La columna escrita por Axel kaiser[1], solicitando un monumento para los integrantes del grupo de economistas conocidos como los “Chicago Boys”, es una propuesta que no debiera escandalizar a nadie en una sociedad democrática. Sin embargo, ese ímpetu por la verdad, abrigada en el desenfreno de unas cuantas copas dieciocheras, abre paso a un tema del que hasta los ebrios rehúyen.
Me gustaría ver esa estatua instalada en la comuna de Las Condes o lo Barnechea, la imagino en un lugar estratégico, donde los vecinos del sector y otros que transiten por el espacio escogido, puedan admirar y reconocerse a sí mismos, en septiembre.
Eso sí, en honor a la verdad, los contundentes aportes que usted dice pertenecen a los “Chicago” tienen méritos compartidos, porque ninguna de las “lúcidas” medidas fue votada en elección alguna, de hecho parte del programa económico conocido más tarde como “el ladrillo” mordió su derrota en las elecciones de 1970. Entonces, convengamos que al amparo de la junta militar encabezada por Augusto Pinochet, los chilenos tuvimos la fortuna de ser guiados por esos suspicaces cerebros, aptos para eclipsar –inclusive- a muchos premios Nobeles de economía.
El general, como a usted le consta, por ningún motivo puede quedar excluido de tal reconocimiento, su rostro amable, su mano solidaria con los habitantes de dicho sector del país, debe permanecer plasmada en un monolito imponente. En ese mismo terreno, usted comprenderá que tampoco puede eludir el aporte arrollador del general Manuel Contreras, porque las políticas económicas que usted admira, pudieron desarrollarse gracias al formidable trabajo emprendido por la DINA, así lo comprendieron el economista Miguel Kast y el ingeniero Carlos Cáceres, cuando asesoraron a la institución: como lo sostienen Rolando García Le Blanc Subdirector del organismo represivo y Luís Humberto Olavarría, jefe de las unidades psicológicas y económicas de la DINA. Sin lugar a dudas, dicha contribución debe colmar de admiración y gozo a los partidarios del “pronunciamiento cívico-militar”.
Usted Axel, ha sostenido con mucha vehemencia, la fatal ignorancia de la derecha política chilena, al despreciar el rol de los intelectuales y la cultura, en la sociedad. (Ver La Tiranía de la igualdad. Epílogo). Me llama poderosamente la atención entonces que cometa el mismo error, parcializando la realidad, suponiendo que cada una de las medidas que destaca; se practicaron en un ambiente de jolgorio popular o en una especie de estado de gracia, omitiendo el clima de terror impuesto por civiles y militares en los lugares de trabajo, prescindiendo de la censura, esa es su ineludible barbarie.
Declarar proscrita a la CUT, requisar sus bienes, perseguir, torturar, asesinar y hacer desaparecer dirigentes sindicales, mientras a sugerencia -según lo entiendo- de mentes “honorables y esplendorosas” como las que pretende exaltar, asombraban al mundo decreto a decreto. El sustento cultural y social del recetario económico al que apunta de manera beatífica, se edificó con la sangre de trabajadores y trabajadoras como: Víctor Díaz, Exequiel Ponce, Tucapel Jiménez, María Ester Bustamante Llancamil, entre tantos y tantas que merecerían un lugar destacado.
Ese monumento que usted tanto anhela, debiera tener en el centro a los generales Pinochet, Contreras y un peldaño más abajo al civil Osvaldo Romo, todos ellos cubiertos por una capa negra, en sus manos alzadas, tres relucientes corvos de acero desafiando el horizonte, sobre sus cabezas, un cúmulo de pequeñas gárgolas, en clara alusión a la oscuridad, momento propicio en que cobran vida. Los tres, rodeados por los integrantes del equipo económico del régimen militar, en un trabajo donde la nitidez y fisonomía de cada uno de ellos, tiene que ser exquisita.
Sería un bello y estimulante homenaje, a quienes usted pregona con tanto esmero, porque la libertad que vocifera, es fruto de la tiranía más infame que se tenga memoria en esta geografía.
Omar Cid
Crónica Digital
Santiago 25 de septiembre 2016
[1] http://www.elmercurio.com/blogs/2016/09/20/45176/Monumento-para-los-Chicago.aspx