Desde que se nace con el sexo femenino se está determinada a ser condicionada, codificada, juzgada, esclavizada, violada y asesinada.
Como diría Simone de Beauvoir: “No se nace mujer, se llega a serlo”. Y es que desde la infancia somos bombardeadas por imágenes de ideales, ilusiones y construcciones, que luego se convierten en exigencias implícitas para comenzar a formarnos como “Mujeres”.
Las violaciones a los derechos de la mujer son un problema global. Porque tiene que ver con una mentalidad de siglos, quiere decir una estructura de muy larga duración difícil de modificar.
Sin embargo, a lo largo de la historia, las mujeres hemos conquistado derechos fundamentales.
Hoy la especie humana se encuentra en real peligro de extinción y la mujer puede y debe cumplir un rol protagónico en su salvación.
En América Latina mujeres valientes han dicho basta y han salido a las calles a expresar pacíficamente un mensaje de reivindicación y llamado a cuestionar y transformar el orden establecido, el orden patriarcal.
Y es que “El núcleo del problema es el poder, ya que las estructuras de poder dominadas por los hombres sustentan todo, desde las economías nacionales hasta los sistemas políticos, el mundo corporativo y más allá. El patriarcado también tiene un impacto en los hombres y los niños, atrapándolos en estereotipos de género”. Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.
En México 3.825 mujeres fueron víctimas de homicidio en 2019, lo que significa que 10 mujeres mueren cada día.
Las defensoras de los derechos humanos son regularmente criminalizadas intimidadas e incluso asesinadas en Honduras.
Además, la proporción de mujeres en el liderazgo político hondureño ha disminuido debido a la falta de una institucionalidad que respalde y garantice este espacio de participación.
En Colombia más de 23 mil mujeres están en riesgo extremo de femicidio. En el primer trimestre de 2019 existían 19 casos y en los cinco primeros meses del año 37 asesinatos a mujeres, un aumento sustancial con respecto a 2018.
En Chile las mujeres fueron las primeras en salir a las calles a manifestarse en dictadura, la continuidad de esa lucha son las millones de mujeres que el 8 de marzo de 2019 inundaron las calles de Santiago, hoy protagonistas indiscutibles del estallido social, niñas y adolescentes que impulsaron la rebelión de masas en Chile junto a sus compañeros estudiantes en el glorioso octubre chileno.
Las mujeres en Chile han dado muestras de que es posible articularnos y exigir nuestros legítimos derechos. La “Huelga General Feminista” en curso es una acción que va a determinar el nuevo año marcado por el plebiscito para el cambio de Constitución, que en esta ocasión incluye la paridad de género aprobada en el Senado gracias a la presión de las movilizaciones sociales.
El caso de Argentina es alentador, el presidente Alberto Fernández anunció que el proyecto de ley para legalizar el aborto será enviado al parlamento en el transcurso del presente mes. Un legítimo derecho que han exigido millones de mujeres movilizadas, activistas que hace dos años organizaron un fuerte movimiento comunitario que ayudó a convencer a la Cámara Baja del congreso de que votara a favor de la legalización del aborto, pero el Senado rechazó el proyecto de ley por un margen muy estrecho.
En contraste a esta realidad mundial Cuba es un ejemplo al garantizar derechos fundamentales, el derecho de la mujer de decidir sobre su propio cuerpo, licencia de maternidad de un año, igual trabajo igual salario, más de la mitad del parlamento cubano son mujeres, ocupan alto cargos de poder, derecho a la salud y la educación gratuitas y de calidad.
El Estado cubano a través de sus políticas públicas protege y penaliza la violencia contra las mujeres y niñas.
Sin embargo, a pesar de las virtudes de la Revolución cubana, es necesario avanzar hacia una transformación de las mentalidades con el objetivo de que estas positivas estructuras de relación que propicia el Estado cubano se materialicen en prácticas en el ámbito privado y familiar.
Si comparamos las realidades de la mayoría de los países de América Latina, sin duda, Cuba está mucho más cerca de alcanzar la igualdad y equidad de género y el empoderamiento de las mujeres parte de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (OSD) de la Agenda 2030 de la ONU.
La discriminación de género, que sigue obstaculizando a las mujeres, es también un obstáculo para nuestro mundo. Según datos de la ONU, si las mujeres agricultoras tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres, la cantidad de personas que padecerían de hambre en el mundo se reduciría hasta en 150 millones.
Garantizar el respeto de los derechos de las mujeres y niñas es la única vía para obtener justicia, logar la inclusión y la convivencia pacífica entre todos y todas ahora y en las generaciones venideras.
Por Florencia Lagos Neumann.
Santiago de Chile, 9 de marzo 2020
Crónica Digital