Los familiares en tanto merecemos todo el respeto, por los cuidados y apoyo que de una u otra forma hemos brindado con amor y esmero a nuestros familiares diferentes.
Hace unas semanas me sorprendió el trabajo que desarrolla CONAPIVI, Corporación de apoyo y Protección de la Infancia no Vidente, en su programa Jardín Infantil y Sala Cuna Casa de la Luz, ubicada en calle Rossemblut Nº 4829 en la Comuna de Ñuñoa en Santiago de Chile y cuyas inscripciones están abiertas. Dicho Centro Educacional ya le ha abierto las puertas para 32 menores con discapacidad visual, desde los 4 meses hasta los 6 años de edad.
CONAPIVI nace como una alternativa de apoyo y protección a niños y jóvenes no videntes de escasos recursos en respuesta a la necesidad vigente en nuestro país y América Latina, de desarrollar acciones coordinadas que contribuyan a su desarrollo personal atendiendo su discapacidad, en aspectos de atención especializada de salud visual y alternativas de corrección para los mas pequeños.
La organización realiza programas y/o procesos educativos útiles al desarrollo de capacidades técnicas y/o intelectuales, en los niños y jóvenes no videntes o con déficit visual severo, con el objeto de alcanzar grados crecientes de autonomía personal, que hagan posible su plena integración a la sociedad.
En esta misma materia quisiera destacar el Libro Mi Camino me lleva al Tibet (Los niños ciegos de Lasha) de la escritora no vidente Sabriye Tenberken. Sabriye perdió la vista a los doce años, a partir de ahí su vida se transformo en una verdadera aventura que la llevó al Tibet, para ayudar a los niños que, como ella, se habían quedado ciegos.
Su gran interés por Tibet la llevó primero a elaborar ella misma un método para leer el tibetano en braille y, después, a proyectar la construcción de una escuela para niños ciegos en un país donde al igual que en Latinoamérica, las condiciones son especialmente duras para cualquier persona con discapacidad.
En Tibet, gran parte de la población cree que los invidentes están poseídos por demonios, razón por la cual esconden a los niños ciegos o se deja atados a la cama, sin darles ninguna educación. Junto a una joven tibetana, Sabriye visita las regiones más remotas del país viajando a caballo y comprueba en qué pésimas condiciones viven los niños invidentes de Tibet.
Decidida a llevar a cabo su proyecto cueste lo que cueste, Sabriye tiene que luchar en diversos frentes. Debe superar las numerosas trabas burocráticas que dificultan su labor y enfrentarse a la desconfianza, tanto la de la organización alemana que gestiona la construcción del centro, como de la población local. Pero a pesar de todos estos problemas y a pesar también de su propia discapacidad, Sabriye, con el apoyo de su compañero Paul y de la profesora tibetana Nordon, sigue luchando para llevar a buen puerto su proyecto.
Los niños ciegos viven en Tibet al igual que en Chile: al margen de la sociedad y tienen un futuro incierto. Pero desde que Sabriye Tenberken llegó a los 26 años y fundó la primera escuela para ciegos de Tibet, se vislumbra alguna posibilidad de integración para ellos. Ella conoce la importancia del estímulo y la educación, ya que ella misma es ciega. Sabriye Tenberken logró su propósito de estudiar tibetología venciendo muchas resistencias.
Los niños de su escuela, aprenden también tibetano, chino e inglés con maestros nativos y hay además lugares de entrenamiento en los que los jóvenes y adultos ciegos reciben formación en diversos oficios. Sabriye Tenberken cuenta su aventura, que tantas veces estuvo a punto de fracasar, con mucho humor y afecto por los tibetanos y su cultura tan diferente. Y nos muestra que la ceguera no es ningún obstáculo definitivo para la integración y cuando uno se lo propone, puede realizar sus propios sueños.
El Libro MI CAMINO ME LLEVA A TÍBET y el Programa Jardín Infantil y Sala Cuna Casa de la Luz de la Corporación de apoyo y Protección de la Infancia no vidente en Chile, son dos historias apasionantes de ejemplo de lucha, educación y conciencia que inspiran a la hora de poner manos a la obra y trabajar por los Derechos Humanos de los niños ciegos y las personas con discapacidad de cualquier parte del mundo.
Alejandro Hernández, es Presidente de la Fundación Nacional de Discapacitados, Maestro y Terapeuta de Medicina Natural – Reiki.
Santiago de Chile, 27 de julio 2007
Crónica Digital , 0, 63, 20