Confesante” (Bekennende Kirche), un grupo protestante evangélico que se opuso a la “nazificación” de las entidades eclesiásticas y cooperó con la resistencia antifascista. Niemöller llegó a proclamar: “Sólo Dios es mi Führer, señor Hitler, y no usted”.
La Iglesia Confesante formalizó su constitución cuando obispos, pastores y teólogos se reunieron en Barmen del 29 al 31 de mayo de 1934 en el Sínodo de la Confesión del Reino de Dios, con la participación de delegados de 18 iglesias regionales. Entre los asistentes, aparte de los antes citados Niemöller y Bonhoeffer, destacaban Gustav Heinemann, Hans Christian Asmussen y el teólogo suizo Karl Barth. La Iglesia Confesante se declaró como la legítima representante del protestantismo y atrajo a sus filas a más de siete mil pastores.
Niemöller en uno de sus últimos sermones, expresó: “Debemos usar nuestros poderes para liberarnos del brazo opresor como lo hicieron los Apóstoles de antaño. No estamos dispuestos a guardar silencio cuando Dios nos ordena hablar”.
Niemöller fue arrestado el 1 de julio de 1937 y entregado a un Tribunal Especial para ser juzgado por actividades contra Estado. Heinrich Himmler y Rudolf Hess se encargaron en forma directa de que fuera sancionado drásticamente. Hitler mismo dispuso su castigo. Fue internado en los campos de concentración de Sachsenhausen y de Dachau hasta 1945.
Por su parte, Dietrich Bonhoeffer fue arrestado y encarcelado en 1943. Mientras estaba preso fue acusado de haber formado parte en los complots para ajusticiar a Adolf Hitler y fue ahorcado el 9 de abril de 1945. Poco antes de su ejecución, escribió: “La Iglesia permanecía muda, cuando tenía que haber gritado… La Iglesia reconoce haber sido testigo del abuso de la violencia brutal, del sufrimiento físico y psíquico de un sinfín de inocentes, de la opresión, el odio y el homicidio, sin haber alzado su voz por ellos, sin haber encontrado los medios de acudir en su ayuda. Es culpable de las vidas de los hermanos más débiles e indefensos de Jesucristo”.
A un compañero de presidio, Leo Stein, quien fue liberado en 1942, Niemöller recordó una de las razones de su simpatía inicial con el NDSAP: “Yo odiaba el creciente movimiento ateo, apoyado y mantenido por los socialdemócratas y los comunistas. Su hostilidad hacia la Iglesia hizo mantener mis esperanzas en Hitler por una temporada. Ahora estoy pagando ese error; y no sólo yo, también otros miles de personas como yo”.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y de su liberación, el Pastor Niemöller promovió la Declaración de Culpabilidad de Stuttgart (Stuttgarter Schuldbekenntnis), firmada por los principales líderes del protestantismo de Alemania, en la que se reconocía que las iglesias evangélicas y protestantes no habían hecho lo suficiente para combatir el fascismo.
En 1961, fue elegido presidente del Consejo Mundial de Iglesias, asumiendo con energía la causa de la paz mundial, que lo llevó a recurrentes enfrentamientos con Estados Unidos y las potencias capitalistas occidentales.
Declaró que el bombardeo nuclear de Japón convertía a Harry Truman en “el peor asesino del mundo después de Hitler”, y suscitó la furia del Gobierno de Estados Unidos cuando en 1965, en plena guerra de Vietnam, se reunió con Ho Chi Minh. Se opuso abiertamente a la OTAN y al rearme militar de la República Federal Alemana. El canciller Konrad Adenauer, connotado líder de la Democracia Cristiana a nivel internacional, lo motejó de “traidor”.
En 1966 recibió el Premio Lenin de la Paz entre los Pueblos, que a lo largo de su historia fue entregado a personalidades como Hortensia Bussi de Allende, Jorge Amado, Lázaro Cárdenas, Pablo Picasso, Dolores Ibárruri, Rafael Alberti, Nelson Mandela, Indira Gandhi, Mikis Theodorakis, Miguel Ángel Asturias y el mismo Bertolt Brecht.
El comentado poema “Cuando los nazis vinieron por los comunistas”, que trata acerca de las consecuencias de no ofrecer resistencia a los fascismos en sus primeros intentos de establecerse, en verdad no se trataba originalmente de un poema, sino del sermón “¿Qué hubiera dicho Jesucristo?”, pronunciado por Niemöller en la Semana Santa de 1946 en Kaiserslautern (Renania–Palatinado, Alemania). El texto original sería el siguiente:
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
ya que no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista.
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío.
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Niemöller creó varias versiones del texto a lo largo de su trayectoria, que enumeran a los pacientes incurables, a los testigos de Jehová, a los católicos y a los civiles en los países ocupados por la Alemania nazi, aparte de los ya citados comunistas, socialdemócratas, sindicalistas y judíos.
Por Víctor Osorio Reyes, Periodista y ex Ministro de Estado.
Santiago de Chile, 27 de diciembre 2018
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