La Corporación Costa Carrera, que agrupa a vecinos y empresarios de la cuenca del Lago General Carrera, se sumó a los cuestionamientos que han surgido en los últimos días ante la posibilidad de una nueva ofensiva de la industria del salmón, con apoyo de la Subsecretaría de Pesca, para obtener concesiones acuícolas en zonas donde aún no opera. Entre ellas, el área de Tortel y otras zonas hasta ahora no contaminadas por acción de la acuicultura.
La presidenta de la organización, Miriam Chible Contreras, recordó que fue precisamente la amenaza de la salmonicultura en el lago General Carrera la que movilizó a los habitantes de la cuenca a impulsar la primera zona de interés turístico del país. “A mediados de los 90 nos reunimos en torno a un objetivo común, que era el desarrollo sustentable de una amplia zona de nuestra región que estaba en la mira de la que se consideraba en época una floreciente industria. Y logramos paralizar sus intenciones” explicó la dirigenta. En este proceso fue que también nació Costa Carrera.
Fue así que luego del creación de la ZOIT “se siguió trabajando en un turismo de intereses especiales, agroturismo y actividades que permitieran tanto a los pobladores como a quienes quisieran invertir en el área hacerlo con ciertas certezas mínimas. La organización nació gracias al esfuerzo de un colectivo de hombres y mujeres visionarios, que son los que se requieren siempre y hasta el día de hoy en cada comunidad”.
Miriam Chible indicó que “el tiempo nos dio la razón. La forma de producción de la industria salmonera derivó en graves problemas sociales en los territorios donde ha operado y dramáticos efectos sobre los ecosistemas marinos, tanto en el fondo contaminado con sus desechos como en las riberas afectadas por la basura de las jaulas”. En su opinión “esto vulnera a todos quienes vivimos en Aysén y comprendemos el tesoro que encierra la Patagonia. Pero también afecta el principal capital que todas las actividades productivas, y no solo el turismo, tienen en Aysén: la naturaleza en estado natural”.
Por último, hizo un llamado: “No sigamos repitiendo con nuestro litoral el error que hace ya 20 años se cometió, producto de una mirada miope del Estado y de cierto sector privado. Permitir la instalación de jaulas salmoneras sin hacer estudios de capacidad de carga, en lugares que son de difícil fiscalización ambiental y sin la participación de la comunidad en la toma de decisiones. Eso no puede volver a ocurrir”. En este sentido, indicó, lo primero “es que se realice una auditoría ambiental de lo ocurrido donde ya han operado y luego de ello pensar en relocalizar concesiones acuícolas”.
Santiago de Chile, 10 de junio 2015
Crónica Digital
Mié Jun 10 , 2015
Cada cierto tiempo hay noticias que nos impactan, como la del estudiante Cristian de Peñalolén, que decidió quitarse la vida aparentemente por un caso de acoso escolar o bullying, y, de manera espontánea, comenzamos a buscar culpables en las escuelas, en las familias y en la sociedad. Parece imprescindible que tomemos conciencia que No somos espectadores, sino integrantes activos de los espacios sociales en los que nos desenvolvemos y, desde esa lógica, nuestras conductas y actitudes contribuyen a las dinámicas que generan en nuestro espacio cotidiano, donde transitan muchos Cristian esperando ser percibidos, contactados, tomados en cuenta. Desde esa perspectiva, la mirada hacia quienes conviven con nosotros resulta relevante, si lo que queremos es aportar a la generación de espacios más más amables, más pacíficos y más humanos. Salir del individualismo, que caracteriza nuestros tiempos, y mirar al otro como parte de nuestro espacio y nuestro contexto de convivencia parece ser un llamado ineludible. ¿Qué pasó con Cristian? ¿Quién no lo vio? ¿Quién no percibió su angustia y malestar? ¿Quién o quiénes no le preguntaron cómo estaba? Parece ser que estamos tan pendientes de nosotros mismos, que no somos capaces de mirar a los ojos, de escuchar lo que dice el otro. Estamos ciertos que los colegios, donde niños, niñas y jóvenes pasan gran parte de su tiempo tienen una gran responsabilidad. Esa responsabilidad que tiene que ver con observar, escuchar, conversar y, sobretodo convivir, no de cualquier forma, sino desde la consideración del otro, como dice Maturana, mirando al otro como un otro legítimo y ello implica instaurar formas de relacionarnos a partir del respeto y la valoración, deslegitimando, de una vez por todas, actitudes de agresión y violencia que hemos incorporado y reforzado. Las situaciones de violencia y acoso no están solo entre las paredes de la escuela. Están en las calles, en los buses del transantiago, en la política, en nuestros barrios y muchas veces en nuestras casas. Por ello, es importante que tanto los padres, los directores y profesores de los colegios, y cada uno de nosotros esté atento frente a situaciones como las que vivió Cristian, porque el dolor de la violencia tiene voz y tiene imagen, y muchas veces basta poner atención para percatarse de ello. ¿Qué podemos hacer frente a estas situaciones? Estar atentos y romper el silencio, lo que significa atender a las señales que pueden darnos quienes viven este tipo de situaciones. Desde la comunidad educativa: Promover estilos de convivencia constructivos y colaborativos, instaurando mecanismos de resolución de conflictos abiertos, flexibles y respetuosos Estar atentos ante cambios en la conducta de niños y jóvenes, lo que significa observar dichas conductas tanto a nivel individual y grupal Si se sospecha de alguna situación de intimidación, maltrato o exclusión conversar con la posible víctima, sus profesores, sus padres. Dar legitimidad a quien puede estar sufriendo esta situación, y no minimizar sus sentimientos o emociones Todos los colegios, de acuerdo a su Manual de Convivencia, tienen protocolos de actuación , que parten por investigar […]